Orar por los cristianos al servicio de los desafíos de la humanidad es una de las intenciones de oración del Papa Francisco para el primer mes del 2017…¿Cuáles son esos desafíos?…un filósofo católico nos responde.
Claudia Iveth Robles/Blanca Alicia Martínez
La atención a la familia, la pobreza e inequidad, el respeto a los derechos humanos, entre ellos el de la libertad religiosa, son algunos de los desafíos que enfrenta la humanidad, y particularmente México, en los años que vienen.
Así lo expuso el doctor Rodrigo Guerra López, presidente del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV) ante la propuesta del papa Francisco en su Red Mundial de Oración que pone como intención para este mes de enero de 2017 orar por los cristianos al servicio de los desafíos de la humanidad.
Dado que el CISAV es una comunidad de investigadores, docentes y alumnos que ofrece formación académica de alto nivel para avanzar hacia las respuestas de las principales cuestiones que otorgan sentido a la existencia de la persona, en servicio a la humanidad, preguntamos a su presidente cuáles son, hoy en día, los principales desafíos de la humanidad y cómo los cristianos trabajan en ello.
Aquí sus respuestas.
1.¿Cuáles son los grandes desafíos de la humanidad en los años que vienen? Si pudiera mencionar una lista ¿cuáles citaría?
Me parece que el contexto del cambio de época contemporáneo, el principal desafío que tenemos en México y en América latina es el de la realidad del matrimonio y la familia. Desde el matrimonio y la familia se crea cultura, se produce desarrollo económico, se genera democracia y respeto a los derechos humanos; por eso, más importante aún que la escuela o que otras dimensiones de la vida social, es la familia y su problemática interna.
El segundo desafío es la situación, no sólo de pobreza, sino de inequidad que existe en México y América Latina. Un niño que estudia la primaria en la Sierra y la termina, no tiene el mismo nivel académico que el niño que termina la primaria en la ciudad. A este fenómeno se denomina inequidad, es decir, no tienen el mismo acceso a la misma calidad educativa los dos niños. La inequidad también se muestra en los diferentes grados de ingreso económico, de acceso a la salud, de transporte y comunicación, entonces vivimos todavía en una sociedad altamente inequitativa, donde la igualdad de oportunidades no es vigente.
El tercer desafío es la falta de respeto a los derechos humanos en México. Hoy todos lo sabemos: tenemos un número de muertos cada vez más grande, estamos más alto, más elevado que en los sexenios anteriores por día, lo que muestra que la cultura del respeto a los derechos humanos, tanto por supuesto de los grupos del crimen organizado, como en muchas ocasiones de las mismas autoridades policiacas y militares, es un grandísimo desafío. Pareciera que la dignidad humana se ha trivializado.
Un cuarto desafío es el respeto a la libertad religiosa. Hace algunos años México, por primera vez en su historia, reconoció un derecho humano a la libertad religiosa, pero hoy seguimos viendo que existe un importantísimo número de violaciones a la libertad religiosa y que se manifiesta de manera crudísima, por ejemplo, con los asesinatos de sacerdotes en todo el país, pero que también se manifiestan a través de las restricciones al uso de la libertad de expresión, que de repente aparecen en actitudes, en juicios, en comentarios por diestra y por siniestra. Esto no corresponde a la reforma constitucional del articulo 24 y requiere que más allá de la norma constitucional haya una verdadera cultura de la libertad religiosa.
Finalmente, el último desafío es la crisis en la que vive permanentemente nuestra democracia. Nuestra democracia no ha logrado madurar, es una democracia electoral y a veces hasta electorera, pero no se ha transformado en una democracia participativa que permita que realmente las necesidades y preocupaciones de la ciudadanía se vinculen en propuestas cívicas y políticas pertinentes. Hoy, al contrario, vemos cómo la democracia está como secuestrada por parte de grupos políticos que lucran a partir de ella, colocan candidatos supuestamente populares y la historia reciente nos muestra que muchas veces esos candidatos son altamente corruptos, en alguna ocasión vinculados con el crimen organizado, lo que nos muestra que nuestra democracia, aún la electoral, deja mucho qué desear y que necesitamos una reforma política urgente en México.
- Doctor ¿cómo se ve el horizonte de la Iglesia católica ante estos desafíos?
La Iglesia somos todos, somos todos los bautizados, entonces esto es muy importante afirmarlo de entrada, porque la Iglesia no sólo son los obispos, los sacerdotes y las monjas, sino que la situación de la Iglesia en México es la situación de una parte muy importante del pueblo mexicano. Según los últimos datos de INEGI, el 84 por ciento de la población mexicana se reconoce católica, entonces los desafíos que tiene la Iglesia, son los desafíos de la presencia del ciudadano creyente en medio de todo este contexto ¿Cuál es el principal desafío?, que tenemos que reaprender a hacer que nuestra fe responda a la realidad social y no solamente a la vida privada. Durante muchos años la Iglesia ha anunciado un importante mensaje de conversión y de transformación de la vida interior, pero los papas que hemos tenido los últimos 100 años, nos han recordado que el itinerario de la fe pasa por la transformación social y la responsabilidad por las cuestiones públicas. Ahí particularmente los fieles laicos tenemos una importante misión, porque somos nosotros, más que los sacerdotes, los que estamos llamados a transformar el mundo según Cristo. De esta manera, el principal desafío que tenemos como Iglesia es reivindicar la identidad de los fieles laicos como sujetos que, movidos por la fe, asumimos responsabilidades en la vida pública y de esa manera ayudamos a la transformación de nuestra sociedad.
