- Con mucho amor y coraje, Marie Carmen Suárez, Sierva del Cordero de Dios, fundó en Ciudad Juárez El Manantial Hogar para niños y jóvenes con discapacidad intelectual…se marchó a España para vivir su retiro al cumplir 81 años edad…
Ana María Ibarra
Con una carta y de manera sigilosa, la hermana Marie Carmen Suárez se retiró de la Diócesis de Ciudad Juárez el pasado 17 de septiembre, después de 22 años de ardua labor con la obra El Manantial Hogar, cuya misión es fortalecer el desarrollo físico, intelectual y espiritual en las personas con discapacidad intelectual, contribuyendo a su inclusión.
Con gran tristeza, pero con el compromiso y el legado que la hermana Marie Carmen les deja, Adela Montenegro, voluntarios y padres de familia, continuarán con este servicio, por lo que piden a la comunidad les sigan apoyando.
Inicios
Adela Montenegro, hoy directora de El Manantial Hogar, es una de las fundadoras de la obra pues logró, junto con la hermana, la donación del terreno y aunque un tiempo no estuvo físicamente en la obra, nunca se deslindó.
Cabe mencionar que al llegar a Ciudad Juárez, la religiosa Sierva del Cordero de Dios, de origen francés, tenía en mente una obra distinta, pues pensaba en un trabajo sobre la prevención de enfermedades.
“Pero se encontró a una señora con un hijo con discapacidad, quien le contó su temor de qué sucedería con su hijo cuando ella muriera. Ahí surgió El Manantial”, recordó Adela.
Después de esa plática, la hermana Marie Carmen comenzó a tocar puertas en busca de apoyo para construir un lugar de ayuda integral a personas con discapacidad intelectual.
Retiro anunciado
La hermana Marie Carmen comenzó a hablar de su partida un año atrás.
“Desde el año pasado que cumplió 80 años comenzó a hablar de retirarse. Ahora con la pandemia ella decidió irse, aunque sabemos que no quería, como tampoco quedarse y que la viéramos deteriorarse”, señaló la entrevistada.
Adela recordó que la religiosa siempre supo que algún día tenía que irse de Juárez.
“Ella quiso dejarnos las bases para seguir adelante con la obra. Esta es una obra de Dios, fue quien la guió para que la construyera”, dijo convencida.
Y agregó: “Su partida es muy triste, pero ella es una persona sabia, y sabe que en este lugar su misión ya está cumplida, aunque siento que, a distancia, ella va a estar con nosotros. Aquí está su esencia en todo lo que hizo”.
Dejó buenas bases
Fue decisión de la hermana Marie Carmen que Adela quedara al frente de la obra.
“Vamos a mantener la misión de El Manantial para que siga adelante. Ella decía que El Manantial es un lugar de vida para que personas con o sin discapacidad convivan”, señaló Adela.
Recordó que el objetivo de la asociación es “humanizar a la sociedad” y trabajar la sustentabilidad, lo que es un gran reto para todos.
“Ella solita podía con todo, nosotros no tenemos el don, pero con la ayuda de Dios formaremos un equipo para que ella sepa que seguimos adelante”.
Si bien con la pandemia se detuvieron las terapias y reuniones presenciales, el personal sigue en contacto con los beneficiarios a través de las redes sociales y esperan regresar nuevamente en el modo presencial.
Mujer con visión
Adela compartió su cariño y admiración hacia la hermana Marie Carmen, a quien comparó con la Madre Teresa de Calcuta.
“Ella no es apegada a nada material, es una persona sincera, tiene muchas cualidades. Es una persona sabia y con amplia visión. Con ella podía hablar de todo. Estaba al pendiente de todos”, relató.
Un gran reto es para la nueva administración el sustento económico, reconoció Adela, pues dijo, la religiosa lograba los donativos con su sola presencia.
“Como ella decía, lo importante son los muchachos, la obra debe continuar. El Manantial está abierto para quienes lo necesiten, y quien desee apoyar, es bienvenido a conocer la obra y el lugar. Doy las gracias a quienes nos apoyan, y a quienes no, los invito a que se unan”, finalizó la directora.
Hablan voluntarios y beneficiarios
Maité Elguea, miembro del patronato, dijo que es un honor conocer a la religiosa, pues es una persona que dejó huella en la ciudad.
“Nos dejó un regalo precioso. Es doloroso saber que no está con nosotros, pero es una bendición la que nos dejó, además de El Manantial, haberla conocido”, dijo Maite.
Aseguró que seguirá trabajando con todo su esfuerzo por sacar adelante la obra.
“Realmente es increíble que alguien de otro país quiera tanto a Juárez. Mi padre es español y los españoles son de carácter fuerte. Es una mujer muy guerrera, ese carácter la ayudó a lograr lo que hizo en El Manantial”, afirmó en alusión al origen de la hermana Marie Carmen.
“Tengo 4 años haciendo un día de campo para los niños. Me dejó una tarea dentro del patronato y el reto será muy grande con todo lo del coronavirus. Tenemos que reinventarnos para poder seguir dando los servicios de El Manantial”, dijo.
Reiteró que la tarea principal será realizar eventos y recabar fondos para poder hacer los cambios necesarios y que los niños puedan regresar.
“Dios siempre guió el camino de la madre Marie Carmen. Cuando uno salía con ella, podíamos ver cómo Dios la ayudaba. Sólo pedimos nos guie a nosotros como a ella y nos abra las puertas”, finalizó.
Obra de Dios
Aunque Lucila Solís, mamá de José, joven con Síndrome de Angelman, conoció a la hermana Marie Carmen desde que inició el proyecto de El Manantial, por su trabajo no pudo integrarse, sin embargo, siempre ayudó en las actividades.
Fue en El Manantial donde Lucila, con el apoyo de la religiosa, supo el diagnóstico de su hijo.
“Lo manejaban como daño cerebral. La madre me canalizó con la psicóloga Armida Flores quien lo valoró. Otra psicóloga me canalizó a Monterrey y a California. Gracias a Dios fue como me enteré qué es el Síndrome de Angelman”, afirmó.
Para Lucila, Dios bendijo a la hermana Marie Carmen y puso personas para que la obra llegara a ser una institución de protección para niños como José.
“Tuve una gran amistad con ella, se interesaba en nuestros problemas, no solamente veía la situación de los niños, sino que se interesó mucho en mi vida. Podía confiar plenamente en ella, era una buena confidente”.
Lucila agregó que José quiere mucho a la religiosa y siempre que la veía, la abrazaba muy fuerte.
“José la besaba y ella nunca renegó…ellos tiran saliva y nunca los rechazó, eran su familia, se preocupaba por ellos. Algo que le admiro es el amor que les tenía”, reconoció Lucila.
Para la madre de José, el carácter fuerte de la religiosa la llevó a obtener lo necesario para la obra.
“Tenia mucha determinación, era la persona ideal para esta obra”.
“Le doy gracias a Dios por el legado que dejó, y por habernos conocido. Ella se convirtió en un motivo de oración y seguiré orando para que donde ella se encuentre, Dios la bendiga”, finalizó.