Mujer de El Paso, Texas explica cómo Dios la bendijo tras su participación en los seminarios del Movimiento María Mediadora, con su sanación del cáncer y la conversión de su esposo agnóstico…
Ana María Ibarra
Sanar de un cáncer que le diagnosticaron como incurable, fue el inicio de un proceso de sanación que Gabriela Rubio experimentó a través de los seminarios que ofrece la Comunidad María Mediadora en la Diócesis de Ciudad Juárez, mediante los cuales aprendió a reconocer que su vida no está en sus manos, sino que es Dios quien tiene el control de ella.
En el proceso, Gabriela, residente de El Paso, Texas, aprendió a tener una relación personal con Jesús a través de la oración, a mirar con los ojos de Dios y a hacer su voluntad.
Sanada de cáncer
Después de haberle ganado la batalla al cáncer de mama hace siete años, en julio del año pasado Gabriela fue diagnosticada con cáncer incurable etapa cuatro en hígado, pulmón, ganglios y huesos.
Angustiada y enojada con Dios, Gabriela se enteró por una amiga de los seminarios de Sanación y Liberación que imparte la Comunidad María Mediadora y decidió acudir.
“Este seminario llegó en el preciso instante, Dios tiene sus tiempos perfectos. El seminario lo tomé en la parroquia San Juan Diego, en El Paso, Texas, un par de semanas después del diagnóstico”, compartió Gabriela.
En aquel momento, recordó Gabriela, la palabra sanación fue lo que hizo que acudiera al seminario, aunque no tenía idea de lo que significaba.
“No sabía a lo que iba, llegué sin saber lo que implicaba ser sanada pero fui con mi mente abierta”, compartió.
En las primeras sesiones Gabriela experimentó de una manera indescriptible la presencia del Espíritu Santo y en cada sesión se fue encontrando con Dios, con quien aprendió a relacionarse a través de la oración.
“Antes oraba solo con la boca. En el seminario aprendí a orar con el corazón, a formar una relación con Jesucristo, a escucharle, no nada más pedirle. Aprendí a hacer su voluntad, a conocerle. Empecé a creer en la intercesión, a creer en Jesús y a creerle”, dijo la entrevistada.
Con la fortaleza que recibía en cada sesión del seminario, Gabriela acudía a sus consultas con su oncólogo en El Paso, Texas, quien se extrañaba de que su paciente no reflejara los efectos secundarios de la quimioterapia en pastillas que le recetaba.
“Durante este seminario me confesé y el sacerdote me dijo que yo no me veía como una enferma de cáncer, que era un milagro lo que estaba sucediendo en mí”, compartió.
Después de dos meses de tratamiento, y justo recién terminado el Seminario de Sanación y Liberación, Gabriela viajó a Houston a su primera cita con otro oncólogo.
“Fui con la bendición bien puesta, con mucha seguridad. El doctor entró al consultorio espantado, confundido, y me notificó que el cáncer en el hígado, los pulmones y los ganglios ya no estaban, aunque todavía había actividad en los huesos, pero todo lo demás está limpio”, dijo Gabriela llena de paz y agradecimiento.
Entregada a Dios
Al regresar de Houston, Gabriela dio su testimonio a la comunidad de María Mediadora y se dispuso a tomar el taller “Armadura de Oración”.
“Siempre que iba a Houston era un pelear con mi esposo. Después del taller, el siguiente viaje fue tranquilidad. En ese momento confié todo en manos de Jesucristo. Aprendí que no soy quien tiene el control de mi vida”.
Luego Gabriela acudió al Seminario de Restauración Económica donde descubrió qué lugar estaba dando a Dios en su vida, y al darle a Dios el lugar que merece, su situación económica también sanó.
“El día que inició este seminario, mi jefe me quitó la mitad de mis clientes. Trabajo en ventas y al saber eso lloré. Cuando reconocí qué lugar debo darle a Dios en mi vida, mis ventas subieron con los clientes que me dejaron, nunca había estado en un porcentaje tan alto”, expresó Gabriela.
Y agregó: “No puedo decir no lo creo, ¡claro que lo creo! porque yo no tengo el control de mis ventas, ni mi jefe, siempre y cuando pongamos a Jesús en el lugar que se merece, Él se va a encargar de todo”.
Una sanación continua
Actualmente, Gabriela está tomando el seminario “Para ser libre te liberó Cristo” y aunque aún le quedan lesiones de cáncer en algunos huesos, la entrevistada está convencida que el Señor la sanará totalmente en el momento oportuno.
“Dios me dejó poquito cáncer en los huesos porque como Padre bueno su trabajo es cuidarnos. Él sabe en qué momento estaré lista para dejarme volar, pero si aquí siguen las lesiones, son para que no se me olvide que Él sigue conmigo”, dijo convencida.
Aunque Gabriela reconoce que no es fácil abandonarse a Dios, con los seminarios que imparte María Mediadora ha fortalecido su fe y la confianza en Dios venciendo su enfermedad y sabiendo que Jesús está de su lado.
“En las primeras sesiones sentí el Espíritu Santo sobre mí, lloré mucho y ya no fue lo mismo, en ese momento me di cuenta que todo está en manos de Dios, que no tengo el control, es Él quien tiene el control, y estoy aprendiendo a vivir según su voluntad”.
Gabriela ha decidido continuar en este proceso de sanación y al concluir los seminarios tomar la formación necesaria para integrarse al equipo.
“Será cuando Dios quiera y voy a poner de mi parte, como la comunidad me guie ahí estaré sirviendo a mi Señor”, expresó.
Esposo converso
Los frutos de esta sanación Gabriela la ha visto reflejada también en su familia, pues su esposo, que viene de una familia agnóstica, hace dos semanas se declaró católico.
Así, con tan preciosos frutos y con el corazón bien dispuesto a seguir aprendiendo para después trasmitir lo que ha ido recibiendo, Gabriela agradeció a Dios por haberle puesto en el camino este seminario que la llevó a su encuentro.
Agradeció también al equipo de María Mediadora por su dedicación y entrega.
“Definitivamente son ángeles, servidores de mi Señor Jesús, traen fortaleza celestial y están llenos del Espíritu Santo. Gracias por sus enseñanzas, por el carisma que tienen, por su perseverancia, que es la que me tiene aquí y me ha abierto los ojos del alma”.
Gabriela invitó a todas las personas que tengan la oportunidad, a que asistan a estos seminarios.
“Si Dios nos está llamando no hay que hacernos sordos, ni ciegos, hay que abrirle el corazón, esa es una oportunidad preciosa y hay que aprovecharla, hay que abrirle la puerta. “Así como me sanó a mí, como me enseñó que soy su hija amada, así los puede sanar a ustedes, hay que despertar el corazón, pedir más amor, y esto lo podemos lograr a través de estos seminarios”, finalizó.
Frase…
“Así como me sanó a mí, como me enseñó que soy su hija amada, así los puede sanar a ustedes, hay que despertar el corazón, pedir más amor, y esto lo podemos lograr a través de estos seminarios”, finalizó.