José Mario Sánchez Soledad/Autor
La obra de Don Manuel Talamás Camandari
Don Manuel Talamás Camandari fue obispo de la Diócesis de Juárez desde el 21 de mayo de 1957 hasta el 11 de julio de 1992. Algunos de sus proyectos materiales fueron, junto con la construcción del seminario, las oficinas del obispado, que fue bendecido e inaugurado el 8 de diciembre de 1959 y luego el CEDEC y CECADE. La primera piedra del Seminario fue colocada el 7 de septiembre de 1958 en una fiesta popular en la que participaron todas las parroquias. El 8 de septiembre de 1963 comenzó sus tareas el nuevo Seminario Conciliar de Ciudad Juárez, en unas instalaciones todavía muy precarias. El primer equipo formador estaba constituido por el padre Hugo Blanco como rector y otros sacerdotes locales y foráneos. La diócesis ha tenido varios periódicos diocesanos. Un gran intento de difundir la enseñanza y la vida de la fe, además de tener un medio de comunicación con los fieles, fue la fundación y edición semanal del periódico Criterio, que tuvo a monseñor Carlos F. Enríquez como responsable, y después a Elías Mendoza como director. Luego vino el semanario Renovación del padre Lorenzo Lucero. Los padres Enríquez y Lucero fueron precursores del semanario actual, Presencia, que vio la luz por primera vez el 12 de diciembre de 1993.

En l960, muchos moradores del centro de la ciudad que vivían en vecindades comenzaron a irse a la periferia para posesionarse de algunos terrenos baldíos en lomas y arroyos del poniente y sur poniente de la ciudad. De la noche a la mañana se crearon muchas colonias. Gracias a la petición de algunos fieles de la Colonia Zapata, el obispo colocó la primera piedra del templo del Espíritu Santo el 16 de Febrero de 1961.
Don Manuel Talamás designó a muchos sacerdotes un espacio en la periferia de la ciudad, para que allí se atendiera a los fieles y se les construyera un templo. Así nacieron los templos de Nuestra Señora de Lourdes, San Miguel Arcángel, la Preciosísima Sangre, San Vicente de Paúl, Santo Niño, Dios Padre, San Martín de Porres, Verbo Encarnado, El Buen Pastor y otros.
Al erigirse la Diócesis de Ciudad Juárez, su primer obispo don Manuel Talamás vino acompañado de los sacerdotes Isidro Payán y Lorenzo Lucero. Como primer sacerdote ordenado en la naciente diócesis se unió al equipo el padre Refugio Montoya.
Y no se pueden dejar fuera otros sacerdotes que acompañaron los primeros pasos de la grey católica juarense: Carlos Enríquez, Arturo Balderrama, Eduardo Ortiz, Jerónimo Olvera, Rubén Solís, Juan Antonio Figueroa, Rafael Chavarría, Roberto Alonso, Roberto Rodríguez, José de Jesús Oviedo, Juan Manuel Villaseñor, José María Castro y Arturo Valenzuela. Es imposible dejar de mencionar a los sacerdotes dominicos que colaboraron en esta diócesis unos 5 años después su erección y entre ellos el siempre querido y recordado padre Saturnino García.

Pie de foto
Interior de la Capilla del Seminario de Ciudad Juárez construido por Don Manuel Talamás Camandari
El Concilio Vaticano II
La Santa Sede había solicitado a todos los obispos del mundo sugerencias sobre temas que consideraban oportuno se trataran en el Concilio Ecuménico Vaticano II. Don Manuel Talamás fue el obispo mexicano que más envió.
El 11 de octubre de 1962 comenzó esa asamblea eclesial, que duraría hasta el 8 de diciembre de 1965, en cuatro etapas anuales. En todas las sesiones estuvo presente el obispo de Ciudad Juárez. En una de ellas, en contra de la casi totalidad del episcopado mexicano, Talamás abogó por la instauración del diaconado permanente para hombres casados.
La Conferencia de Obispos Mexicanos le encomendó a él un proyecto para la formación de hombres casados que aspiraran a ser diáconos, el cual obtuvo el 29 de junio de 1972 la autorización de la Santa Sede. Los efectos del Concilio se comenzaron a notar en la diócesis a través del Plan Diocesano de Renovación Pastoral que inició con la Carta Pastoral del día 25 de Mayo de l969.
La Conferencia de Medellín
Con el fin de convertir en acciones pastorales concretas las intuiciones del Concilio Vaticano II, la Conferencia Episcopal Latinoamericana convocó a una II Conferencia General de los Obispos Latinoamericanos. El 24 de agosto de 1968 el papa Paulo VI inauguró la asamblea en Bogotá, Colombia.
Fue designado para participar Don Manuel Talamás y le tocó formar parte del área de estudio denominada “Pobreza de la Iglesia”, que trataba de dar respuesta a un planteamiento inquietante: ¿Está dando la Iglesia en América Latina el testimonio evangélico de libertad ante los bienes materiales?
Una de las conclusiones fue: “Con la ayuda del Pueblo de Dios, esperamos superar el sistema arancelario, reemplazándolo por otras formas de cooperación económica que estén desligadas de la administración de los sacramentos”.
La presencia del obispo de Ciudad Juárez en esta asamblea influiría notablemente en las normas de renovación pastoral diocesana que se promulgarían en la diócesis más adelante, como el no cobro de servicios y basar las finanzas en el diezmo de los feligreses.

































































