Así como el estrés nos aleja de del amor y nos roba la paz, un acercamiento amoroso a Jesús y a nuestros hermanos reduce nuestros niveles de estrés y nos puede abrir las puertas a niveles superiores de la serenidad amorosa que caracteriza a la felicidad genuina.
Así lo explicó el psicólogo católico Andrés de Anda, consultado sobre el tema que hoy mantiene a un alto porcentaje de la población, -incluso la que practica la fe y la espiritualidad- en un constante pleito consigo mismo y con su entorno.
El estrés desconecta a la persona de sus seres queridos y de su realidad, y hace muy difícil cuidar las elevadas necesidades del alma, “sentir el amor de Dios” y llegar a la felicidad plena.
-Andres de Anda
Presentamos la entrevista que concedió el profesionista sobre el tema.
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¿Qué es el estrés?
El estrés es la reacción fisiológica del cuerpo que nos prepara para pelear o huir ante una situación que la mente identifica como amenazante. En la actualidad esas circunstancias amenazantes son las presiones laborales, económicas, de convivencia familiar y de salud o tan simples, pero igualmente perjudiciales, como el tráfico lento, un mal comentario en el Facebook o no poder comprar ropa de marca. Este tipo de estresores están tan presentes en nuestra vida cotidiana que nuestro cuerpo se vuelve adicto a la química del estrés y la mente se habitúa a juzgar con rigidez a las personas y las circunstancias mediante un frenético diálogo interno que rechaza y pelea constantemente contra cada aspecto de nuestra realidad diaria.
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¿Cómo se relaciona con la ansiedad y con la depresión?
El estrés tiene una estrecha relación con la ansiedad en cuanto que ambas son la respuesta fisiológica de pelear y huir que tiene como raíz el miedo: miedo a llegar tarde, a ser rechazado, a no poder pagar un recibo, etc. pero la ansiedad es un miedo más grande y menos focalizado. Es la sensación de que algo muy malo va pasar, que no vamos a poder impedirlo y que ni siquiera logramos identificar con claridad. La ansiedad suele ser un miedo que no nos atrevemos a enfrentar pero también puede ser provocada por una enfermedad, por medicamentos o sustancias como el café, el cigarro, el alcohol o las bebidas energéticas. Es cada vez más frecuente que la ansiedad surja tras un período prolongado de estrés elevado o después de un episodio de estrés extremo.
La depresión suele presentarse como consecuencia de la fatiga física y emocional que genera un período prolongado o intenso de estrés o ansiedad y como una especie de derrotismo emocional ante la sensación de incapacidad para lograr la paz interior y ser feliz. Es muy frecuente que la ansiedad y la depresión vengan juntas.
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¿Cómo afecta el estrés la vida espiritual?
La esencia misma de la vida espiritual es nuestra capacidad de relacionarnos amorosamente con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos disfrutando de la paz interior que deriva de ello. El estrés vuelve esas relaciones conflictivas debido a que nos convierte en personas irritables o aisladas con lo cual se busca la confrontación o el aislamiento evasivo en lugar de la comunicación comprensiva, la solidaridad, la compasión, la gratitud y el perdón. Es muy difícil sentir el amor de Dios mientras estamos desconectados amorosamente de nuestros seres queridos y de nuestra realidad. Además, una estrategia frecuente para combatir el estrés es recurrir al alcohol, drogas, pornografía, apuestas, redes sociales y toda clase de placeres sin amor que propician las adicciones que nos impulsan a tratar de satisfacer los insaciables deseos del ego descuidando las elevadas necesidades del alma.
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Y por el contrario, ¿Cómo la espiritualidad puede ayudar a combatir el estrés?
El estrés y la espiritualidad profunda son incompatibles, esto implica que a mayor estrés menos espiritualidad y a mayor espiritualidad menos estrés. Así como el estrés nos aleja de del amor y nos roba la paz, un acercamiento amoroso a Jesús y a nuestros hermanos reduce nuestros niveles de estrés y nos puede abrir las puertas a niveles superiores de la serenidad amorosa que caracteriza a la felicidad genuina.
Hay personas que consideran que necesitan estrés para sentirse vivos, pero en realidad es la adicción a la adrenalina y el síndrome de abstinencia cuando no hay estrés lo que está guiando su vida y no la búsqueda y el disfrute del encuentro entre lo divino que hay en nosotros con la fuente inagotable de amor que es Dios.
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¿Qué nos dice la palabra de Dios acerca de este tema?
El concepto estrés es moderno, pero la pérdida de la paz por entregarnos a los afanes de la vida es milenario y en la Santa Biblia podemos encontrar muchas referencias a ello. Aquí dos ejemplos:
Filipenses 4:6-7, «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús».
Isaías 26:3, «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado».
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En nuestra condición de hijos de Dios, ¿Cómo debemos cuidarnos del estrés?
Recomiendo que no perdamos de vista la importancia de aprender a asumir amorosamente la responsabilidad de cambiar todo aquello que está en nuestras manos para mejorar la calidad de nuestras relaciones y dejarle a Dios lo que escapa a nuestras posibilidades. Rendirnos cotidianamente a la voluntad de Dios nos ayuda a no caer en la tentación estresante de pretender controlar a las personas y a las circunstancias. Tomar como modelo a Jesús nos permite desarrollar la capacidad de amar al prójimo de manera más incondicional y de estresarnos menor aceptando las imperfecciones de ellos y las nuestras como parte implícita a nuestra condición humana y como guía que nos señala el camino de crecimiento personal. Amar la realidad que Dios tiene para nosotros a cada momento es el antídoto espiritual más poderoso contra el estrés.