Manual básico para ser un católico sin complejos. Seguimos revisando algunas leyendas negras sobre la Iglesia a lo largo de la Historia…

José González Horrillo/Autor católico
En el año 1515 el Papa León X promulgó una indulgencia a favor de quienes diesen limosna para terminar las obras de la Basílica de San Pedro en Roma. Los abusos que se cometieron con tal motivo indignaron a muchos católicos, entre los que se encontraba el monje agustino Martín Lutero, quien acabó atacando las bases mismas de las indulgencias. El Papa lo invitó a retractarse, pero Lutero rehusó, consumándose el cisma en 1521.
No vamos a negar que al terminar la Edad Media se dieron numerosos casos de corrupción y degradación moral entre el Clero de nuestra Iglesia, creando un estado de malestar entre los católicos de buena voluntad; pero eso no justifica que alguien se crea con el derecho de dividir y dañar la gran obra de Cristo que es la Iglesia. Cuando una familia tiene problemas, se lucha por solucionarlos, no se destruye la familia.
División religiosa
Aunque las indulgencias fueron el detonante del cisma, Lutero fue más allá todavía dirigiendo sus ataques hacia el celibato, las misas de los difuntos y la legislación eclesiástica. Negó que en la Eucaristía el pan se convirtiese en Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre, luchó contra el culto a la Virgen y a los santos, pidió el matrimonio de los sacerdotes y el establecimiento del divorcio, y afirmó que sólo la fe en Cristo puede salvar, por lo que las buenas obras y los sacramentos no sirven de nada. Afirmó, además, que la Iglesia no tiene ningún representante en la tierra, aunque sí precisó la necesidad de ministros que ayudasen a los feligreses a encontrarse con Cristo, tarea difícil, ya que consideraba a la naturaleza humana como incapaz de hacer el bien.
En 1555 la Paz de Augsburgo reconoció legalmente la división religiosa, surgiendo posteriormente un sin fin de opiniones y sectas basadas en el principio de la libre interpretación de la Biblia.
Y a partir de entonces, proliferaron los ataques a la Iglesia basados en los errores y mentiras relacionados con el tema de las indulgencias.
Falsas afirmaciones
Podemos encontrarnos con las siguientes afirmaciones asegurando que es la Iglesia quien las realiza, cuando esto es absolutamente falso:
a)Una persona puede «comprar el perdón» con indulgencias. Falso. Las indulgencias no perdonan los pecados en absoluto. La definición de indulgencia presupone que el perdón ya ha tenido lugar: «Una indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados ya perdonados, en cuanto a la culpa». Las indulgencias sólo conciernen a las penas que permanecen después de que los pecados han sido perdonados.
- b) Las indulgencias fueron inventadas con el fin de obtener dinero para la Iglesia.
Falso. Son una manera de acortar la penitencia sacramental y ya estaban en uso siglos antes de que aparecieran problemas relacionados con el dinero. Además, en el año 1567 y a causa de los posibles abusos, el Papa Pío V canceló todas las concesiones de indulgencias que tuvieran que ver con estipendios u otras transacciones financieras. Es decir, es totalmente falso que una persona pueda comprar indulgencias.
- c) Una persona puede comprar su salida del infierno mediante indulgencias. Las indulgencias sólo remiten penas temporales de los pecados y no la pena eterna del infierno.
- d) Una persona puede comprar indulgencias para pecados aún no cometidos. Las indulgencias no se pueden aplicar a pecados futuros, no es un «permiso para pecar». Su beneficio recae únicamente sobre faltas perdonadas en confesión con anterioridad.
- e) Una indulgencia acortará el tiempo en el purgatorio en un número fijo de días. En primer lugar, se desconoce lo duradero que puede ser el purgatorio para cada persona concreta, y en segundo, hoy en día no se asocian cantidades de días con las indulgencias, que pueden ser plenarias o parciales. Sólo Dios sabe exactamente lo eficaz que es una indulgencia.
- f) Si la Iglesia tiene todos los recursos y el poder de borrar todas las penas temporales de las personas, ¿por qué no lo hace?
