Continuamos con la catequesis del Dicasterio para la Evangelización para caminar y aprender a orar junto al Papa Francisco, rumbo al Año Jubilar 2025… Hoy entramos al capítulo cinco, sobre jóvenes y oración…
1.El camino para comprender la voluntad de Dios
La juventud es un tiempo pasajero importante. Como para otros aspectos de la vida, también para el camino de la fe, a un cierto punto se llega a poner en discusión prácticas recibidas en la infancia, en busca de un modo más personal e íntimo de dirigirse al Señor. Si es verdad que la relación entre los jóvenes y la oración puede parecer un tema delicado, no se puede no reconocer que, si son acompañados con atención y entusiasmo, muchos jóvenes muestran un interés y una participación sorprendentes.
Un camino de oración con los jóvenes no puede no tocar también sus dudas e interrogantes sobre los afectos y relaciones, sobre los miedos y deseos. Precisamente el silencio y la intimidad de la oración pueden constituir el espacio donde cuenten al Señor lo que llevan en el corazón y recibir de Él palabras de vida: «si entras en amistad con Él y comienzas a conversar con Cristo vivo sobre las cosas concretas de tu vida, esta será la grande experiencia, será la experiencia fundamental que sostendrá tu vida cristiana» (Ex. Ap. Christus vivit [CV], 25 de marzo de 2019, n. 129).
Finalmente, es inevitable que un camino de oración con los jóvenes tenga aspectos de carácter vocacional. El tiempo de la juventud es por excelencia el tiempo para mirar y construir el propio futuro, también en servicio de los demás. Ayudar a los jóvenes a orar significa ayudarles a soñar y a buscar el propio futuro con el Señor, percibiéndolo como compañero inseparable. En la oración, los jóvenes pueden aprender a alzar la mirada y a contar las estrellas, como Abraham; pueden dejarse fascinar por una zarza que no se consume, como Moisés; pueden escuchar en el corazón de la noche, como Samuel; pueden abrir la puerta al Señor que toca, como María. En el curso de este año de oración, es importante que cada comunidad cristiana sepa suscitar nuevamente este diálogo vocacional en el corazón de los más jóvenes, alegrándose por el paso del Señor que llama.
- Eventos y encuentros para involucrar a los jóvenes en la oración
Además de retomar la IV parte del Catecismo de la Iglesia Católica para una catequesis orgánica sobre el tema de la oración cristiana o descubrir la oración de algunos personajes bíblicos, se puede profundizar en la lectura de Christus vivit del Papa Francisco.
En especial, los números 150-157; 250-252 y 287-290 presentan la relación con el Señor en términos de amistad y se dirigen a los jóvenes con un lenguaje sencillo e inmediato.
- Se pueden proponer momentos sociales de encuentro con los jóvenes para orar juntos antes de dedicarse a las variadas actividades del día. Por ejemplo, se podrían dar cita en la mañana, antes de ir a la escuela, para la lectura del Evangelio del día o para el rezo común de Laudes matutinas; del mismo modo, sería deseable dedicar un breve momento semanal de adoración eucarística, durante la cual los jóvenes puedan presentar sus intenciones, confiándolas a los compañeros, de manera que se puedan reforzar las oraciones y todos puedan hacer propias las intenciones de los demás.
- Los jóvenes tienen necesidad de ver y tocar, haciendo experiencias tanto compartidas como en primera persona. En este año, se podría, antes que nada, preparar o dar relevancia a los lugares de la oración. Además, en los puntos de reunión del centro juvenil, en el oratorio o en la sede del grupo: un espacio o una pequeña capilla decorada con sencillez – de ser posible con la presencia del Santísimo Sacramento, con una imagen sagrada y una Biblia, en un clima de silencio – puede bastar para hacer visible la invitación a la oración.
De modo similar una «tienda de la oración» puede ser preparada, con instrumentos y subsidios adecuados, en las plazas o en las escuelas o en otros lugares, en ocasión de misiones o iniciativas pastorales creadas ad hoc o en el ámbito de experiencias formativas de verano. Considerando lo atractivo que las experiencias «fuertes» tienen para los jóvenes, en algunos momentos del año, se puede dar realce a momentos de la tarde o noche para ofrecer espacios para el silencio, la escucha, la adoración.
- En diversas parroquias y grupos de formación se va difundiendo la experiencia de la «semana comunitaria». Aún continuando con sus habituales compromisos de estudio o trabajo, pequeños grupos de jóvenes, junto a algunos sacerdotes, religiosos o laicos adultos, comparten de manera estable espacios puestos a disposición por las parroquias o diócesis. Además del ejercicio de la vida fraterna y del servicio, estas experiencias pueden ser una óptima ocasión para introducir a las nuevas generaciones a la oración: Lectio, Liturgia de las Horas, Adoración.
- Muchos seminarios o monasterios abren las propias puertas para proponer programas de “Escuela de oración”. En general, se trata de un camino continuo que, en etapas, profundiza en forma de oración y con un lenguaje adaptado a las generaciones jóvenes un personaje bíblico o una temática vocacional.
- También, suscitan mucho interés entre los jóvenes las peregrinaciones a pie hacia los grandes santuarios o las caminatas en la montaña o en la naturaleza. La contemplación de la creación y el ritmo del camino abren fácilmente el corazón al estupor, a la alabanza, al agradecimiento: también estas ocasiones representan una oportunidad pastoral, por ejemplo, enseñando y practicando la «oración del corazón» o acompañando el camino con los Salmos de peregrinación.
- Ofrecer también a pequeños grupos de jóvenes la responsabilidad de hacerse presentes y colaborar en algunas actividades tradicionales de la comunidad como las que se realizan en ocasión del viernes primero del mes o para el Vía Crucis, así como para el rezo del Rosario o de las Vísperas.
- Actualmente son numerosas las app y podcast que ofrecen contenidos formativos sobre la oración o cápsulas cotidianas sobre el Evangelio del día: estos instrumentos hacen posible un breve llamado a la oración en la vida de cada día, en los transcursos diarios hacia el lugar de estudio, de trabajo o de paseo. Valorarlos, difundir su uso y su conocimiento, incluso a través de las opiniones de los jóvenes, es otra vía realizable para dedicarse a la oración cuando un fiel, por los más variados motivos, no puede estar presente en la parroquia o en otras actividades de la comunidad.