Hoy la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Juan Pablo II, a quien se considera “el Papa de la familia” por el interés que puso en la institución. Los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994, son sin duda una de las bellas flores del Pontificado de Karol Wojtyla, uno de los más largos de la historia, así como lo es su atención a los jóvenes, que le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Karol Jósef Wojtyla, más conocido como San Juan Pablo II, nació en Wadowice (Polonia) en 1920. El día que recibió la primera comunión le fue impuesto el escapulario y desde entonces lo llevó consigo como muestra de amor a la Virgen.
Tuvo una juventud muy dura por el ambiente de odio y destrucción de la Segunda Guerra Mundial con la invasión nazi, pero su fe lo llevó a ingresar al seminario de manera clandestina. Fue ordenado sacerdote en 1946 y Obispo polaco en 1958, cuando eligió su lema oficial “Totus Tuus” (todo tuyo), en honor a María Santísima.
A la muerte de Juan Pablo I, en 1978, fue elegido Sumo Pontífice y tomó el nombre de Juan Pablo II. Permaneció como sucesor de San Pedro por más de 26 años, realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia y 146 en ese país, por eso se le llamó el papa viajero, o el papa peregrino.
Partió a la Casa del Padre en el 2005. Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI y canonizado en abril de 2014 por el Papa Francisco, quien en la ceremonia de canonización dijo: “San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia”.
“El futuro depende, en gran parte, de la familia, que lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz”