Diana Adriano
En la fiesta de san Juan María Vianney, patrono de los sacerdotes católicos, en especial de los párrocos, reflexionamos sobre las experiencias de sacerdotes de la diócesis en esta especial misión de encabezar una parroquia.
Desde las primeras semanas en sus parroquias hasta su trayectoria actual, dos sacerdotes, uno con muy poco tiempo de servicio y otro muy experimentado, comparten su experiencia en el oficio, así como, incluso, algunos consejos que puedan servir a compañeros de encargo.
En esta primera entrega presentamos el testimonio del padre Jesús Caldera, quien va apenas en su segundo año como encargado de una parroquia rural, en el Valle de Juárez: San Ignacio de Loyola.
Y en otro artículo presentamos las experiencias de mons. Isidro Payán, uno de los sacerdotes fundadores de la Diócesis de Ciudad Juárez y quien fue párroco de Catedral durante 38 años.
Adaptación
Para el padre Caldera, el 5 de agosto de 2022 marcó el inicio de una nueva etapa de su vida al tomar posesión como párroco de San Ignacio de Loyola, en El Valle de Juárez. Este es su primer encargo como párroco, pues previamente sirvió como vicario en San Martín Obispo.
“Cuando me enteré de que sería párroco, me sentí con nervios e incertidumbre. Hubo momentos en los que me preguntaba: ‘Señor, ¿por qué a mí?’ Sin embargo, entendí que debía refugiarme en la oración y desde el momento en que supe del nombramiento he orado constantemente por la comunidad encomendada, sabiendo que si Dios me enviaba, era porque algo esperaba de mí», explicó.
Dijo que desde el primer momento enfrentó la incertidumbre sobre si podría cumplir con la responsabilidad.
Para el padre Caldera, ser párroco es tanto una gran responsabilidad, como un don de Dios.
“Es un privilegio servir a la comunidad, y siento que es una gran misericordia de Dios confiarme algo tan valioso como su pueblo. A través de la fragilidad y la pequeñez que siento, confío en que Dios me guía y me sostiene”, afirmó.
Superando miedos
El párroco compartió una visión sincera sobre los miedos y desafíos que enfrentó al asumir este importante rol.
“Uno de mis mayores miedos era la comunidad en sí. Siempre llegas con el deseo de caerle bien a la gente, de agradar, de saber cómo dar órdenes, delegar tareas y acompañar a los fieles. El trato con personas mayores, siendo yo relativamente joven, también era una fuente de preocupación. Me preguntaba cómo iba a manejar mi papel de autoridad frente a ellos”, explicó.
Reconoció que al llegar como nuevo párroco, también se encontró con secuelas emocionales debido al cambio de sacerdote.
“Cuando llegas a una comunidad, a menudo hay tristeza por la partida del párroco anterior. Esto incrementaba mi temor, pues me cuestionaba si estaría a la altura», añadió.
Sin embargo, al final de cuentas, el padre Jesús recoraba que quien lo enviaba era el mismo Cristo. Y entonces asumió que buscar siempre Su guía sería su fuente de fortaleza.
El sacerdote hoy aquilata la respuesta positiva que tuvo de la comunidad a su llegada, y ha dejado esos temores atrás con un trabajo conjunto con los fieles.
“Es una comunidad muy bonita que me supo cobijar como párroco primerizo y joven. Al principio, tuvimos que conocernos y aprender a trabajar juntos”, comentó profundamente agradecido.
“Gracias a Dios la comunidad ha respondido de manera admirable. Gracias a su apoyo hemos podido implementar muchos cambios significativos, tanto en lo pastoral como en remodelaciones y en el fortalecimiento del trabajo comunitario”, agregó.
Resaltó que el compromiso y la disposición de los fieles han sido cruciales para el progreso y la mejora continua de la parroquia, cuya comunidad sabe “responder a los desafíos y ha demostrado un gran espíritu de cooperación”.
Sus consejos
Basado en su experiencia personal, el padre Jesús quiso compartir estos consejos para sus compañeros párrocos o los que están por comenzar esta misión.
«Lo principal es que confíen mucho en Dios. A veces, nos surgen muchas preguntas, especialmente sobre el propósito de nuestro envío a un lugar específico. La verdadera pregunta debería ser: ¿para qué nos está mandando Dios a ese lugar? Y tratar de descubrir qué vio Dios en nosotros”.
Otro aspecto es el conocimiento de la comunidad.
“Es fundamental conocer bien a la comunidad antes de hacer cualquier modificación. Sucede que al llegar queremos cambiar todo de inmediato, pero es esencial darnos la oportunidad de conocer a la gente primero”.
El sacerdote considera que el éxito en el ministerio no solo depende de los cambios que se realicen en la parroquia, sino principalmente de la relación y el entendimiento mutuo.