Tras la muerte de uno de los fundadores de la Diócesis de Ciudad Juárez, varios de sus amigos y servidores cercanos recordaron con gran cariño el legado que deja a esta comunidad…
Presencia
Monseñor Isidro Payán, párroco de la Santísima Trinidad y quien fue consultor del primer obispo de la diócesis don Manuel Talamás, compartió que el padre Villanueva siempre fue un sacerdote bondadoso con los fieles y un buen amigo.
“Como consultor diocesano, sugerí al padre Villanueva para atender la parroquia San Miguel Arcángel por su carácter. Siempre fue muy comprensivo con los fieles y se necesitaba alguien así porque estaba rodeada de varias iglesias no católicas”, recordó el entrevistado.
Gran deportista
Desde su juventud destacó en el padre Villanueva su pasión por el deporte, pues cuando fue seminarista jugó igual béisbol que futbol, aunque quienes lo conocen dicen que le gustaba mucho más el basquetbol, deporte del que, ya siendo sacerdote, organizó varios torneos en diversos poblados aledaños a Gómez Farías.
Junto a los padres Lorenzo y Leonardo Lucero y a monseñor Payán, el padre Villanueva impulsó el encuentro de basquetbol contra locutores, el cual se convirtió luego en una tradición en la diócesis.
Alegre y positivo
Por su parte don Mario Caraveo, quien fue monaguillo de monseñor Villanueva en los años 60’s en el poblado de Gómez Farías, Chihuahua compartió:
“Era muy buena persona con un trato amable. Siempre andábamos con él y nos compraba fruta. Fue un sacerdote excelente. Le decíamos el tío Nacho”, dijo.
Recordó que aunque su misión en aquella zona de la diócesis fue difícil, nunca se amedrentó.
“En ocasiones su camioneta quedaba atascada y tenía que continuar a pie o a caballo. Nunca dejó de celebrar, siempre llegaba a los poblados lleno de lodo, pero de buen ánimo. Era muy alegre. La gente lo quería mucho”, compartió.
También recordó que monseñor Villanueva estaba siempre cerca de su familia, al grado de que su papá y su mamá siempre vivieron con él en las casas parroquiales, por lo que convivían con las comunidades.
Isidro García, quien fue acólito en Catedral y hoy es seminarista en buena parte gracias al testimonio de monseñor Villanueva, comentó sobre él:
“Siempre tuvo un celo y un orgullo por su sacerdocio, que lo llevaba a celebrar la Misa con todo el amor que le tiene a Jesús Eucaristía”.
Entregó su vida: padre Efrén
El padre Efrén Hernández, quien asumió el cuidado de monseñor Villanueva en sus últimos años, afirmó tras la muerte de su hermano sacerdote:
“Yo admiré mucho de monseñor Villanueva que a los padres Antonio Caravés y Vicentito Echarri, en su senectud, los acogió, los cuidó, los quiso mucho sinedo sacerdotes de una congregación, de los Misioneros de la Natividad de María… desde entonces yo pensé: ‘si Nachito un día lo necesita, yo lo cuidaré’, y el Señor me concedió ese privlegio a traves de monseñor Blanco que me lo pidió. Aproveché ese honor y
doy gracias a Dios por habérmelo compartido por tres años y tres meses. En ese tiempo lo llegué a querer más y más, y ciertamente admiro mucho toda su capacidad de ofrecer sus sufrimientos, porque así seguía siendo sacerdote, un sacerdote que entregaba su cuerpo, su vida, su sangre toda ella, para el bien y la salvación de sus hermanos. Por todo ello que descanse en paz monseñor Ignacio Villanueva Muñoz.
Frases…
“Lo conocí en el obispado, lo considere un sacerdote muy bueno en el trato con las personas, sencillo, atento y amable; cercano al pueblo y valoraba mucho a sus hermanos sacerdotes. Me tocó escuchar que estaba muy contento cuando recién fue ordenado capellán de la Ciudad del Niño, él estaba muy feliz”
Hna. Luz Estela Borunda, MMD
“Fue mi primer párroco estando yo recién ordenado, en Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Cuatro años completos sirviendo con él, agradecido con el padre Villanueva, fue un párroco maestro para mi, mi primera guía en la práctica del sacerdocio… paciente, ordenado, con carácter.
Fue un maestro, una luz en mi caminar, un guía y un amigo, hicimos de nuestro ambiente de trabajo una convivencia, llevamos buena relación con la gente de la parroquia. Fue una experiencia agradable haber trabajado con él y lo que me enseñó también. Estoy muy agradecido por ello y mis votos para que esté un santo más en el cielo”.
Padre Alfredo Abdo Rohana, rector del Santuario San Lorenzo