* Después de 20 años de servicio y trabajo en la diócesis, el contador público Oscar Fernández Torres solicitó su retiro para disfrutar con su familia el fruto de su trabajo.
Ana María Ibarra
“Me retiro porque ya es el momento de cerrar un ciclo y disfrutar de mis pensiones, mis jubilaciones al lado de mi esposa y viajar a visitar a nuestros hijos. Mientras Dios me lo permita y tengamos fuerzas, queremos disfrutar lo que la vida nos ha permitido tener”, dijo el señor Fernández.
Lleno de agradecimiento y con sentimientos encontrados, el contador de 72 años de edad, 55 de ellos de trabajo ininterrumpido en diferentes empresas, compartió con Presencia su experiencia en la diócesis.
Impulsó oficina contable
Invitado hace veinte años por don Renato Ascencio León, hoy obispo emérito, y por Alfonso Murguía, quien fue miembro del Consejo de Economía de la diócesis, el señor Fernández se integró al gobierno eclesiástico para trabajar en el proyecto de promoción del diezmo con el fin de captar el mayor número de donantes.
“Llegué a establecer ese departamento del diezmo y captación de otros donativos. Una vez iniciado el proyecto del diezmo empecé a profundizar en lo que era una asociación religiosa bajo las nuevas disposiciones y la personalidad jurídica que le acaban de dar unos años antes”, compartió.
Con ese análisis el contador platicó con el obispo y el consejo económico, quienes acordaron dar una estructura más completa a la diócesis.
La nueva oficina se proyectó para encargarse de la contabilidad de toda la diócesis y concentrar toda la actividad económica fiscal, pues aunque algunas parroquias ya realizaban sus reportes contables, con el nuevo esquema se consolidó toda la contabilidad diocesana.
Proyecto del diezmo
En cuanto al proyecto del diezmo el objetivo fue buscar una forma de llegar a aquellas personas que no van o no acuden a las parroquias a dar su diezmo, atraerlas y motivarlas.
Para alcanzar el objetivo, el contador compartió que se propuso a las parroquias sectorizar su territorio y realizar visiteo casa por casa promoviendo y solicitando la aportación del diezmo, lo que obtuvo buenos resultados ya que se introdujo también publicidad en los medios de comunicación.
Otra labor de esta oficina es ser enlace entre asociaciones benefactoras que otorgan algún donativo a parroquias o movimientos, para otorgar facturas deducibles de impuestos.
“ Don Renato me permitió estructurar y organizar esta oficina en la que he trabajado durante 20 años. A lo mejor no he hecho unos logros espectaculares, pero comparada con otras diócesis somos de las más avanzadas en cuando a la organización del diezmo, gracias al apoyo y a la visión de don Renato de que participáramos fuertemente los laicos”, expuso.
Maestro en el Seminario
Además de su trabajo como contador, Oscar Fernández impartió en el Seminario dos clases: Administración parroquial y Relaciones Iglesia y Estado.
“Primero me invitó el padre Guillermo Vargas, cuando era rector, a dar Relaciones Iglesia y Estado. Después don Renato vio conveniente que se dieran clases de Administración Parroquial que impartí cuatro semestres. Pienso que esas clases son muy importantes. Sacerdotes que las llevaron tiene una idea de la información contable y cómo llevar situaciones administrativas”, afirmó.
Dada la importancia de esas clases, el contador público consideró conveniente que también las secretarias se preparen en ese aspecto.
“Nuestros sacerdotes están muy ocupados, tienen muchas actividades y su misión primordial es la evangelización. A las secretarias les dimos este tema de la administración parroquial, es importante que se capacite al personal de la parroquia para que descargue en ellos esas labores de registros contables”, sugirió.
RECUADRO
Experiencia que confirmó su fe
Contento de haber trabajado y aportado sus conocimientos profesionales a la Iglesia, el señor Fernández dijo irse agradecido con don Renato por su confianza, y con sus colaboradores por su apoyo, además de llevarse una bonita experiencia y una confirmación de su fe.
“La relación con don Renato fue excelente, siempre me dio mi lugar, si surgía alguna duda me consultaba, siempre me manifestó su confianza. A don Guadalupe ya lo conocía y ahora que llegó a la diócesis iniciamos el trabajo de continuidad que llevábamos. Con la mayoría de los sacerdotes tuve buena relación. De mi parte a ellos siempre hubo un respeto”, expresó.
“Fue una experiencia muy bonita, muy agradable poder colaborar en la diócesis tantos años, dar un poquito de mi servicio profesional. Me siento muy orgulloso de la oficina en la que trabajé. Enfrentamos situaciones difíciles, pero todo lo pudimos superar”, agregó.
Hombre de fe y servicio, el señor Fernández había trabajado antes en otros proyectos de la Iglesia, en la parroquia La Sagrada Familia, con el padre Martinka en la periferia de Juárez y en el SINE.
“Este trabajo en el obispado me confirmó la fe. Parte de mi trabajo y de mi esfuerzo por que nuestra Iglesia no sufriera contratiempos me mantenía. Dios me permitió crear esta oficina, ver su desarrollo y siento que ya está establecida para enfrentar lo que pueda surgir”.
Sentimientos encontrados
“Pude apoyar a nuestra Iglesia. Puse de mi voluntad para ayudar a nuestros sacerdotes. Me voy muy contento, muy agradecido de que me hayan dado la oportunidad de trabajar 20 años”.
“Siempre hay tristeza y melancolía pero a la vez alegría de haber colaborado y establecido una oficina que está trabajando a beneficio de nuestra diócesis. A mis colaboradores les debo mucho estoy muy contento por su trabajo, les agradezco mucho su colaboración”, finalizó.