- Este es el testimonio de una pareja integrante del Movimiento Encuentro Matrimonial Mundial (México), sobre cómo ha vivido este tiempo de aislamiento, así como algunos consejos para otros matrimonios en la situación.
Muy Amados en Cristo:
Estamos en un tiempo de recogimiento por la contingencia por el coronavirus, que trae al mundo de cabeza. A nosotros, un matrimonio de Encuentro Matrimonial, en que los dos trabajamos, este tiempo se nos hizo extraño al principio, porque sólo íbamos prácticamente a dormir juntos. Por eso, esto lo vimos como algo positivo: más que un problema, como una oportunidad para convivir juntos, como hacía ya mucho tiempo no lo vivíamos.
En realidad lo que hicimos fue traducir nuestro amor en acciones prácticas, como rezar el Rosario juntos, llevar a cabo diálogos que aprendimos como herramienta en el Fin de Semana del Encuentro Matrimonial Mundial, entre otros.
* Yo, Gilberto, este tiempo he valorado a Irma mi esposa en los quehaceres de la casa. Sólo estado ahí y ayudando a la esposa, se da uno cuenta lo que representa el trabajo en casa y el esfuerzo que conlleva. Por otra parte valoro su lealtad, su amor, su entrega hacia mi persona, a veces pienso que hasta exagera, pero así es ella y la admiro y respeto por todo ello. Día a día me he dado cuenta de cuánto la necesito y cuanto la amo, trato de vivir el valor de la paciencia por si se llega a equivocar en algo que dice o hace.
* Yo, Irma, me doy cuenta que Dios nos está permitiendo a través de estos días a Gilberto y a mí vivir una convivencia conyugal, tanto así que me atrevería a compartir, que no habíamos vivido en nuestra relación matrimonial algo así. En estos días que pareciera que el mundo se ha detenido, Dios Nuestro Señor se hace presente en nuestro diario vivir y convivir, Gilberto y yo, por medio de nuestras oraciones diarias, estamos viviendo plena y verdaderamente el estar el uno para el otro.
Un ejemplo
Una de las formas como estamos viviendo es: después de almorzar rezamos nuestro rosario diario, en un ambiente de silencio y meditación, como cuando hacemos nuestras visitas al Santísimo, pero por la situación que estamos viviendo ahora no podemos hacerlo físicamente, aunque sí reflexionando en nuestra casa, lo cual nos da esa energía y fortaleza para caminar durante el día sin salir de nuestra casa.
Me encanta ver a mi marido como hace el mejor de sus esfuerzos, para ayudarme en los quehaceres de la casa, como lavar trastes y sacar la basura. Esta convivencia me hace recordar aquellos primeros días de nuestro matrimonio, cuando recién casados que estábamos en casa los dos solos, como cuando empieza uno a caminar en compañía del otro.
Hoy gracias a Dios ya no estamos solos, tenemos dos hijos y dos nietos que están muy pendientes de nosotros, pero por el bien de todos no los vemos, cada quien en sus casa en estos momentos de contingencia.
Dentro de lo triste y tremendo de la situación de esta pandemia nos ponemos a reflexionar y percibimos el gran amor de Dios hacia cada uno de nosotros. Sólo cerramos nuestros ojos y podemos sentir el gran amor que Él nos tiene como sus hijos amados.
Ya después de comer, dialogamos sobre algún tema que queremos profundizar, pero platicamos desde los sentimientos y con confianza.
Así, esta convivencia entre nosotros nos está enseñando a vivir de una forma diferente, empezamos y terminamos poniéndonos en manos de Dios Nuestro Señor y damos gracias por permitirnos un día más de vida.
Día corto
Cuando se acerca la cena descubro que hasta corto se hace el transcurrir diario, ya que los dos nos ayudamos en los quehaceres de la casa.
Y mientras estamos preparando algo para cenar, Gilberto toca algún instrumento ya sea la guitarra o el teclado, y se pone a cantar alguna alabanza.
Pero también nos damos tiempo de saludar a los amigos por teléfono, o para platicar con nuestros hijos y nietos en un whatsapp familiar diciéndonos todo lo que nos queremos y lo que nos hacemos falta.
También tenemos nuestro tiempo para sentarnos uno al lado del otro en un sillón de la sala para disfrutar viendo alguna película, con sus respectivas palomitas, alguna fruta o gelatina, al reflexionar sobre todos estos años de nuestro matrimonio.
Y recordamos que ¡no habíamos convivido solos de esta manera!
Entonces nos sentimos muy agradecidos con Dios por todo el amor que nos tiene y que no nos suelta de su mano. Estamos por cumplir 46 años de vida matrimonial este próximo 14 de abril, y si Dios lo permite lo celebraremos en casa en compañía de Dios Nuestro Señor, encendiendo nuestro Cirio Pascual como la luz que nos permite seguir amándonos en el amor de Cristo y bendecidos por él.
Nos uniremos en oración y le daremos gracias por llegar a este nuestro 46 aniversario de sacramento matrimonial y que nos siga dando palabras bondadosas y amorosas, y corazones que estén siempre listos a pedir perdón y a perdonar.
Padre ponemos nuestro matrimonio en tus manos. Amén.
Como un jardín de flores
Todo esto que Dios nos está permitiendo vivir me hace experimentar sentimientos de gozo, esperanza y fe. Y saber que con su gran misericordia y nuestras oraciones, saldremos renovados para seguir caminado junto de la mano de nuestro Señor Jesucristo y nuestra Madre Santísima.
Queremos compartir todos estos sentimientos como un hermoso jardín lleno de flores de todos colores, o como una enorme cascada cubierta de brisa.
Si pudiéramos comparar este recogimiento en nuestro hogar, lo compararía con el momento cuando vivimos un “Retorno Espiritual” donde fueron 48 horas de convivencia de nosotros como sacramento matrimonial con nuestro Señor, siendo una experiencia llena de espiritualidad que nos sigue acompañando en nuestra vida de sacramento.