El Sínodo de la Amazonía que se lleva a cabo en Roma comenzó de manera extraña. Actos chocantes para muchos católicos ocurrieron antes de su inauguración, como la extraña ceremonia donde se plantó un árbol en los jardines vaticanos con la presencia del papa Francisco. Los papas han plantado árboles en diversas ocasiones, pero esta fue acompañada de rituales paganos donde se dio culto a la madre tierra. El papa, sorprendido por quienes organizaron el ritual y visiblemente molesto por lo que ocurría, decidió cancelar su discurso oficial y sólo concluyó invitando a todos a rezar un Padrenuestro. Penosísimo.
Hay, al menos, cuatro asuntos inquietantes del sínodo que pueden afectar la doctrina y la práctica pastoral del catolicismo romano en el mundo, y así empujar a un rumbo diferente a la Iglesia universal.
El primero de ellos es sobre la petición de conferir el sacerdocio a hombres casados, de virtud probada, en comunidades recónditas donde es escasa la llegada de sacerdotes. Estos hombres son personas que no tienen formación teológica y muchos de ellos ni siquiera saben leer y escribir. Bastaría que conocieran un poco de qué se tratan los sacramentos para que los ordenaran presbíteros. Se alude así a razones pastorales para hacer un cambio dramático en la disciplina de la Iglesia.
Un segundo punto que preocupa es la sugerencia de conferir el diaconado a las mujeres, como lo han pedido algunos padres del sínodo. Aunque el papa Francisco formó una comisión que está investigando el asunto del diaconado femenino durante los primeros siglos del cristianismo, aún no hay conclusiones. Sin embargo san Juan Pablo II ya había zanjado la discusión enseñando que el sacramento del Orden es exclusivo para varones. Abrir el diaconado femenino en Amazonía conduciría fácilmente a la ordenación de sacerdotisas, luego de obispesas, hasta finalmente poder elegir papisas en la Sede de Pedro.
En tercer lugar están los notorios tintes sociales del sínodo y poca evangelización. Se habla más de justicia, progreso, bienestar social y ecología. A Jesucristo escasamente se le menciona. Ya el cardenal Müller, ex Prefecto de la Doctrina de la Fe, había señalado que Jesús y la evangelización tenían muy poca presencia en el evento. Las culturas indígenas del Amazonas se ven como culturas de museo de antropología que hay que preservar y dejar intactas, cuando sabemos que en realidad la presencia del Evangelio transforma las culturas y las hace progresar en todos los órdenes.
Por último está la mezcla de elementos cristianos y paganos para dar culto a Dios en lo que llaman una espiritualidad amazónica. Mejor llamémoslo sincretismo. Lo demostraron en el ritual donde se plantó un árbol en el Vaticano en un homenaje a la madre tierra, y en la parroquia Santa María Traspontina, cerca la Plaza San Pedro, donde se realizaron ceremonias de culto combinando lecturas y oraciones bíblicas con elementos paganos. ¿Qué clase de espíritus se invocan en la espiritualidad amazónica? ¿Es válido para un cristiano mezclar un poco de hechicería con oración bíblica para dar culto a Dios?
Estemos atentos a lo que ocurre en Roma durante estos días, y oremos mucho por el papa, por la unidad de la Iglesia y para que el Sínodo de Amazonía no se pervierta por extrañas teologías o por grupos que buscan la provocación. Que el sínodo, más bien, impulse en esa región del mundo la predicación del encuentro con Jesucristo y purifique las culturas amazónicas de sus elementos idolátricos.