A través de la Red Mundial de Oración, el Papa León ha llamado a este mes de julio orar por la formación para el discernimiento…sacerdote nos explica qué es discernir y cómo podemos lograrlo…
Blanca A. Martínez
Cada mes, desde hace décadas, el Papa en turno pide a los católicos de todo el mundo rezar por una intención en especial. Esta iniciativa va acompañada de un vídeo donde el Pontífice expresa las razones por las que ha elegido esa intención en concreto.
Hoy tenemos presentes los videos del finado Papa Francisco, cuyo programa de oración para 2025 es continuado hoy por el Papa León XVI, a través de la Red Mundial de Oración del Papa.
Este programa pide para este mes de julio orar por la formación para el discernimiento:
“Oremos para que aprendamos cada vez más a discernir, saber elegir caminos de vida y rechazar todo lo que nos aleje de Cristo y del Evangelio”.
En entrevista, el padre Alberto Castillo, formador del Seminario y asesor del Centro de Espiritualidad San Francisco Javier, explica en qué consiste el discernimiento y cómo podemos hacerlo.
¿Qué es el discernimiento según san Ignacio de Loyola?
Discernir es elegir, pudiera decirte: colar para quedarte con lo valioso, con lo conveniente. El discernimiento en la vida espiritual es también esto: encontrar por dónde Dios nos está hablando, a qué nos llama, qué nos inspira poner en práctica, darnos cuenta, porque, al final, el cristianismo reza todos los días “hágase tu voluntad” y nosotros queremos, como dice San Ignacio, buscar y hallar la voluntad de Dios para ponerla en práctica en todas las cosas. En eso consiste el discernimiento, en este buscar y hallar.
¿Para qué nos sirve?
Justo para que nuestra vida no sea inspirada sólo por motivos egoístas, por ejemplo, o que no encuentre el sentido trascendente de venir de Dios y dirigirse a Él. Si tomáramos decisiones sin tener en cuenta a Dios ¿para que las estaríamos tomando y a dónde nos llevarían? ¿qué sentido, tendría la vida? El discernimiento acaba dándole el peso de una relación con Dios a nuestra vida.
¿Por qué San Ignacio enfatizó en el discernimiento?
Tiene que ver con su propia vida, más que querer enseñar un método, habiéndose sentado al escritorio a escribir algo, a él vitalmente le aconteció que comenzó a distinguir en su interior los sentimientos, las inquietudes, las inspiraciones que venían de Dios y las que no se identificaban con aquello que Jesús le inspiraba en el evangelio. Siendo un ciudadano común, peleando por su tierra, San Ignacio es herido en una batalla y pasa meses de convalecencia y en ese tiempo la oportunidad que tiene es meditar, interiorizar, y las lecturas que tiene a mano son vidas de santos y de Jesús, y entonces comienza a percatarse de que las vidas de los santos y sobre todo la vida de Nuestro Señor inspira ciertas cosas a nuestra alma, nos hace reavivar un llamado, nos provoca a vivir de cierta manera y va dejando huella, por ejemplo, va dejando paz y alegría; al mismo tiempo, los deseos mundanos dejaban a San Ignacio otro tipo de sensaciones en el alma: egoísmo, avaricia, la incomodidad de no tener lo que lo que al otro le quería arrebatar, y entonces empieza distinguir las inspiraciones internas. Cuando me dejo inspirar por lo que viene de Dios me deja unos frutos y cuando me dejo inspirar por las cosas que no vienen de Dios, se nota también y él le empieza a hacer esta distinción. De eso se trata, y por eso lo recalca como fundamental, porque su reforma de vida personal viene a partir de esta distinción que hace en su lecho de convalecencia, y luego va poniendo en práctica hasta que es capaz de transmitirlo a otros y se vuelve el método de discernimiento ignaciano.
¿Cómo podemos aprender a discernir?
El discernimiento existe en la Iglesia desde siempre y en el cristiano. San Pablo nos dice que hay frutos de la carne y frutos del espíritu y entonces todos podemos irnos dando cuenta si en mi vida, lo que se está cultivando son las cosas que vienen del espíritu, o se están cultivando los frutos de mi propio egoísmo que Pablo llama las obras de la carne. Entonces todo cristiano desde siempre es invitado a percibir, a tener una sensibilidad interior. ¿cómo se aprende? Bueno, con la práctica, en la oración, en la meditación de la Palabra, en decir: Señor, ¿tú que me estés pidiendo? ¿A que me impulsas? ¿qué me estás inspirando? Más formalmente hablando, se puede aprender con el acompañamiento, obviamente instrucción del párroco o de alguien especializado, -aunque no quisiera hacerlo sentir como como que discernir es una técnica que pocos conocen y nadie más es capaz- porque los santos cotidianos de los que tanto nos hablaba el Papa Francisco, conocen bien la voz del Espíritu Santo en su vida y la siguen, saben distinguir el bien del mal, sin mucha academia.
Obviamente hay talleres de discernimiento que nos pudieran enseñar un poquito más las reglas que llama San Ignacio, y luego se pueden buscar los ejercicios ignacianos, pero sí quisiera subrayar que no es una capacidad exclusiva de alguien que toma un taller o unas clases.
¿Quién nos enseña?
Podemos aprender el discernimiento, por ejemplo, aprendemos en el acompañamiento de un buen confesor, vamos distinguiendo, con el examen de conciencia, qué me hace tropezar, qué me hace ir teniendo una conducta no cristiana, y entonces voy viendo los impulsos en mi corazón que me hacen tender hacia lo malo, y con eso voy aprendiendo a discernir; un buen confesor me puede ir iluminando. Por eso es bueno conservar acompañamiento constante de un confesor que nos va conociendo. Cambiar nos hace bien, porque recibimos la gracia del sacramento, pero luego nos priva de este acompañamiento de quién ha aprendido a perseverar en el camino con nosotros.
¿Cuáles son los retos que se enfrentan en el discernimiento?
Actualmente uno primerísimo es la dispersión. Si para discernir primero hemos de ponerle atención al interior, pues el celular no ayuda, el activismo no ayuda, querer estar siempre ocupados para no escuchar dentro, no ayuda. No nos ayuda la superficialidad, este estar tan preocupados por la percepción que tienen de nosotros desde el exterior, que no queramos conocer lo que Dios nos está sugiriendo en el corazón. Creo que hoy en día cuesta mucho trabajo la oración. Por ejemplo, le dices a un joven que esté 15 minutos ante el Santísimo y pudiera “no hallarse”. Sin embargo, cuando hacen un ejercicio constante de presencia ante el Santísimo, a lo mejor los primeros 10 días no hallan su lugar y quisieran salir corriendo de ahí porque están aburridos y no pueden sacar el celular para entretenerse, pero después de un cierto periodo, de constancia en el silencio y en la oración, pueden descubrir que tienen una vida interior, una vida espiritual, que el Espíritu Santo habita en nosotros y quiere que sus dones y carismas florezcan en nosotros, que nos está sugiriendo un estilo de vida para ayudar a que el mundo cultive más el Reino de Dios.
Dificulta mucho la dispersión, superficialidad y activismo, pero luego lo favorece mucho la constancia a la hora de “estar con Jesús”.
¿Qué más debemos saber sobre el discernimiento?
Decíamos que el discernimiento tiene una escuela grande en San Ignacio, pero es interesante que el Papa León nos llame al discernimiento, cuando a lo mejor lo hubiéramos esperado como de un acento venido del Papa Francisco porque era jesuita, y sin embargo, justo para dejar muy claro que el discernimiento no es exclusivamente jesuita o ignaciano, el papa León, agustino de procedencia, pero sucesor de Pedro en su en su ministerio actual, nos invita a continuar el discernimiento, a hacerle espacio a Dios en nuestra vida. La gente puede buscar en ejercicios de San Ignacio de Loyola un acompañamiento, un modo de discernir, pero puede comenzarlo también en su vida cotidiana, profundizando, poniendo en práctica su encuentro con el Señor.
Yo lo dejaría en una pregunta sencilla ¿Señor, esto que me sugieres en el evangelio, qué inquietud me está dejando en el corazón? ¿A que me invita? No irnos tan pronto del momento de oración, sino preguntarnos cuando oramos, cuando hemos asistido a la misa y estamos después en el ratito de oración para dar gracias, permitirle un momentito a nuestro corazón discernir los frutos o las inquietudes que se nos quedan después de haber estado con el Señor. Esa puede ser una clave chiquita por dónde comenzar el discernimiento.
Algunas sugerencias
- Pregúntele a Dios con regularidad cuál es su vocación y ore pidiendo orientación y conocimiento.
- Pídale a Jesús que sea parte de las decisiones más importantes de su vida y esté atento al fruto del Espíritu Santo.
- Pregunte a las personas que viven diferentes vocaciones (casados, religiosos, sacerdotes, diáconos) sobre las bendiciones y desafíos de sus vocaciones.
- Pídale a las personas a quienes respeta y en las que confía, incluido su párroco, que le orienten sobre cómo creen que Dios podría estar pidiéndole que ame.
- Manténgase activo en la vida de la Iglesia.
- Participe en los sacramentos, estudia la fe y crece en tu propia vida de oración personal.
- Sea útil a sus hermanos y hermanas y participe en su comunidad.
- Aprenda y siga las principales enseñanzas de la Iglesia para crecer en santidad.
- Desarrolle y comprenda sus dones particulares y dónde coinciden con las necesidades de su comunidad local.