Acompañados del obispo auxiliar de Monterrey, hacen una pausa en sus actividades pastorales para encontrarse con Jesús

Ana María Ibarra
Con la presencia de monseñor Juan Armando Pérez Talamantes, obispo auxiliar de Monterrey, sacerdotes de la diócesis vivieron sus ejercicios espirituales haciendo un espacio en sus actividades pastorales para encontrarse con Jesús y reflexionar sobre su llamado a seguirlo.

Los ejercicios se realizaron del 23 al 25 de septiembre en la Casa Sacerdotal San Juan XXIII.
En entrevista, monseñor Juan Armando Pérez Talamantes compartió que los ejercicios espirituales son para los sacerdotes una manera de restaurar su corazón como servidores de Cristo.
La temática, compartió, constó de tres momentos, siendo uno de ellos “El llamado”.

“Cristo llama al sacerdote a estar con él un momento en los ejercicios espirituales como el pastor que silva y todas las ovejas atienden, para reflexionar en el llamado que Dios nos hace en esta etapa de la vida”, dijo.
En un segundo momento, el obispo reflexionó con el presbiterio sobre el discernimiento, que lleva a buscar la verdad y la voluntad de Dios para la etapa de vida que cada sacerdote está viviendo.

“Partiendo siempre de la palabra de Dios reflexionamos en la etapa que cada uno está viviendo. Cada uno tiene que buscar las luces para comprender la realidad, retomar el caminar y la historia, y disponernos a lo que el Señor nos dice y nos pide”, mencionó.
Para concluir, los sacerdotes reflexionaron en un tercer momento la configuración, habiendo escuchado al Señor y reconociendo sus luces, hacer un compromiso.
“Es importante y una necesidad del corazón de todo ser humano experimentar la propia vida, encontrarse con Cristo, presentarle nuestro caminar y nuestro corazón. Pero el sacerdote ahí se juega la vida, no es una decisión voluntarista, sino que fue llamado y Dios le dio unos dones para ejercer el ministerio”, señaló el obispo Pérez refiriéndose a los ejercicios espirituales.
Signo profético
Los sacerdotes tuvieron que dejar esos días y por algunas horas sus comunidades para dedicarse a estar con Cristo.
“El hecho de que los padres dejen un momento sus comunidades para venir, es signo profético. Todos los seres humanos necesitamos un tiempo y espacio para dedicarnos a Dios. Es verdad que las responsabilidades que tenemos ocupan nuestra atención, pero la Iglesia nos ha enseñado que podemos hacer un momento de silencio para encontrarnos con el Señor Jesús”, señaló.
Sobre esta experiencia vivida, el padre Salvador Magallanes, presidente de la mesa directiva del presbiterio, mencionó que los ejercicios fueron aterrizados en el análisis de la relación del sacerdote con Dios.
“Las premisas que el señor obispo nos ha dado han servido mucho para la reflexión; además, siempre el encuentro como sacerdotes nos favorece y nos hermana”, expresó.
Añadió que terminaron la jornada con mucho material de reflexión para hacerlo en soledad y frente al Santísimo.
“Dios nos favoreció esta semana con estas reflexiones. Agradecemos la comprensión y paciencia de nuestras comunidades, y les pedimos que recen por nosotros. Después de los ejercicios, el sacerdote llega con una actitud renovada, de seguir entregándose a Dios y a la comunidad”, concluyó.


































































