Ana María Ibarra
Consciente de que su sacerdocio es un don de Dios y que ha sido su gracia lo que lo ha sostenido, el padre Eduardo Alfonso Hayen Cuarón celebró con agradecimiento y alegría sus 25 años como sacerdote.
La misa de acción de gracias se realizó el pasado 8 de diciembre en la Catedral, de donde el padre Eduardo Alfonso es párroco.
Acompañado del obispo, hermanos sacerdotes, fieles y rodeado del amor de su familia y amigos, el padre Eduardo Alfonso Hayen Cuarón dio gracias a Dios por sus Bodas de Plata sacerdotales.

Visiblemente contento, el padre Eduardo dirigió unas palabras después de la proclamación del evangelio resaltando las maravillas que el Señor hace a través de la pobreza humana del sacerdote.
“No puedo dejar de recordar aquel día 8 de diciembre del año 2000 en esta Catedral cuando a esta misma hora, a las cinco de la tarde, el padre Felipe Juárez y un servidor fuimos ordenados sacerdotes por imposición de manos de nuestro señor obispo don Renato Ascencio, que Dios lo tenga en su Gloria”, recordó.

Para el padre Hayen, el día de su ordenación fue la culminación de un proceso que inició años antes, siempre acompañado de María, incluso mencionó el día de su nacimiento, marcado como un día mariano.
«En todo el camino vocacional he sentido su presencia amorosa hasta el día de hoy en que soy párroco de esta parroquia dedicada a la Virgen María de Guadalupe. Los sacerdotes estamos unidos en una misma misión. Los sacerdotes venimos del barro, del pecado y hemos sido revestidos de una gracia especial. Somos hombres tomados de entre los hombres”, expresó.

En el recuento de estos 25 años como sacerdote, el padre Eduardo resaltó la fe que le inculcaron sus padres y agradeció a su madre, ahí presente, y a toda su familia donde aprendió a formar comunidad al ser una familia unida.
De igual forma, mencionó a sacerdotes que influyeron en su vida. Uno de ellos, monseñor Isidro Payán de quien recibió el bautismo; otro sacerdote, monseñor René Blanco, quien es su padrino de ordenación, recordando también al padre Osvaldo Gorzegno, SDB.

El padre Hayen recordó con gratitud a los obispos.
“Agradezco la presencia de mis hermanos sacerdotes. Me siento muy honrado de pertenecer al presbiterio de la Diócesis de Ciudad Juárez. Agradezco a las parroquias a las que acompañé. Pido perdón por mis fallas, mis errores y omisiones”, expresó.
El festejado resaltó la misericordia de Dios que lo ha hecho madurar en su vida sacerdotal. «Aquí, en la Catedral, he podido entender mejor a ese Jesús que se compadecía de las multitudes. Aquí he tenido los mayores retos, pero también enormes alegrías, una de ellas es el trabajar con mis hermanas Misioneras de Jesús Hostia. Agradezco muchísimo a los vicarios, el padre Arturo y el padre Daniel. Gracias al padre Morton y a Cristina Coronado, ustedes me han enseñado a querer a los migrantes”, mencionó.

El padre Eduardo también expresó otros agradecimientos: al equipo de Periódico Presencia que ha dirigido por estos casi 25 años de su sacerdocio, así como a grupos provida que acompaña como asesor espiritual.
Colaboradoras de Presencia entregaron al sacerdote una placa para recordar su guía por un cuarto de siglo y después de la Eucaristía, el padre Eduardo Alfonso celebró con familiares y amigos en el restaurante La Fiesta.


































































