Claudia Iveth Robles
Rodeado de la comunidad diocesana y de algunos de sus familiares, el pasado martes 15 de mayo monseñor Isidro Payán celebró una misa de acción de gracias por sus 90 años de vida.
En la misa, monseñor estuvo acompañado de sacerdotes, familiares y amigos que junto a él se alegraron por el don de su vida y su ministerio sacerdotal.
La misa se llevo a cabo en el templo de El Señor de la Misericordia, fue presidida por el propio sacerdote festejado, y concelebrada por los sacerdotes Agustín Navarro, Freud Cuellar, Víctor Fernández, Jorge González, Antonio González, Juan Carlos López, José Solís, Gregorio Ciria y el diácono permanente Abraham Gutiérrez.
Ante un templo abarrotado, monseñor Payán, uno de los fundadores de esta diócesis, se alegró de ver “caras viejas conocidas”, como él mismo dijo, ya que a lo largo de sus más de 63 anos de sacerdote mucha gente lo ha conocido.
Monseñor inició su homilía con una frase del Evangelio: “La obra que me encomendaste”, refiriéndose al llamado que recibió al sacerdocio.
Presentó cinco anécdotas que lo han marcado tanto en su vida personal, como en su vida sacerdotal:
Cinco anécdotas
La primera, que a meses de nacido, una hermana mayor de su papá expresó: “qué manos tan blancas y hermosas, parecen manos de sacerdote”, relató monseñor Payán, quin dijo que quizás su tía era ‘profetiza’.
“Cuando el obispo Guízar y Valencia ungió sus manos al ordenarlo sacerdote, también ungió las de su hermano Alfonso y les dijo: que todo lo que bendigan y consagren estas manos, quede bendito y consagrado”, dijo monseñor recordando la anécdota.
Agregó: “De mi sacerdocio lo que más me ha encantado es celebrar la Eucaristía y hacer que los fieles participen en ella”.
La segunda anécdota que recordó fue de cuando era un niño de 10 años que dibujaba en la arena mojada figuras que parecían templos o capillas,
“Dios quiso que lo hiciera, como si fuera un anuncio de la construcción de San Vicente, o la reconstrucción de Catedral”, compartió Monseñor Payán, constructor de tales templos en la diócesis.
Su tercera anécdota se refirió a cómo sus padres lo enseñaron a él y a sus once hermanos a ser trabajadores y solidarios, lo cual, dijo, ayudó en su quehacer como sacerdote, ya que fue incansable promotor del diezmo, del fondo común y del seguro sacerdotal.
Da gracias
El festejado combinó su cuarta y quinta anécdota hablando sobre cómo recibió el llamado vocacional y cómo fue su respuesta. Y finalmente agradeció a Dios por haberlo hecho sacerdote para esta diócesis.
“Alabado y glorificado seas, Señor, porque nos has llamado a ser, particularmente a obispos y presbíteros, instrumentos del amor de Dios, así sean cinco o 50 años, todo es por la gracia de Dios” puntualizó al dar gracias a Dios por sus 90 años de vida.
Al final de la Eucaristía, se entonaron “Las mañanitas” en honor a Monseñor Payán, que sonaron mientras los fieles lo saludaban y felicitaban afectuosamente.