Diana Adriano
Los pasados viernes 22 y sábado 23 de marzo, la parroquia El Señor de la Misericordia fue testigo de un espectáculo extraordinario protagonizado por Paul Ponce, conocido como «El Malabarista de Dios».
Con un historial impresionante que incluye presentaciones en el Casino de Montecarlo, el Circo del Sol y para personalidades como el Santo Padre Francisco y la familia real de Inglaterra, Paul llegó a Ciudad Juárez para compartir sus dones con la comunidad juarense, invitado por la parroquia Todos los Santos.
Ofreció su espectáculo en tres escenarios: el Seminario Conciliar, con público Juvenil, y en El Seor de la Misericordia, el viernes dedicado a matrimonios, y el sábado a familias.
Antes de presentar su conmovedora historia, Paul deleitó a los presentes con impresionantes juegos de malabares, algunos con pelotas, otros sombreros de paja y otros más bolos, siempre al ritmo de la música.
Sus hijos se unieron al espectáculo, demostrando el talento que han heredado de su padre. La vida en el escenario es una tradición familiar para los Ponce, heredado a lo largo de diez generaciones.
Después de recibir una ovación, Paul compartió con humildad y gratitud su trayectoria.
«Lo máximo que he estado en un lugar han sido diez meses», reveló».
Testimonio de vida
Durante sus presentaciones en la Diócesis de Ciudad Juárez, Paul compartió cómo su búsqueda de la felicidad lo llevó a cuestionar la naturaleza de Dios, la Iglesia y las diferentes religiones. A medida de que en la Iglesia católica encontró más respuestas, se dio cuenta del tesoro que tenía frente a él. En un acto de fe, le pidió a Dios un milagro: la capacidad de vivir su fe en el mundo del espectáculo. Y Dios se lo ha concedido.
En sus presentaciones, Paul destacó la importancia de la perseverancia y la fe, señalando que estos valores continúan creciendo y dando frutos en su matrimonio y su familia.
Al dirigirse a las familias que ese día se congregaron en la parroquia anfitriona, Paul reveló que su familia es asidua a rezar juntos, a darse las gracias y a pedirse perdón siempre que es necesario. Y cuando no pueden hacerlo personalmente porque se encuentran separados, lo hacen vía digital, manteniendo así la unión familiar a pesar de la distancia física.
Durante su última presentación en Ciudad Juárez, Paul Ponce, compartió palabras de agradecimiento y aprecio hacia la comunidad.
“Les agradecemos mucho estos tres días que hemos pasado aquí”, expresó destacando la hospitalidad recibida durante su estancia.
“Nos vamos a acordar siempre de esta noche. Les deseamos inmensamente lo mejor. Para mí y para mi familia ha sido una gran alegría poder estar aquí con ustedes en Ciudad Juárez. Es nuestra primera vez en esta bellísima ciudad con gente aún más bella. Qué hermosos corazones tienen ustedes, de verdad”, expresó con gran emoción.
Paul extendió un agradecimiento especial a Iván Silva, Mundo Castro y sus familias, así como al padre Amadeo Ruiz, párroco de Todos los Santos, quienes hicieron posible su visita.
Por su parte, el padre Amadeo expresó su satisfacción por la presencia de esta talentosa familia Ponce en Ciudad Juárez y enfatizó que todos los fondos recaudados durante el evento serán destinados a obras parroquiales en la comunidad Todos los Santos.
Al referirse al testimonio de la familia Ponce, el padre Amadeo destacó: «Solamente decirles que es una familia normal, una familia natural. Cuando no se vive así, tenemos que preguntarnos dónde está Dios».
Queremos mucho a Ciudad Juárez. A ver cuándo Dios nos permite volver por aquí y estar con ustedes. Nos los llevamos en el corazón y en nuestras oraciones.
Paul Ponce, El Malabarista de Dios
En Frases
Fue una actuación que cautivó nuestros corazones desde el primer momento.
Bertha Alicia Delgado Díaz
El testimonio de Paul Ponce me hizo reflexionar sobre la importancia de encontrar un propósito más profundo en la vida y confiar en que Dios siempre tiene un plan para nosotros.
Sandra Gómez y Daniel Terrazas
La destreza y habilidad de Paul Ponce son verdaderamente impresionantes.
Bella Astorga
La historia de vida de Paul Ponce es un testimonio inspirador de cómo la fe puede guiarnos a través de los momentos y llevarnos a la victoria.
Adriana Jiménez