3.¿Cómo cree usted que los católicos podremos contribuir a enfrentar tales desafíos y hacer realidad la paz, la justicia y los valores cristianos?
Pues principalmente entendiendo que la carta magna que los laicos tenemos que aprender a asumir como propia, en estos temas, es la Doctrina Social Cristiana. Mientras la formación de los fieles laicos no pase por la adoctrinación de la Iglesia, no tenemos una agenda para asumir estos retos, digámoslo así, hacia fuera. Muchos laicos creemos que ser laico comprometido consiste en participar principalmente en actividades intra-eclesiales. Eso es una distorsión grave respecto de la Doctrina, que la propia Iglesia nos enseña: el fiel laico está llamado a santificarse en la banqueta, en el mercado, en el movimiento popular, en el partido político, en el gobierno. En otras palabras, la adoctrinación de la Iglesia nos muestra una agenda amplia de responsabilidad cristiana, que nos ofrece no solamente principios, sino también criterios de juicio y directrices de acción, por lo cual la adoctrinación de la Iglesia es una agenda práctica metodológica, para que podamos actuar y no solamente pensar en cristiano.
- ¿Usted cree que es necesaria una “nueva humanidad”, más cohesionada, articulada, unida?
Sí, por supuesto. La propuesta del pensamiento social cristiano es que tenemos que luchar por una sociedad reconciliada, en la que ya no hay heridas, solidaria, es decir, responsable de las exigencias y necesidades del otro y capaz de construir. Esto no solamente a nivel testimonial, en situaciones de emergencia, sino de manera estable. A eso se le denomina civilización del amor, entonces ¿qué quiere decir?, primero que nada reconciliarnos con Dios y con nosotros. Por lo tanto, todo el tema de la reconciliación es central, y desde ahí colaborar a una más efectiva solidaridad y que cuaje además a nivel institucional a través de una verdadera civilización, en donde el amor y la fraternidad sean los valores centrales.
- En sus intenciones de oración para enero de 2017, el papa nos ha pedido orar por todos los cristianos, para que puedan colaborar a responder a los desafíos actuales de la humanidad ¿Cómo ve usted que se trabaja en este sentido?
Sé que hay cantidad de iniciativas y comunidades de vida consagrada dedicadas a la oración. La oración es muy importante porque es un alimento de la vida espiritual, pero en el caso de los desafíos que hoy tenemos, por ejemplo en México, lo importante es que la oración sea el soporte para la acción. Cuando la oración queda recluída en una experiencia de vida privada y no se traduce en solidaridad efectiva, quiere decir que todavía nos hace falta madurar en nuestra fe, porque nuestra fe, sobre todo si somos fieles laicos, implica compromiso con el hermano, compromiso en algunas ocasiones heroico con el hermano. Entonces la vida de oración es muy importante, es el alma de todo apostolado, y hoy para México pues claro que es central, debido a las grandes miserias y heridas que tenemos como país, fruto de la violencia y de la corrupción.
- ¿Algo más que desee agregar?
Sí, que el papa Francisco es el hombre providencial que Dios nos ha regalado para aprender cómo entender los grandes desafíos de la humanidad. El papa, mejor que nadie, nos muestra con su palabra y con su ejemplo, que existen formas reales, concretas de promover los valores del Evangelio de una manera atractiva, interesante, pertinente, sobre todo a los más jóvenes. Muchas veces los que nos indigestamos con el Papa Francisco somos los adultos, pero los más jóvenes lo miran con una inmensa simpatía, curiosamente los jóvenes más alejados ¿por qué? Porque el papa nos muestra un camino pedagógico existencialmente interesante para volver a colocar la mirada y el corazón en Jesús. Yo creo que todos tenemos que aprender como Iglesia de la Palabra, de la enseñanza y del ejemplo del Papa Francisco.
Para saber…
Rodrigo Guerra, también catedrático del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, obtuvo el Doctorado en Filosofía “Summa cum Laude” por la Academia Internacional de Filosofía en el Principado de Liechtenstein. Ha realizado estudios en diversas universidades católicas y escrito varios libros sobre bioetica y filosofia social, la dignidad de la persona, libertad religiosa, entre otros temas.
Fue consultor experto para el Sínodo extraordinario sobre la familia y es miembro de la Academia Pontificia Pro Vita y del Consejo Pontificio Justicia y Paz.