Efectivamente, Jesús dio el poder a la Iglesia para «atar y desatar», como dice el Evangelio; pero la Iglesia no puede borrar todos los pecados temporales porque su remisión depende de las disposiciones de las personas que sufren las penas. El arrepentimiento y la fe son necesarios para la remisión de las penas temporales.
Evidentemente, nos encontramos con el habitual problema de que muchas personas creen que la Iglesia dice cosas que no dice, sino que son cosas que los enemigos de la Iglesia dicen que ésta dice.
RECUADRO
Iglesia y Nazismo
Si mala intención era la que encontrábamos en los que siguen empeñados en relacionar a la Iglesia con el Franquismo, mucho peor es todavía la de aquellos que intentan vincularla con Hitler y el Nazismo, especialmente atacando de forma injusta y con mentiras a las figuras de algunos papas.
Pío IX es acusado injustamente de ser enemigo de los judíos cuando es precisamente a él al que se debe la liberación de los judíos de Roma, el 17 de abril de 1848. El mismo Papa decretó la abolición de indignos y humillantes cumplimientos con los judíos, que, gracias a él, dejaron de ser considerados como extranjeros en Italia. Realizó concesiones notables a los judíos, los hizo partícipes de las limosnas papales y los liberó del tributo que todos los años, con humillante cortejo, debían llevar al Capitolio. Además, el 21 de febrero de 1828 las autoridades religiosas judías de Alemania enviaron un mensaje al Vaticano en el que se podía leer: El nombre de Pio IX nos causa respeto y amor, pues conocemos los beneficios que desde el principio de tu reino has ofrecido a nuestros hermanos.
A Pío XI se le acusó de ser amigo de Mussolini porque durante su papado se firmaron los Acuerdos de Letrán (1924) por los que se creaba el Estado de la Ciudad del Vaticano, estado independiente y neutral. La realidad es que esto suponía una separación de la Iglesia de la Italia del dictador fascista.
Salvó judíos
El que sale peor parado es, sin duda, Pío XII, cuyo papado tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial y continuó durante la Guerra Fría, que creció entre los aliados que derrotaron a Hitler y los poderes del Eje. A este buen Papa le han acusado de guardar silencio frente al Holocausto, cuando la realidad es que lo denunció y lo anunció al mundo una y otra vez. Durante la ocupación de Italia por las tropas del III Reich, Pio XII pidió instrucciones expresas para que tanto en el Seminario Romano como en la Universidad Gregoriana y en las iglesias de Roma y conventos pudieran ser escondidos los judíos. Se les facilitó además documentación falsa omitiendo su condición de hebreos para evitar que fueran perseguidos por los nazis.
La Iglesia Católica, bajo el liderazgo de Pío XII, está acreditada por salvar cerca de un millón de judíos de muerte certera durante la contienda. Cuando Pío XII murió, muchas comunidades hebreas manifestaron abiertamente su reconocimiento hacia aquel Papa que había librado a innumerables judíos de la deportación y la muerte. Es más, los archivos de la CIA, que recientemente han sido puestos a disposición de los investigadores, revelan que en su mensaje de Navidad de 1942 el Papa Pacelli (Pío XII) solicitó ayuda para aquellos centenares de miles de personas que -sin falta de su parte, sino por razón de su raza o nacionalidad- están condenados a una exterminación gradual.
Relacionar a la Iglesia Católica con el nazismo es, además de repugnante, totalmente ridículo, ya que Hitler declaró la guerra sobre la Iglesia desde el principio. Además, Hitler consideraba a Pío XII «su enemigo», y en diversas ocasiones dijo que, una vez terminada la guerra, habría eliminado para siempre en Europa tanto a la Iglesia como al cristianismo, a los que consideraba como un producto del judaísmo.
De todas formas, no necesitamos dar más pruebas de la falsedad de esta acusación si tenemos en cuenta que los mismos que la desmienten son los propios judíos que, además, se sienten agradecidos y así lo expresan -en documentos escritos que se pueden comprobar- a la Iglesia y a los papas calumniados por los enemigos declarados de esta Santa Institución.
Las riquezas de la Iglesia
Hemos dejado para el final de esta primera parte, tal vez, el asunto más criticado, atacado, distorsionado y manipulado de todos, que además nos servirá para enlazar con la segunda parte dedicada a la Iglesia y a la moral.
