¡Pastor de Israel!, que cuidas y velas por tu pueblo.
Tú que prometiste dar pastores según tu corazón, para congregar
a las ovejas de entre todas las naciones, infundir tu espíritu y escuchar su voz,
para que caminaran como un solo rebaño y bajo un mismo pastor,
¡Que es tu Hijo Jesucristo!:
la puerta por donde hay que entrar,
el aprisco a donde todos los hombres deben llegar
y la vida oferente que ahuyenta a quine viene a dispersar.
Mira la alegría del evangelio,
que en las verdes praderas del Anáhuac María de Guadalupe vino a ratificar.
Las cañadas oscuras del pecado, donde tu rostro misericordioso nos viene a rescatar.
Y concede a esta tu grey mexicana, aguardar con alegría, entusiasmo y esperanza
la llegada del papa Francisco, que como buen pastor nos viene a buscar.
Para que entrando por la puerta estrecha de la verdad y la verdadera libertad: abramos el redil de la reconciliación, de la gracia y de la paz,
y apacentados y confirmados por el primero de los apóstoles,
tengamos vida en Aquel que porque quiere la da.
Y reparadas nuestras fuerzas y encaminados por el sendero recto,
llegue a nosotros bajo tu vara y su cayado la anhelada seguridad.
Ruega por nosotros.
¡Madre del verdadero Dios por quien se vive!
Tu eres la causa de nuestra alegría y la portadora de Jesús,
discípula Misionera de nuestros pueblos, para tener vida en él.
“Tú eres la gloria de Jerusalén, tú, la alegría de Israel,
tú el orgullo de nuestra raza.
Amén.