Ana María Ibarra
Con un corazón agradecido y lleno de amor, fieles y devotos del Sagrado Corazón de Jesús asistieron el pasado viernes 7 de junio al templo dedicado a esta devoción para participar de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Fue el párroco, el padre Efrén Hernández, quien presidió la celebración y puso en el altar las intenciones de la comunidad, especialmente pidió por los servidores, los bienhechores, por la paz, por la lluvia, y “por el perdón de nuestros pecados”.
La comunidad participó fervorosamente en la celebración con un corazón dispuesto y lleno de agradecimiento por lo dones recibidos.
Todos y cada uno de los servidores del altar, pusieron su amor en el servicio, uniendo su corazón al de Jesús.
Signo del ser
Atento, el pueblo escuchó la palabra de Dios y la reflexión de su párroco.
“Esta fiesta del Sagrado Corazón de Jesús centra nuestra visión en el corazón de Jesús, el corazón de Dios. En la mayoría de las culturas el corazón representa a toda la persona y nosotros representamos algo muy valioso de las personas y lo hacemos con un corazón”, expresó el padre Efrén.
De manera peculiar, el sacerdote cuestionó: “¿Cuándo queremos a alguien le decimos te amo con toda mi inteligencia o estómago? ¿Con todos mis pies o mis manos o mi boca?”.
Y agregó: “No, decimos te amo con todo mi corazón. Representa todo nuestro ser. Por eso Nuestro Señor usa el signo del corazón”.
Amar en nombre de Dios
El sacerdote resaltó de la primera lectura la cita: mi corazón se conmueve dentro de mí. “Se refiere al pueblo de Israel. Lo amé lo saqué de Egipto, los arraigué con las cadenas de amor. Lo dice por medio del profeta. San Pablo dice: ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí. Nos invita a qué no solo es alguien que viene de visita sino alguien que vive en su corazón, arraigado y aumentado en el amor”, expresó.
Asimismo, compartió que es necesario experimentar el amor de Dios y amar en nombre de Dios.
En este mes de junio, dedicado como el mes del Sagrado Corazón de Jesús, el padre Efrén compartió con su comunidad, después de cada celebración eucarística, una catequesis de Santo Tomas de Aquino.
Después de dar la bendición, el padre Efrén despidió a los fieles en la puerta principal, mientras que, con cariño, algunos servidores repartían a los fieles una rebanada de pastel y un vaso de refresco como signo de festejo.