Religiosa Clarisa Capuchina llegó a sus Bodas de plata de vida consagrada…aquí su historia vocacional.
Ana María Ibarra
Convencida de que la vocación es eterna, la hermana Elena de la Cruz Fernández Trejo, religiosa Clarisa Capuchina, compartió con Presencia su felicidad y agradecimiento por celebrar el próximo 9 de noviembre 25 años como religiosa.
Entrevistada en el convento Cristo Rey, la hermana Elena, originaria de Calera, Zacatecas, y con 12 años viviendo en Ciudad Juárez, compartió su vocación y su dicha por haber sido elegida por Dios para la vida consagrada.
Su vocación
Recordando al profeta Jeremías, la hermana Elena está convencida que Dios la eligió antes de nacer Dios y ser Clarisa Capuchina fue plan de Dios, tan es así, que a los 14 años, sin haber visto nunca una monja, su deseo era ser una religiosa de claustro.
“La vocación es eterna pero un día nos hacemos conscientes de ella. Hace más de treinta años me di cuenta que Dios me tenía elegida, que había puesto su pensamiento en mí. No sé cómo fui llamada a esta forma de vida monástica, lo único que sabía decir era que quería ser de esas monjas que nunca se quitan su vestido y que rezan mucho”, recordó.
Fue al vivir ejercicios espirituales de encierro donde conoció a las Clarisas y supo que era la vida que anhelaba.
Añadió que su familia siempre la apoyó, pues viene de una familia católica, y su madre siempre ha sido muy piadosa.
“Ingresé al monasterio en Guadalupe, Zacatecas el primero de noviembre de 1988. Tenía 19 años”.
Formación y renuncia
Al ingresar al convento la hermana Elena pasó a una vida radical y de renuncias, pero aseguró que nunca ha tenido una crisis vocacional.
“Me tocaron años de vida muy radical, de mucha renuncia. La primera es la renuncia a la familia, y cuesta muchísimo, en la vida monástica la renuncia es muy exigente porque es irte y ya no volver”, compartió.
La religiosa afirmó que a través de esas renuncias Dios le manifestó sus gracias.
“Dios me ha demostrado que esto es lo mío, que no me equivoqué, que Él me llamó y es Él quien me lleva de la mano y me quita los obstáculos”, dijo convencida.
Antes de su profesión, la hermana Elena vivió un año de postulantado y dos de noviciado.
Formación constante
La hermana Elena profesó el 9 de noviembre de 1991. Realizó tres años de votos temporales y en noviembre de 1994 realizó su profesión perpetua. Afirma que su formación no ha terminado, pues constantemente debe estar en crecimiento y aprendizaje.
“Hay que estar siempre en cursos, leyendo los documentos de la Iglesia. Aún en nuestra vida de monjas debemos aprender, formarnos y crecer”, dijo.
Sin tiempo para aburrirse, de todas sus actividades que realiza, lo que más le gusta es rezar y pasar tiempo ante el Santísimo.
“Tenemos un horario donde entra la oración, trabajo, descanso, recreo, convivencia. No es una vida aburrida, tenemos convivencia, momentos de juego, gritamos, brincamos, bailamos hacemos todo para llevar una vida alegre”.
De Zacatecas a Juárez
La religiosa compartió que anteriormente quien ingresaba a un convento de claustro, ahí se quedaba toda su vida, sin embargo, ante las necesidades de los monasterios, algunas han tenido que cambiar de convento, como es su caso, que fue enviada hace doce años a Ciudad Juárez, donde se encuentra feliz a pesar de no ver a su familia.
“Antes, donde uno entraba ahí moría. Gracias a Dios nos hemos abierto a las necesidades de nuestras hermanas de otros monasterios y eso sucedió aquí en Ciudad Juárez”, afirmó.
Y agregó: “Aquí conocí gente generosa, religiosa, que nos valora, que confía en nuestra oración, ese es un motivo para estar aquí”.
Desafíos
En estos más de 25 años en el convento, la hermana ha sido testigo de los cambios y desafíos que ha sufrido la congregación, uno de ellos salir a la calle para promover la vocación.
“Es un desafío. Ir al médico o de compras, es promoción vocacional. Que nos vean, que sepan que estamos aquí, que existimos, llamar la atención para que se acerquen y nos pregunten, de esa manera hablamos de la vida consagrada”.
No tener miedo
La hermana Elena asegura que ha valido la pena decir Sí a el Señor, por lo que motivó a las jóvenes a no tener miedo de vivir esta experiencia.
“Siempre existe el miedo de responder a Dios porque implica renuncia, sacrificio. Cuando mis padres están enfermos quisiera estar con ellos pero sé que mi vida es ésta y que Dios los cuida. Aquí me siento realizada, me siento plena, porque Dios me da todo lo que pudiera anhelar de allá afuera”.
Y añadió: “Nuestro mundo necesita gente consagrada a Dios, que haga lo contrario de lo que quiere el mundo. El llamado es a ser servidores, nosotras aquí adentro y afuera también debe haber servidores”
Celebración de 25 años de vida consagrada
Hermana Elena
Hoy Miércoles 9 de noviembre
12 del mediodía
Parroquia Cristo Rey
Belisario Domínguez y Artículo 123 Col. Chaveña