Ana María Ibarra
Tres proyectos realizados y más de cuatro mil personas atendidas, son los resultados que presentó el Centro Familiar para la Integración y Crecimiento en su informe anual de actividades, el cual presentó el pasado 24 de marzo ante colaboradores, beneficiarios, bienhechores y amigos.
El evento incluyó la presencia del sacerdote jesuita Francisco Javier Escobedo, quien impartió la conferencia “Cultura política del Perdón y la Reconciliación”.
Proyectos y beneficiarios
El informe de los servicios realizados por CFIC en el 2016, fue explicado por Ricardo Alvelais, presidente del Consejo Directivo, y por Silvia Aguirre, directora del centro.
Los tres proyectos que CFIC realizó durante el 2016 fueron: “Resiliencia Comunitaria”, una campaña de prevención del suicidio en coordinación con Gobierno Municipal, y una capacitación en Tanatología.
“Fueron 4 mil 427 personas atendidas en los tres proyectos. Aquí vemos números, pero atrás de estos números hay personas, hay historias”, expresó Silvia.
Del total de personas atendidas, 278 fueron niños, mil 470 jóvenes, y 2 mil 679 adultos.
“Hubo impacto significativo y positivo en todas las personas que tomaron los talleres. Tuvimos también el inicio del taller ‘El Poder de la Familia’”, agregó Silvia.
Otro espacio de apoyo para la comunidad es el programa de radio Activación Emocional en el 1420 de amplitud modulada, que se transmite diariamente a las 8 de la noche.
Hace falta perdón
Después del informe, el padre Francisco Javier Escobedo expuso en su conferencia el deseo de un mundo de paz como un deseo de Dios para el ser humano.
Dijo que si bien existen personas que apuestan por la paz, existe una cultura que urge que se restablezcan el perdón y la reconciliación.
“Estamos en un lugar de exclusión, de violencia. Necesitamos más personas que promuevan la paz. Para la paz sostenida y duradera para todos y todas, es necesario el perdón y la reconciliación”, compartió el sacerdote.
Resaltó la violencia en el continente americano y dijo que México se encuentra en el número 37 de las 50 ciudades más violentas del mundo.
“Los que estamos aquí somos sobrevivientes de guerra”, afirmó.
Explicó que la falta de lo básico: tierra, techo y trabajo, empobrece a hombres y mujeres, lo que se vuelve un factor de violencia.
“Un empobrecido va con hambre, con rabia, con rencor, con ganas de robar y se le llama violento, criminal. Nuestro país no es de hombres y mujeres violentos, sino de hombres y mujeres que no han alcanzado la canasta básica, no encuentran satisfacciones, se sitúan en la frustración y toda frustración genera violencia”, resaltó.
Por lo tanto, dijo, la gran amenaza son las emociones que se manifiestan.
“La oferta es el perdón y la reconciliación para una restauración de vinculaciones afectivas y efectivas, de tal modo que sumados construyan una cultura política que lleve a la paz”, finalizó.