Ana María Ibarra
Agradecido con Dios por su familia, su historia y por el don recibido, el padre José Francisco Díaz, CMF, celebró el pasado sábado 18 de febrero sus Bodas de Plata sacerdotales al lado de su comunidad religiosa y su comunidad parroquial, Nuestra Señora de la Esperanza.
Aunque la fecha de su aniversario es el 5 de febrero, la comunidad parroquial le preparó hasta el día 18 una celebración sencilla, pero fraterna, la cual comenzó con una misa de acción de gracias presidida por el festejado, y luego un convivio.
Durante la celebración, junto con el Pan y el Vino, los distintos grupos y capillas ofrecieron al sacerdote algunos signos y símbolos de su misión como sacerdote y religioso, pastor de la comunidad.
Agradecimiento
“La primera palabra que puedo decir es gracias. Gracias a Dios por este momento que me regala, por estar aquí agradeciendo a Dios el don que he recibido”, dijo el padre Francisco en su homilía.
El sacerdote compartió que muchas veces las personas de las comunidades a donde son enviados, los conocen más que su propia familia, sin embargo no pasó por alto agradecer a Dios por su familia.
“Quiero dar gracias a Dios por mis padres, por mi familia que con su testimonio y ejemplo me invitaron a seguir a Jesús. Es una familia que se esfuerza por vivir como Cristo nos pide”, afirmó el religioso.
Familia alegre y de fe
Proveniente de una familia cristiana, el padre Francisco nació en Puebla y fue bautizado a los tres días de nacido.
“Somos once hermanos, siete mujeres y cuatro hombres. El mayor tiempo la pasé con mis hermanas y con mi mamá, ellas me educaron. Eso me preparó para el trabajo con las mujeres”, compartió el sacerdote, quien también resaltó la alegría que se vive en su familia.
“Disfrutamos mucho cuando nos reunimos, se manifiesta siempre el buen humor. Por la fe que nos transmitió mi papá, cuando él murió, estábamos tristes, pero nuestra esperanza era grande. Estar unidos nos ayudó”, dijo.
Motivación y preparación
En la misa, el sacerdote compartió recuerdos de su educación primaria, a su catequista, y especialmente recordó a su maestra de quinto grado, quien era testigo de Jehová. Dijo que tratarla, siendo él católico, lo preparó y lo motivó más en su fe.
Compartió que durante su época de secundaria, en sus ratos libres se dedicó a ser sacristán en su parroquia, Nuestra Señora de San Juan de los Lagos.
“Mi párroco, Genaro García, me enseñó muchas cosas. Varios párrocos me han motivado a no ser como ellos y ser misericordioso con la gente”, agregó.
Formación
El padre Francisco recordó su formación sacerdotal, que inició en Morelia y compartió que muchos años se dedicó a atender y catequizar a las personas sordas.
“Aquí no me han descubierto los sordos, cuando lo hagan tendré que darme el tiempo para atenderlos”, expresó el padre Francisco, quien llegó a la Diócesis de Ciudad Juárez en agosto del año pasado, y fue designado párroco de Nuestra Señora de la esperanza, en Tierra Nueva.
“Tenemos seis meses conociéndonos. Me ha costado más con algunos, especialmente con los jóvenes, me sale el complejo de papá, pero poco a poco vamos a ir acercándonos”, dijo el sacerdote refiriéndose a su comunidad, a la cual agradeció:
“Gracias a todos ustedes por esa cercanía. Gracias a Dios por todo lo que me ha concedido en este tiempo. Es sorprendente la cantidad de gente que ora por nosotros, eso es lo que me ha ayudado”.
Su servicio
Ordenado sacerdote el 5 de febrero 1992. Ha servido en Torreón, Coahuila, Ciudad de México, Nuevo Laredo, Bolivia, Guadalajara y Ciudad Juárez.