Diana Adriano
Con gran alegría en el Señor, la comunidad de Santa María de la Montaña acompañó el pasado sábado 6 de diciembre al padre Felipe de Jesús Juárez, su párroco, en la celebración de sus 25 años de sacerdocio, una misa solemne que se vivió con agradecimiento, música de mariachi y el cariño de los fieles.
El festejo reunió a sacerdotes cercanos a su vida ministerial, entre ellos el padre Eduardo Hayen, párroco de Catedral, y el padre Óscar González, párroco de San Lucas Evangelista, quienes concelebraron la Eucaristía junto a las familias que llegaron al templo para unirse a la especial celebración.

Durante la Santa Misa, el padre Felipe elevó su acción de gracias a Dios por los 25 años de servicio, acompañamiento y entrega pastoral. En su homilía, expresó palabras de gratitud hacia las comunidades que han marcado su caminar:

“A todos los que vienen de aquellas comunidades, sean bienvenidos. Gracias por su cariño, por su entrega. Sigan adelante en el Señor, cumpliendo su mandato: ámense los unos a los otros como Yo los he amado. Hay que saber dar la vida; pidamos esa gracia al Señor para todos nosotros”, compartió.
Con sencillez y humor, añadió también una felicitación especial a una joven que celebraba sus 15 años esa misma tarde, diciendo: “Felicidades por tus 15, y por nuestros 25. Muchas gracias a Dios por este día encarnado en nuestras vidas”, dijo.

Un mensaje de amistad
Uno de los momentos más emotivos fue el mensaje del padre Eduardo Hayen, quien fue ordenado sacerdote el mismo día que el padre Felipe por manos del entonces obispo don Renato Ascencio León (qepd).
Recordó con cariño su amistad desde el Seminario: “Yo conocí al padre Felipe desde antes de entrar al Seminario. Él llegó un año antes que yo. Luego a él lo enviaron a estudiar a Torreón y después a Roma. Más tarde también a mí me tocó ir a Roma, y ahí estábamos junto al padre José Luis Domínguez, que en paz descanse”.

Con humor y afecto describió la personalidad de su compañero.
“El padre Felipe siempre fue muy santo; yo era muy burro, y él muy inteligente”, dijo entre risas, provocando la simpatía de la asamblea.
Recordó también una experiencia pastoral que vivieron juntos en Italia, en una casa que atendía a enfermos con VIH, donde compartieron un mes de servicio y aprendizaje.
“Fue una experiencia muy enriquecedora, de mucha humanidad. Y, sobre todo, doy gracias a Dios por compartir todos estos años de ministerio con el padre Felipe. Le deseo que siga siendo un sacerdote santo, amplio de corazón y entregado como siempre”.

Extendió además una felicitación a la comunidad. “Felicito a toda la comunidad de Santa María de la Montaña por tener un gran sacerdote. Que el Señor siga bendiciendo su ministerio y a cada una de sus familias”.
Tras la misa, la comunidad se reunió en los salones parroquiales para un convivio fraterno en honor al padre Felipe. Entre comida, música y abrazos, los fieles expresaron su gratitud por el acompañamiento del sacerdote en sus vidas y por su servicio pastoral durante estas bodas de plata.


































































