Siempre he tenido claridad en mi compromiso, afirma el párroco de Jesús Obrero quien invita a sus Bodas de Oro Sacerdotales, mañana lunes en Jesús Obrero…
Ana María Ibarra
Feliz por celebrar hoy 24 de julio 50 años de sacerdocio, el padre Oscar Enríquez, párroco de Jesús Obrero, ha vivido su ministerio haciendo vida el Evangelio siempre al servicio del pueblo de Dios, especialmente de los más necesitados.
“Me siento muy contento, muy feliz, valorando lo que he podido hacer durante tantos años de ministerio, experiencias diferentes como la etapa de formador en el Seminario, la experiencia en Nuevo Casas Grandes y en las parroquias aquí en Ciudad Juárez”, compartió el padre Oscar en entrevista.
Llamado en su historia
Nacido el 3 de diciembre de 1941en Madera, Chihuahua, el padre Oscar está convencido de que Dios le llamó a través de mediaciones históricas concretas como nacer en el seno de una familia cristiana practicante, estudiar en un colegio católico y la vida ejemplar del padre Eduardo Ortiz, sobre quien dijo:
“Era un sacerdote formado en tiempos de la persecución, pero muy consciente de su ministerio, entregado, muy querido por el pueblo. El Señor me llamó a través de todas esas circunstancias, puso un deseo en lo profundo y se fue desarrollando con el tiempo”, afirmó.
Vocación al cuidado de Dios
Para el padre Oscar, en sus primeros cinco años en el Seminario de Chihuahua Dios cuidó y custodió su vocación a través de los formadores, de sus compañeros e incluso a través del juego.
“Los primeros cinco años no pensaba en el sacerdocio, pensaba en el juego, en el estudio y en el compañerismo, evidentemente los formadores fueron hablando del sacerdocio, pero no recuerdo un fortalecimiento de la vocación en ese tiempo. Por eso considero que Dios es quien cuida nuestra vocación en esa etapa”, compartió.
Después de esos cinco años, junto con otros seminaristas de Ciudad Juárez fue enviado al Seminario de Montezuma, Nuevo México, donde cursó Filosofía y Teología con formadores jesuitas.
“El testimonio de esos hombres, sacerdotes con una entrega muy especial, con toda la espiritualidad de San Ignacio que inculcaron un deseo de estudio y formación intelectual”.
Y agregó: “Los ejercicios de San Ignacio me marcaron una opción definitiva por Cristo y el evangelio. Ahí entendí perfectamente lo que implica ser sacerdote”, sentenció.
Primeros años
Al terminar la teología, el entonces señor obispo don Manuel Talamás decidió ordenar sacerdote al padre Oscar en su natal Madera, Chihuahua.
“Me ordenó el 24 de julio en una huerta que prepararon para mi ordenación, ni siquiera en el templo porque era pequeño. Al día siguiente fue mi primera misa, ahí el obispo me dijo que iba de formador del Seminario y me enviaron a Mesa del Huracán acompañando a un grupo de seminaristas en sus vacaciones”, narró el sacerdote.
Luego el recién ordenado estuvo dos años en el Seminario impartiendo clases de latín, matemáticas, física, entre otras.
“Recuerdo que el padre René Blanco y el padre Abdo Rohana estaban pequeños y me tocó darles clases en el Seminario Menor”, compartió.
Después, el señor obispo propuso al padre Enríquez ir a Nuevo Casas Grandes en una experiencia pastoral en una parroquia junto con tres sacerdotes. Sirvió cuatro años en la parroquia La Medalla Milagrosa.
“Nos dividimos las colonias con sus rancherías y nos alternábamos para visitar la Sierra”, narró.
Rumbo a Ciudad Juárez
Al concluir esa experiencia vino a Ciudad Juárez, donde ha servido únicamente en dos parroquias: San Pedro y San Pablo durante 25 años, y Jesús Obrero, donde lleva 18 años de labor pastoral.
“Recibí del padre José Castro la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, pero le pedí al señor obispo me permitiera pasar Navidad y Año Nuevo en Nuevo Casas Grandes. El señor Talamás estuvo de acuerdo y se ocupó de quien atendiera la parroquia en ese tiempo”, compartió.
Estando en Nuevo Casas Grandes el padre Enríquez recibió una carta del obispo donde le informó que no vendría a Lourdes sino a San Pedro y San Pablo.
“Era una parroquia enorme, abarcaba desde Alta Vista hasta Lomas de Poleo, actualmente Las parroquias Corpus Christi de Anapra, San Marcos, Santa María de los Ángeles y La Santa Cruz, eran territorio de San Pedro y San Pablo”, recordó.
Haciendo vida el evangelio
En Ciudad Juárez, el padre Oscar Enríquez se encontró con las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), propuesta de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín, Colombia de 1968, línea que dio respuesta a sus inquietudes.
“Las Comunidades Eclesiales de Base hacen un llamado muy fuerte de trabajar por la paz y por la justicia. Tomé un curso en Chihuahua y prácticamente respondía y estaba en sintonía con todas mis inquietudes”, compartió.
Ese curso también ayudó al padre Oscar a encauzar su trabajo pastoral .
“Era un lector asiduo de la Teología de la liberación y las CEBs son síntesis en una reflexión teológica y una propuesta pastoral parroquial como una comunidad de comunidades”, dijo.
El sacerdote impulsó las Comunidades Eclesiales de Base no solamente en su parroquia, sino en todo el poniente. Trabajó con esa mística y espiritualidad en 14 parroquias. Asistió a encuentros nacionales y encuentros de coordinadores para luego formar parte del equipo nacional.
“Por ahí marqué esos 25 años. Comunidades de Bases es unir el evangelio con la vida, no queremos una Iglesia encerrada en los templos, ni vuelta a sí misma, la Iglesia debe estar permanentemente escrutando, como dice el Concilio, los signos de los tiempos y será la realidad la que dicte el tipo de pastoral que se debe ejercer”, dijo convencido.
En Derechos humanos
Después de esos 25 años, las circunstancias le marcaron otro camino pastoral, aunque siempre en ese enfoque de hacer vida el Evangelio.
Del caso concreto de tortura de un joven en manos de militares, cuya madre se acercó a un grupo de laicos, sacerdotes y religiosas para pedir apoyo, surgió el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, a punto de cumplir 15 años.
“Los discípulos debemos apasionarnos por el trabajo por el Reino. El mejor modelo de sacerdote es Jesucristo quien era sacerdote cuando visitaba a los pueblos, cuando tocaba a leprosos, cuando perdonaba, cuando se sentaba a la mesa con los pobres, cuando defendía el derecho de los humildes”, resumió el entrevistado.
Y agregó: “Siempre he entendido así el sacerdocio y creo que el evangelio está como base, como fuente, como manantial de vida. En ese sentido nunca he tenido crisis existenciales, siempre he tenido claridad de a qué me comprometí”.
Frase…
“Les recuerdo que celebraré mis 50 años el 25 de julio. Lo hice un día después de mi aniversario porque quiero que vaya un buen número de sacerdotes a compartir ese momento. La misa será a las 6 de la tarde en la parroquia Jesús Obrero. Están invitados todos los que nos hemos ido conociendo a lo largo del tiempo”.