Obispo de El Paso Mark Seitz se metió al agua para cruzar al lado mexicano, como signo de comunión con la Iglesia y la comunidad de Ciudad Juárez y México…
Ana María Ibarra
En un ambiente de fe y unidad, las Diócesis de Ciudad Juárez, El Paso y Las Cruces, se reunieron en la tradicional misa fronteriza para conmemorar a los migrantes fallecidos y pedir a Dios por la justicia en las leyes migratorias.
Por segundo año consecutivo la celebración tuvo como escenario el Río Bravo. Se llevó a cabo el pasado sábado 4 de noviembre y fue presidida por el obispo de El Paso, Texas, Mark Joseph Seitz, quien estuvo acompañado por monseñor René Blanco, vicario general de la Diócesis de Ciudad Juárez.
Concelebraron sacerdotes de las tres diócesis, religiosos y religiosas, así como un numeroso grupo de jóvenes de la parroquia El Señor de los Milagros.
Proclamar la justicia
Apostados en ambos lados de la frontera, divididos por el agua que corría en el Río Bravo, pero unidos en la fraternidad y en el servicio a los migrantes, los asistentes dispusieron su corazón para participar en la misa.
En la monición de entrada, el padre Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante en Ciudad Juárez, invitó a los asistentes a pedir a Dios conducir el esfuerzo para amar al prójimo.
Lamentó el sufrimiento de los hermanos y hermanas migrantes y refugiados de todo el mundo que esperan reunirse con sus familias, así como la muerte de quienes no han llegado a su destino.
“Es tiempo de proclamar la justicia para que todo hombre, mujer y niño tengan la libertad de emigrar según la necesidad para mejorar sus vidas… Que el Señor siga aumentando nuestra esperanza por un nuevo día para nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados”.
Símbolos
Después de las palabras del padre Calvillo, fueron presentados los símbolos que representan el camino de los migrantes:
Este año se utilizó en ambos lados de la frontera la cruz que fue bendecida por el Papa Francisco en su visita a Ciudad Juárez, para simbolizar que ésta ilumina a todos los migrantes en su caminar de dolor e incluso de muerte, pero de la que al final se obtiene la vida plena como hijos de Dios.
Otro signo fue una imagen de la Virgen de Guadalupe, estrella de luz que ilumina todo su caminar en este viacrucis del migrante.También se presentaron las banderas de distintas naciones, signo de identidad como ciudadano y ser humano, así como una mochila, huaraches, agua y comida, signos para la supervivencia del migrante.
Un signo nuevo fueron los jóvenes soñadores (dreamers), que se presentaron para simbolizar que buscan respeto, comprensión, justicia, y oportunidad por medio de la legislación en Estados Unidos.
También se presentó una manta que recordó a los migrantes fallecidos en el camino y ahogados en el canal, especialmente los más recientes registrados en Texas y Ciudad Juárez, al igual que por las víctimas de la trata de personas.
Otra manta presentó la campaña del Santo Padre, “Comparta el viaje”, que expresó la unidad de esta comunidad fronteriza con el Papa Francisco en el servicio a los migrantes y refugiados en el mundo.
Gestos de unidad y motivación
Desde un templete construido sobre el río, el obispo Seitz dirigió su homilía.
“Hoy vemos que hay bastante agua en el río. ¿Es un río de vida o un río de la muerte”, cuestionó el obispo sobre el sorpresivo caudal en el Bravo, que generalmente permanece seco.
Y prosiguió: “Cinco han muerto en una semana en ese río… lejos de sus familias, buscando una vida aquí, se murieron en esta agua. Es por ese río que venimos aquí”.
El obispo reflexionó lo necesario que es el agua para vivir, particularmente en el desierto.
“Pero ahora, a causa de nuestros asuntos políticos, es también un lugar de muerte”, lamentó el obispo.
Monseñor Seitz reflexionó a la luz de la Palabra sobre la Iglesia como cuerpo de Cristo, Buen Pastor, un cuerpo que no debe ser dividido por ninguna frontera, dijo.
“Hermanos, no es suficiente congregarnos aquí una vez al año para hablar de esta realidad, necesitamos trabajar, compartir lo que hemos visto en el río. Como Iglesia de Dios necesitamos vivir esta realidad, enseñar y mostrar nuestro servicio a los migrantes y refugiados”, exhortó.
“Si necesito, voy a caminar sobre el agua, y si no puedo caminar sobre el agua, voy a caminar en el agua para mostrar que es verdad que estamos unidos y compartimos el agua de la vida”, dijo monseñor Seitz.
Luego, en el momento de la Comunión, el obispo efectivamente caminó en el río para compartir las hostias consagradas que recibieron sacerdotes de la Diócesis de Ciudad Juárez, ante el asombro y admiración de los asistentes.
Al concluir la celebración, algunos sacerdotes del lado americano se adentraron en el agua para saludar a sus hermanos sacerdotes de Ciudad Juárez, y aprovecharon para tomarse la foto del recuerdo.
Entregan Rosa de Plata
Al concluir la misa fronteriza, representantes de los Caballeros de Colón de El Paso, Texas, entregaron a René Armendáriz y a Jesús Salvador Mendoza, Caballeros de Colón de Ciudad Juárez, una Rosa de Plata.
Esta rosa es réplica de la imagen que peregrina por México y llegará el 12 de diciembre a la Basílica de Guadalupe.
La réplica entregada en el Río Bravo visitará próximamente las parroquias donde se reúne algún grupo de Caballeros de Colón y será presentada en misas y rezo del rosario que se realizarán en su honor, en un programa que se dará a conocer en breve.