Diana Adriano
Durante el pasado fin de semana del 16 al 18 de febrero, la comunidad juvenil de la parroquia San Vicente de Paúl se sumergió en una experiencia espiritual centrada en el amor de Dios.
Andrés Orozco, coordinador general de SVP Juvenil, informó que los jóvenes participaron en un evento anual conocido como «Dios es Amor».
“Dios es Amor” es un evento que se realiza cada año, desde el 2017, en el que a través de la música, la misión, la caridad, los bailes y dramatizaciones, se busca demostrar el amor divino hacia la comunidad.
El viernes 16 de febrero, los jóvenes presentaron dos dramatizaciones significativas: una sobre la Resurrección y otra que abordó el tema de la lucha contra las adicciones, con el objetivo de transmitir mensajes de esperanza y redención a todos los asistentes al evento.
El encuentro se llevó a cabo en el templo parroquial, en el que además se destacaron las alabanzas a cargo de un coro juvenil, que elevó la espiritualidad del encuentro.
Todos los participantes son jóvenes de la comunidad, lo que refleja el compromiso y la unidad de la juventud parroquial en torno a su fe.
Entrega desinteresada
Luego, el sábado 17 de febrero, los jóvenes visitaron a personas de la tercera edad en lo que representó una conmovedora experiencia.
Armados con sonrisas y cálidos corazones, los jóvenes compartieron momentos de compañía y afecto con los residentes de un hogar de ancianos de la zona.
«Creemos que estos eventos son para recordar el amor que Dios nos tiene a cada uno de nosotros, que es personal e incondicional. No es un amor como el nuestro, sino que es el amor en plenitud», expresó Andrés.
Por otra parte, el domingo, la acción de amor continuó en el centro de la ciudad, donde los jóvenes salieron a las calles con pancartas y corazones para proclamar el mensaje de que «Dios es Amor».
Con gestos simples pero significativos, como repartir corazones y compartir palabras de aliento, los jóvenes irradiaron la esencia misma de su fe: el amor incondicional de Dios por toda la humanidad.
Andrés afirmó que aprender a amar como Dios ama, promueve la felicidad y fomenta la caridad y la misericordia hacia los demás.