Esta es una reflexión sobre las violaciones que padecen los niños a su dignidad, con base en las trece realidades que el Papa Francisco denuncia en su más reciente declaración apostólica.
Ana María Ibarra/ Diana Adriano
A unos cuantos días de que se celebre en México el Día del Niño, instituido para reafirmar los derechos de los niños y lograr uina infancia feliz para su desarrollo pleno como ser humano, Periódico Presencia busca reflexionar sobre realidades que impiden y a los infantes este anhelado desarrollo y felicidad.
Son muchas las situaciones que enfrentan niños y niñas en el mundo, las cuales atentan contra su dignidad como personas. Las que denuncia el Papa Francisco en su más reciente declaración “Dígnitas Infinita”, en la senda de la encíclica Fratelli tutti, son solo algunas de ellas.
Así, algunas personas que trabajan con niños en diversos contextos, comparten su visión al respecto y a la vez muestran cómo la Iglesia y algunos grupos de inspiración católica responden a estas realidades a través de servicios parroquiales y otros esfuerzos.
Niños migrantes
Los niños y niñas migrantes en nuestra ciudad son cada vez más, expuso Alejandra Corona, coordinadora del Servicio Jesuita a Refugiados en Ciudad Juárez (SJR).
«En su mayoría vienen acompañados de sus cuidadores, que huyen de la inseguridad, represión y hambre en sus comunidades de origen; casi siempre son las madres quienes los acompañan. Otros llegan acompañados de familiares indirectos o traficantes con la intención de reunificarse con sus familiares en Estados Unidos”, compartió Alejandra.
La coordinadora del SJR añadió que cada vez los riesgos son mayores en niños, niñas y adolescentes, pues “las condiciones de inseguridad de esta región obligan a transitar por zonas aislada o el uso del tren, que deteriora la salud, pero en definitiva es más viable para cuidar la vida”.
“Los niños y las niñas en tránsito se ven privados de opciones viables para ejercer su derecho al juego, a la educación, a la salud integral y a la familia”, lamentó.
Alejandra expresó que ante esta realidad, la Iglesia ha respondido desde la generosidad y la fe ofreciendo espacios de acogida como son Casa Eudes, Casa del Migrante, Catedral y comedores parroquiales.
“Sería interesante que en nuestras parroquias acrecentáramos el sentido cristiano de la hospitalidad y generosidad, ya que la migración en este momento de la historia es una herida para el mundo, es un signo que nos exige hacer vida el Evangelio, sobre todo con los más pequeños y vulnerados”, concluyó.
Niños y la guerra del narco
No es desconocido que otra realidad que padecen los menores de edad es estar en medio de la guerra del narcotráfico. En Ciudad Juárez muchos han perdido a sus padres por algún enfrentamiento o bien tienen esta actividad como el único medio económico para vivir y su futuro se ve amenazado por ello.
El padre Gary Eduardo Reyes, parroco de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, En El Valle de Juárez, sabe de esto.
Compartió que el narcotráfico se ha infiltrado en otras actividades como son algunos negocios, la venta de segundas, y otros.
Dijo que en aquella zona, los niños están en riesgo de acercarse a buscar un trabajo que los puede poner en riesgo, como por ejemplo el cuidado de ganado o simplemente “hacer favores” a algunas personas que se los piden.
“Parece que nos acostumbramos a ver el narcotráfico como algo normal. Sabemos que existen en nuestras comunidades, aunque a veces están de manera discreta y se aprende a vivir con esta realidad y los niños no están exentos de esto”, señaló.
El padre Gary dijo que para los sacerdotes y comunidades parroquiales que lidian con esta situación, una manera de acercarse a los niños y poder cambiar su mentalidad es a través de la preparación a los sacramentos.
“Recibimos a los niños y a sus papás sin cuestionar si su actividad es lícita o no. Y aun sabiendolo no podemos negar los sacramentos. Todos son bien recibidos, sin embargo, no dejamos de predicar la verdad, los valores cristianos, sociales y humanos. A los niños siempre los recibiremos con caridad, con cariño, sembrando en ellos la fe y la esperanza”, dijo.
Y añadió: “Pastoralmente hablando es una realidad fuerte y nos hace falta dar un paso decisivo de evangelización, aunque es un tema de mucho cuidado y prevención porque lo principal es la seguridad de la comunidad”.
Violencia vs la mujer
Los feminicidios y la desaparición forzada es un drama que se vive en Ciudad Juárez desde hace décadas, lo cual impacta de muchas formas a los niños, por ejemplo, dejándolos huérfanos.
Sobre esta realidad ahondó el psicólogo Daniel Alejandro Durán, quien forma parte del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte y acompaña a colectivos de familias en busca de mujeres desaparecidas.
“Hablar del sufrimiento de la niñez en nuestra comunidad fronteriza, es entrar en tierra sagrada”, expresó Daniel.
Dijo que son muchos los impactos psicosociales que se viven después de una muerte violenta como lo es el feminicidio u homicidio de un ser cercano a la niña o niño.
“¿Cómo comprender por qué mamá o papá ya no está? En algunas familias se decide ocultar lo que sucedió con intención de no hacer daño. Pero la niña o el niño no entiende por qué ya no mira a su madre, porque no llega a casa, porque no la vuelve a ver”, expuso el psicólogo.
Dijo que en otras ocasiones, los más cercanos exponen todos los pormenores de lo que ha sucedido, “causando en la psique de las hijas o hijos una imagen de terror”.
En este sentido, a los impactos emocionales, psicológicos y biológicos, se suman los daños sociales y los espirituales.
“La niñez violentada sufre señalamientos, muchas veces criminalizantes impuestos por la sociedad. Justificaciones sin corazón de por qué la madre o el padre ha sido asesinado, lo cual termina generando resentimientos, miedos e inseguridades”.
Impacto y acompañamiento
Agregó que gran parte de la niñez fronteriza víctima de la violencia vive en contextos de más violencias, por ejemplo situaciones de abandono y maltrato por quienes ahora son sus cuidadores, así como problemas de alimentación y salud.
Puntualizó que la experiencia de violencia y aún más los hechos de revictimización en los niños, les impactan espiritualmente en su referencia de amor, es decir, su amor maternal y paternal, el amor a su ser, amor en familia, amor a su comunidad.
“¡Qué difícil es comprender lo que es amor, cuando no lo has tenido! ¡Casi imposible entender que es el amor si en el momento más doloroso no lo recibiste! ¿Cómo comprender que existe un Dios que te ama, cuando no has experimentado amor de los más cercanos?”, cuestiona.
Recordando que la Iglesia somos todos y todas, Daniel señaló que se puede mirar cómo la comunidad de amor en Jesús, ha estado con la niñez víctima de la violencia.
“Desde instituciones, fundaciones, asociaciones civiles y colectivos de inspiración cristiana, que día a día inciden en cambios estructurales que permitan parar la violencia, hasta las parroquias, albergues, casas hogar y grupos que en cada rincón de nuestra ciudad colaboran para mitigar, sanar y acompañar el sufrimiento, recibiendo y escuchando a los niños y niñas cuando expresan lo que sucede en sus casas”.
Añadió que en lo actual y lo inmediato, como comunidad-Iglesia, los cristianos tienen la misión urgente de acompañar a las víctimas de tanto sufrimiento que sucede diariamente en las calles.
“Tenemos que generar en nuestras parroquias y comunidades, espacios donde se escuche y acompañe la niñez, donde podamos generar experiencias de compasión, de amor profundo, de verdadero interés por los corazones de nuestra niñez fronteriza”, puntualizó.