Blanca Alicia Martínez
Monseñor Isidro Payán es sin duda en Ciudad Juárez un ícono de servicio eclesial. Fue párroco durante casi 38 años de la Catedral y ha realizado otros tantos servicios igualmente valiosos.
Hoy comparte algunos consejos sobre ser párroco, lo que para él representó “Una gracia de Dios, una bondad de Su parte”.
El padre Isidro Payán fue nombrado párroco por primera vez cuando tenía 34 años de edad. Entre ser formador en el Seminario y asistente del obispo transcurrieron los primeros 15 años de su ministerio, así que cuando recibió el nombramiento -y nada menos que para ser párroco de la Catedral- fue una gran sorpresa de la que sintió “una tremenda responsabilidad” -Hoy reconoce que esa misma carga y compromiso experimentó a sus 77 años de edad, cuando se le encomendó su segunda parroquia: La Santísima Trinidad-.
“Las dos parroquias tuvieron diferentes características y sólo pedí a Dios su asistencia muy fervientemente”, compartió monseñor.
Entrevistado en la Casa Sacerdotal, donde ahora disfruta su retiro, monseñor Payán explicó lo que más le gustó de ser párroco:
“La docilidad de los fieles me encantó. Su espíritu de servicio y su grandísima colaboración fueron magníficos. Su adhesión al sacerdote fue proverbial”, afirmó.
Y de lo desagradable en el oficio, comentó:
“No tanto ser párroco, sino encontrarme con la tristeza de los fieles que, dolientes, peregrinaran de parroquia en parroquia para ser atendidos en atención a enfermos, en consultas o en súplicas por necesidades de pobreza o de carencia extrema”, dijo.
Aprendizaje
Para el decano de los sacerdotes en Ciudad Juárez, el servicio al frente de una parroquia enseña mucho. Sobre los sacerdotes: que son solidarios y con gran espíritu de servicio; sobre los fieles: su gran bondad y misericordia para perdonar las fallas del sacerdote, así como saber que les lastima el maltrato o la indiferencia. Y algo más: su gran desprendimiento, generosidad y espíritu colaborativo con la diócesis.
Monseñor Payán sopesa las dificultades que enfrentan hoy los párrocos, en comparación con el tiempo en que él mismo tuvo tal encargo:
“Enfrentan muchos retos, tantas ideologías que existen, tantos puntos de vista distintos, tanta información que tienen los fieles, tanta diatriba que hay en cuanto a los conceptos religiosos filosóficos y morales, entonces hay más responsabilidad ahora, quizá, menos simplicidad en aceptar la función sacerdotal”, dijo.
Así, con tremendo bagaje, monseñor Payán se anima a plantear estos valiosos consejos para quienes hoy en la diócesis desempeñan la labor de enseñar, santificar y regir a una comunidad parroquial.
Consejos
- Que no lastimemos a nadie. Que atendamos pastoralmente a todos cuantos lleguen a nosotros.
- En el aspecto administrativo colocar a los pobres y sus necesidades en primer lugar a la par que los gastos parroquiales. Eso rinde más.
3.En el régimen económico, separar muy bien las cuentas de la parroquia de las personales. En las cuentas bancarias de la parroquia no incluir nombres de familiares por ningún motivo y que todo sea muy claro, siempre. También llevar contabilidad con cuenta bancaria de dólares. Con el tiempo se aprende que es más correcto y rinde más frutos.
4.Ayudar a las parejas que contraerán matrimonio que se preparen con el estudio del Catecismo popular para adultos. Su servidor lo hizo en la Catedral durante 35 años y en la Santísima Trinidad durante 12 años también.
5.En la economía parroquial sugiero que se utilicen los instrumentos bancarios-financieros para que los ingresos no estén ociosos y sí produzcan intereses para bien de las parroquias y de toda la diócesis. El capital siempre se va devaluando.
De la propia experiencia:
1.Tuvimos caja de ahorros de los empleados por muchos años.
2.Promovimos, aconsejamos, sugerimos, animamos a empleados y miembros de los grupos parroquiales a comprar su casa propia y a obtenerla.
“Gracias a la aceptación del consejo y apoyo 23 personas lograron obtener ese bien básico para la vida y agradecemos mucho a Dios que se haya tenido en cuenta el consejo, el apoyo y la consulta hecha. Para algunos parecía imposible, pero fue real gracias a Dios y a las inspiraciones del Espíritu Santo.