Diana Adriano
En el contexto de la Cuaresma, el padre Daniel Samaniego, vicario de la parroquia Nuestra Señora de la Consolación, compartió el valor esencial de la caridad durante este tiempo litúrgico. Hizo hincapié en que la Cuaresma no se trata solo de abstinencia y penitencia, sino también de redescubrir y vivir el mandamiento del amor al prójimo.
Encuentro personal con Dios
El sacerdote instó a la comunidad a un compromiso activo con el prójimo.
“La caridad nos lleva más allá de la mera acción benéfica; nos llama a comprometernos con la justicia y la paz, valores a los que todos estamos llamados a participar».
Asimismo, el padre Samaniego recordó que la caridad encuentra su origen en Dios mismo, “quien nos crea, nos ama, nos salva y nos santifica. En esos tres verbos: crear, amar y santificar, descubrimos el proyecto de plenitud y santidad que Dios tiene para nosotros», enfatizó.
Para el padre Samaniego, vivir la caridad en Cuaresma implica un encuentro personal con Dios, reconociendo fallas y pecados, pero también aceptando el amor y el perdón divinos.
«Dios, como el padre misericordioso de la parábola de Lucas 15, espera pacientemente que nos levantemos y vayamos a su encuentro para entrar en una relación perfecta con Él», reflexionó.
Amar y servir
Para el sacerdote, vivir la caridad implica reconocer que Dios actúa en el otro, en el hermano que camina al lado.
“Es un llamado a ser como el samaritano, mostrando amor y compasión hacia nuestro prójimo, reconociéndolo como hijo de Dios”, dijo.
Al hablar sobre el llamado de Dios a sus hijos de amar y servir, el padre Daniel resaltó el papel fundamental de la caridad como un pilar que permite reconocer al otro como un hermano.
“Así vemos que aspectos esenciales de la caridad son estas acciones: Detenernos para encontrar al otro, reconocer su dignidad como persona y entender que hay una vida ante nosotros “, afirmó.
Formas de caridad
Al ser cuestionado sobre cuáles son las formas de caridad perfectas para realizar en la Cuaresma, el padre Daniel dijo que Dios ha dejado la guía perfecta para amar al prójimo a través de las Obras de Misericordia.
En su reflexión resaltó la importancia de visitar a los enfermos, los encarcelados y los ancianos en asilos, pero enfatizó en la necesidad de brindarles un tiempo de calidad y atención amorosa.
Y quiso destacar dos actos de caridad que, para él, son escenciales en los tiempos modernos.
Escucha
«En este tiempo de Cuaresma, propongo un acto de caridad que a menudo pasamos por alto: escuchar», expresó el padre Samaniego.
«En un mundo dominado por la prisa y la superficialidad, hemos perdido la habilidad de reconocer al otro como una persona digna de atención y cuidado».
Por ello convocó a la comunidad a tomarse el tiempo para escuchar verdaderamente a quienes los rodean, ofreciendo un oído comprensivo y amoroso a aquellos que necesitan ser escuchados.
“El simple acto de escuchar puede ser un poderoso gesto de caridad, amor y compasión”, puntualizó.
El sacerdote dijo que una actitud de escucha activa y compasiva puede hacer a la persona reconectar con su propia humanidad y que esto le permita cultivar relaciones más auténticas y significativas con los demás.
“En este tiempo de Cuaresma, la verdadera caridad no solo se manifiesta en acciones tangibles, sino también en nuestra disposición para estar presentes y escuchar a quienes nos necesitan”, dijo.
Orar por los difuntos
Un segundo acto de caridad propuesto por el padre Daniel para esta Cuaresma 2024, es “orar por los difuntos”.
“Debemos recordar y rezar por aquellos que han fallecido durante la pandemia de COVID-19, así como por las víctimas de la violencia que azota nuestra ciudad”, dijo.
“Aunque hayan pasado cuatro años desde el inicio de la pandemia, no debemos olvidar a quienes perdieron la vida a causa de ella», enfatizó.
Sobre las víctimas de la violencia, que siguen siendo tan numerosas como en los años más aciagos para Ciudad Juárez (2008-2012), el padre Daniel pidió ofrecer un momento de reflexión y compasión por sus almas e igualmente rezar por los familiares y seres queridos que aún sufren dolor por su ausencia.
En este sentido, recordó orar no solamente por personas conocidas, sino especialmente por aquellos que han sido olvidados o han sido apartados de la presencia divina.
“Es nuestra responsabilidad como hermanos en la fe llevar en oración a todas aquellas almas que no tienen quien ore por ellas, y presentarlas al Señor; ese es un verdadero acto de caridad», agregó.
RECUADRO
10 sencillos actos de caridad
Toda obra de caridad auténtica es una manifestación concreta del amor de Dios a los hombres y por ello se vuelve anuncio del Evangelio.
Estos son algunos actos sencillos de caridad que muchas veces pasamos por alto pero que, en su sencillez son manifestaciones concretas del amor de Dios.
¡Que en este tiempo de Cuaresma, los gestos de caridad, cumplidos generosamente, permitan a cada uno avanzar en el camino hacia Cristo, que no cesa de salir al encuentro de los hombres! (Benedicto XVI)
- Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre!
La felicidad del cristiano es una bendición para los demás y para uno mismo. ¡Quién tiene a Cristo en su vida no puede estar triste!
- Dar las gracias siempre (aunque no «debas» hacerlo).
Todo lo recibes como un regalo, nada te «lo deben» aunque hayas pagado por ello. Da siempre las gracias. Es más feliz quien es agradecido.
- Saludar con alegría a quien ves a diario.
Al saludarlo le recuerdas que es importantísimo lo que hace. Tanto tu trabajo como el de él/ella se hace más a gusto si le haces ver que es valioso para otros, que su presencia cambia las cosas.
- Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita.
No importa si es un problema de matemáticas, una simple pregunta o alguien que tiene hambre ¡jamás sobra la ayuda! Todos necesitamos de los demás.
- Celebrar las cualidades o éxitos de otro.
Simples frases como «¡Felicidades!», «Me alegro mucho por ti» o «Ese color te queda muy bien» le han hecho el día a tu compañero y nos ayudan a vernos entre nosotros como Dios nos ve.
- Ayudar cuando se necesite para que otro descanse.
Esto se vive en las familias: cuando uno descansa otro trabaja. Nada más hermoso que saber que alguien más ya comenzó a hacer algo que necesitabas por ti o que siempre puedes pedir ayuda.
- Corregir con amor, no callar por miedo.
Corregir es un arte. Muchas veces nos encontramos en situaciones que no sabemos manejar. El mejor método es el amor. No tengas miedo de corregir y ser corregido, eso es una muestra que los demás apuestan por ti y quieren que seas mejor.
- Limpiar lo que uso en casa.
Hay una voz dentro de ti que te dice que deberías ayudar un poco más de lo que quisieras… Y sorprendentemente te sientes muy bien de hacerlo.
- Ayudar a los demás a superar obstáculos.
Ayudar a alguien a alcanzar el transporte, a cargar sus maletas, a cruzar la calle o regalarle unas monedas para que pueda pagar. Esos detalles nunca se olvidan. Eres el extraño que aún cree en la humanidad.
- Llamar por teléfono a tus padres.
Tus padres aún se conmueven cuando les haces saber que piensas en ellos. Estar atentos a lo que necesitan o simplemente saber cómo están es algo que no te cuesta mucho y es un gesto enorme de gratitud.