¿Quién no ha oído alguna vez algunas de las siguientes preguntas?: ¿Por qué la Iglesia tiene tantas riquezas?, ¿Por qué no vende todo y se lo da a los pobres? Los «tesoros» de la Iglesia -como lo llaman algunos- son un tesoro cultural, espiritual e histórico, pues se trata de iglesias, imágenes, cuadros, frescos, cálices, ornamentos, etc. Estos «tesoros» no tienen ningún valor comercial ni financiero, sólo artístico. Están dedicados al culto divino en templos o expuestos en museos que conservan el patrimonio cultural de dos mil años de cristianismo. No olvidemos que estos «tesoros» han sido el fruto de donaciones voluntarias a la Iglesia y, normalmente, quienes han cuidado de ellos han sido personas que vivieron voluntariamente la pobreza. ¿A quién le gustaría que le vendieran lo que él ha donado?
Los bienes que tanto escándalo causan son una propiedad legítima de una institución con dos mil años de historia. No han sido robados ni saqueados, como, por otra parte, sí lo han sido muchos de los tesoros históricos, artísticos y culturales de los más grandes museos del mundo. En este caso, como ya se ha dicho y se repite con toda intención, han sido fruto de donaciones explícitamente hechas para este fin: gente que ha regalado sus propios bienes a fin de que fueran usados para el culto divino, la educación, la formación del pueblo fiel, el Santo Padre, etc.; es decir, su legitimidad está fuera de duda. Además, el mantenimiento de esos bienes no supone gastos extraordinarios que podrían destinarse a la lucha contra el hambre, ya que se auto mantienen con el valor de las entradas a museos, contratos, etc.
¿Quién ayudaría a los pobres?
Sobre el tema de vender todas las «riquezas» de la Iglesia y darlo a los pobres, habría que hacerse algunas preguntas: ¿a cuántos pobres les ayudaría y por cuánto tiempo? Hay estadísticas según las cuales, si se vendiera el Vaticano, sólo se daría de comer a los pobres del mundo durante tres días. Por el contrario, muchos serían los ricos que aumentarían su fortuna con las compras realizadas. Esta venta, ¿no sería, más bien, un empobrecimiento inútil para la Iglesia? Por otra parte, esto es lo que estarían deseando los que pretenden acabar con ella. Además, con la Iglesia arruinada, ¿quién ayudaría a los pobres?
Podríamos añadir que cualquier Estado del mundo, con un pequeño porcentaje de su presupuesto anual, podría posiblemente aportar mucho más que la venta de todo el Vaticano, territorio incluido. Además, el problema de la pobreza no se arregla con una donación. Es un problema de desarrollo y requiere un flujo permanente de recursos.
La Iglesia no vende sus riquezas porque sería un gravísimo error, pero podemos asegurar que es la institución que más ha hecho y sigue haciendo en beneficio de los pobres. Si el Vaticano no existiera, la situación de los pobres sería aún mucho peor, ya que desaparecería el mayor benefactor de los necesitados.
No debemos olvidar tampoco quién inventó las universidades y los hospitales, quién promocionó la educación a través de los siglos, quién se ha dedicado a atender a los minusválidos, a los huérfanos, inmigrantes, moribundos, chicos de la calle, enfermos de SIDA, etcétera.
La Iglesia destina a obras de caridad un tanto por ciento de sus ingresos brutos mucho mayor que cualquier otra institución o país del mundo. Es, con diferencia, quien más se preocupa por los pobres. Y es a ella y sólo a ella, a quien se le pide que se arruine y desaparezca. ¿Por qué?
Comparativo de salarios
Para terminar, informamos de algunos sueldos que cobraron anualmente algunos famosos personajes o anónimos (2006):
- Un obispo. 10.800 euros
- Un cura 7.200 euros
- Presidente de España. 84.460 euros
- Familia Real Española 7.513.370 euros
- Ronaldinho 15.000.000 euros
- Brad Pitt 32.000.000 euros
- Rolling Stones (en una gira) 136.000.000 euros
¡Y se sigue hablando de las «riquezas» de la Iglesia!