La Cuaresma es un tiempo privilegiado de acercamiento a Dios por medio de la oración. pero muchas veces los mismos creyentes se preguntan cómo orar, o cómo hacer de la oración un hábito…Dos consagradas juarenses responden…
Diana Adriano
Más que una repetición de palabras, la oración es un encuentro profundo que fortalece la fe, brinda paz al corazón y acerca a Dios, de tal forma que puede llevar a una conversión.
Por ello, la Cuaresma es un tiempo privilegiado de acercamiento a Dios por medio de la oración. Sin embargo, incluso los cristianos muchas veces se preguntan cómo hacer oración, o cómo hacer de la oración un hábito.
Periódico Presencia consultó a las consagradas Nereida Vargas, superiora de las Misioneras de María Dolorosa y Alma de Jesús Bueno, laica consagrada algunos consejos que ayuden a nuestros lectores a acercarse de una mejor manera a la oración y hacerla parte escencial de sus vidas.
Encuentro que transforma
La consagrada Alma de Jesús Bueno, inspirada en una conversación con otra consagrada, expresó cómo el diálogo con Dios -oración- es esencial para el crecimiento espiritual.
“La oración para un cristiano es como el oxígeno para un ser vivo; así como el ser vivo sin oxígeno deja de respirar y muere, así un cristiano si no ora, muere, su alma deja de respirar. La oración es la respiración del alma”, explicó.
Destacó que incluso Jesús, en su misión en la Tierra, buscó constantemente ese encuentro con el Padre para obtener fortaleza y amor en cada paso que daba.
Así, más que como una práctica, la oración debe asumirse como algo que transforma.
“Recordando que la oración es el encuentro, el diálogo con Jesús, ese diálogo es sanador”, señaló.
Comparó esta experiencia con las conversaciones que inspiran y dejan alegría, generando en el corazón el anhelo de volver a encontrarse con Dios.
“La oración va dejando en nosotros el anhelo de ser mejores personas, es como un baño de agua limpia que nos refresca y nos hace sentir diferentes”, añadió.
Alma de Jesús resaltó que este proceso de transformación es evidente en quienes se acercan a Dios.
“Como dice San Ignacio de Loyola, entre más conocemos a Jesús, más lo amamos; entre más lo amamos, más queremos seguirlo y queremos ser como Él, aun con nuestros propios pecados y debilidades. Eso es signo de que estamos siendo transformados”, afirmó.
Cómo empezar a orar
Por otra parte, la hermana Nereida, compartió algunas sugerencias para quienes desean comenzar a orar y no saben cómo hacerlo.
“La Liturgia nos muestra varios momentos propicios para la oración. Estamos viviendo uno de ellos, el tiempo de Cuaresma, y una de las citas bíblicas que nos lo sugiere dice: ‘Cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y habla en secreto con Dios’ (Mt. 6,6)”, explicó.
Destacó el testimonio de grandes maestros de la espiritualidad, como Santa Teresa de Ávila y San Ignacio de Loyola.
“Santa Teresa nos recuerda que la oración es un diálogo con una persona, es decir, con Jesús. Es ‘tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama’. Esto significa que debemos ir más allá del rezo y de la repetición de oraciones”, señaló.
Siguiendo también la enseñanza de San Ignacio, resaltó la importancia del silencio para disponerse a la oración.
Una guía
Teniendo presente los aspectos anteriores – silencio y diálogo-, ofreció una breve guía para comenzar a orar:
*Escoger un lugar tranquilo para estar sentados por 15 o 30 minutos.
*Elegir una lectura bíblica o una reflexión de Cuaresma.
*Realizar respiraciones profundas para aquietar la mente y el corazón.
*Leer el pasaje bíblico y reflexionar con preguntas como: ¿qué me dice Jesús en esta lectura?, ¿a qué me invita?
*Exponerle a Dios alguna situación personal.
*Finalizar con una actitud de agradecimiento, eligiendo una palabra que resuma la experiencia de oración.
*Si se desea, escuchar un canto o rezar el Padrenuestro o el Avemaría, concluyendo con la señal de la cruz.
La religiosa enfatizó que la oración no es solo un acto externo, sino un camino de encuentro con Dios que transforma el corazón. “Lo importante es dar el primer paso, crear el hábito y permitir que Dios hable en el silencio”, remarcó.
Perseverar en la oración y superar las distracciones
Para muchas personas, mantener la concentración en la oración puede ser un desafío. Ante esta situación. Alma de Jesús, compartió algunas recomendaciones.
“Es importante tomar en cuenta todos los elementos: un lugar adecuado, una postura cómoda, un horario definido, tener la Biblia a la mano e incluso un cuaderno para anotar reflexiones”, explicó.
Sin embargo, destacó que lo más importante es la perseverancia.
“Como en todo, a veces la oración fluirá como esperamos y otras veces no, pero hay que seguir intentándolo. Aún cuando yo pueda distraerme en mi diálogo con Jesús, Él no se distrae cuando está conmigo. Eso es reconfortante y motivador”, afirmó.
El arranque
Para quienes están comenzando en la oración, recomendó empezar con jaculatorias, pequeñas frases llenas de significado que pueden repetirse varias veces.
“Puede ser: ‘Jesús, aquí estoy’, ‘Jesús, yo confío en Ti’, ‘Jesús, ayúdame’”, mencionó.
Explicó que estas breves invocaciones también pueden dirigirse a Dios Padre, al Espíritu Santo o a la Virgen María.
Comparó las jaculatorias con el arranque de un automóvil.
“Cuando encendemos el auto, dejamos que el motor se caliente para que tome fuerza. Así, las jaculatorias van preparando el corazón y encendiendo la llama del amor a Dios”, señaló.
Asimismo, la entrevistada destacó que la oración es un don que enriquece el alma. “En nuestra experiencia, ha sido una herramienta que ha fortalecido nuestra vida, nuestra vocación y nuestro amor a Jesús y a quienes Él nos ha confiado”.
La oración auténtica
En la búsqueda de fortalecer la vida espiritual, surge una pregunta común: ¿Existe una forma correcta de orar? Alma de Jesús Bueno, responde:
“Cada quien ora a su forma. Podemos decir que la oración correcta es la que sale del corazón”.
Señaló que la oración es un diálogo espontáneo que nace de la necesidad de comunicarse con Dios y recibir una respuesta.
Mencionó el ejemplo de Conchita Cabrera de Armida, una mística mexicana que acostumbraba hablar en voz alta con Jesús, porque esa era su manera de sentirlo cercano.
“Esa era la oración correcta para ella, porque era lo que le llenaba”, comentó.
Por otro lado, muchas personas encuentran en el silencio el mejor medio para el encuentro con Dios.
“Algunas personas se identifican más con el diálogo interior, en la quietud de su corazón. Todo es válido mientras la oración deje en el alma el anhelo de seguir buscando ese momento de encuentro con Jesús”, afirmó.
Finalmente, destacó que el fruto de la oración debe ser el deseo de convertirse en una mejor persona.
“Si ese diálogo con Dios nos impulsa a crecer en amor y bondad, entonces es una oración verdadera y significativa”, concluyó.