Claudia Iveth Robles
De profesión contadores, Gabriela y Gabriel Galindo dejaron atrás su oficio para dedicarse de lleno a la venta de nutrientes, actividad de la cual viven y sostienen la educación de sus hijos.
Gabriela compartió con Presencia que ella y su esposo tenían una oficina de contabilidad donde atendían alrededor de 90 clientes. Tenían el plan de empezar a ser independientes, pues advirtieron que sus clientes eran como ‘sus jefes’. Pasaron 16 años con ese pensamiento.
“Vivimos entre cuatro paredes y no disfrutábamos el día, ni el crecimiento de los hijos, porque siempre estábamos trabajando… mi mamá era la que los recogía de la escuela y yo los miraba hasta en la noche”, expreso Gabriela.
Económicamente les iba bien, pero luego cayeron en la enfermedad.
“El estrés y no tener buenos hábitos alimenticios nos fue aminorando la salud, caí en depresión fuerte, estrés crónico, 4 años; mi esposo tuvo problemas con el hígado… el precio que se paga por llevar la economía es muy caro”, reflexionó.
En ese tiempo para ellos era fácil llevarse trabajo a la casa, pero debido a ello surgieron los problemas de salud y fue en esa situación cuando dieron un salto en su vida.
Gabriela dijo que la nueva actividad les llegó por azares del destino, pues al estar enfermos empezaron a buscar ayuda médica y una vecina les habló de los nutrientes.
Y cuando vieron que los productos funcionaron, comenzaron a recomendarlos.
“Empecé a recomendarlos y vi que no era nada estresante, porque la gente los necesitaba me los pedía, se los vendía y ganaba dinero y pensé que era muy bueno. Yo ni siquiera les estaba vendiendo, simplemente les platicaba. Descubrí que la gente tiene necesidad de salud y en este caso, nosotros, de ayudar a nuestra economía”.
Cambio total
Fue así como Gabriela dejó de ir a la oficina y comenzó con la venta de los productos.
“Este extra que obteníamos nos empezó a dar otra forma de llevar nuestras finanzas. Desde adolescente siempre mi pasión fueron los números, pero cuando empecé a ver que esto era una forma sencilla de generar ingresos para el hogar, sin descuidar a los hijos, me gustó”, dijo.
Gaby y su esposo llevan doce años consumiendo estos nutrientes y 7 años dedicados a su venta, actividad que se convirtió en su única fuente de ingreso, que les permite cubrir sus gastos, ya con hijos en la universidad.
Otro aspecto que destacó Gabriela, es que esta nueva forma de trabajo y de sostén económico, les ha dado nuevas posibilidades, como viajar, lo que antes era imposible, pues estaban “anclados’ a la oficina.
“Hemos estado en Roma, Tierra Santa, Francia, España… lo que no pude hacer con mi profesión, con esto lo estoy logrando”, dijo contenta.
Con el tiempo, la nueva actividad de los esposos se convirtió también en una misión de vida, pues sienten que ayudan a personas enfermas o con necesidades nutricionales.
Además, dijo que aprendieron, con su nuevo oficio, a cuidar la economía familiar, a no gastar lo que no se debe y ajustarse a las posibilidades.
Gabriela recomendó a las familias plantearse qué se quiere a futuro y no tener miedo a los cambios, cuando se enfrenten a la necesidad de fortalecer la economía del hogar.