Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con grande alegría y gozo. Estamos de fiesta. Terminamos el mes de junio, gracias a Dios, el primer semestre del año. Los días van pasando rápido y empezamos julio. Hoy, primer domingo de julio, 2 de julio, al inicio del segundo semestre del año, le pedimos a Dios nos bendiga e ilumine con ese ánimo, con esa alegría. Es también tiempo de vacaciones de muchos alumnos, ya por salir o que han salido de primaria, de secundaria, preparatoria y universidad. Disfrutemos con Dios, con la familia, estos días de bendición.
Dos acontecimientos hemos vivido recientemente estos días pasados. Por una parte tuvimos la alegría y el gozo extraordinario de recibir a los obispos de la Provincia eclesiástica el miércoles por la noche y el jueves por la mañana. Vinieron los cinco obispos, conmigo somos seis: el señor arzobispo de Chihuahua, los demás obispos de Cuauhtémoc-Madera, Parral, de la Tarahumara, de Nuevo Casas Grandes y su servidor y junto con los obispos vinieron tres sacerdotes por diócesis.
Reunión vocacional
Estoy muy contento porque el padre Benjamín Cadena, la parroquia de San Pedro y San Pablo nos recibió. La misa muy solemne, muy bonita, la comunidad muy fervorosa nos ha recibido con grande gozo y felicidad, la gente contentísima de ver a los obispos reunidos compartiendo esta solemnidad de San Pedro y San Pablo, y solemnidad de la parroquia.
Dos temas importantes tratamos el jueves por la mañana. Por una parte empezamos la reunión con la oración que monseñor René Blanco nos hizo el favor de ofrecernos para meditar y así pedirle a Dios su ayuda para la reunión y luego ya trabajamos por tres equipos, por separado los obispos, por una parte atendiendo asuntos propios de los obispos y luego, otro equipo con los padres que vienen representando a los Seminarios, y un tercer equipo, los padres que vienen de la Pastoral Vocacional.
La reflexión es en torno a la formación permanente del que es llamado. Desde el llamado vocacional, estas etapas de admisión, de retiros, etapas vocacionales.
La admisión y luego la etapa inicial de formación en sus diferentes fases, desde la preparatoria, que es el Seminario Menor, el Curso Introductorio, Filosofía y Teología.
La idea es reflexionar cuáles son nuestros retos, cuáles son nuestras realidades, cuáles son nuestras riquezas en nuestra Provincia, a nivel Seminario y a nivel Pastoral Vocacional.
Han sacado unas reflexiones muy importantes, retos que luego ya trabajaremos con más confianza y más tranquilidad y las daremos a conocer. Hay que asimilar lo que aportó cada equipo, para ya luego echarlo a andar.
Ordenaciones
Por otra parte el día de ayer sábado primero de julio tuvimos a bien, bendito sea Dios, ordenar a un presbítero, al padre, ya hoy sacerdote, Adrián Flores. Muy contento el padre vivió su ordenación, con mucha intensidad, con mucha emoción después de estar 5 ó 6 años fuera, en otro país, viene a ordenarse presbítero para nuestra diócesis junto con dos diáconos permanentes: Benjamín y Diego.
Durante la homilía les pedí que sirvan a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, Maestro y Pastor. Son tres tareas de Cristo que, como presbítero y como diáconos permanentes tendrán que vivir a ejemplo de Cristo: Maestro para enseñar la Palabra de Dios, proclamar la Palabra de Dios, vivir la palabra de Dios. Cristo sacerdote, quiere decir que el presbítero y el diacono están íntimamente relacionados con Cristo sacerdote en el Altar, hacerse víctimas, ofrecerse, dar su vida, entregarse a Cristo, unidos a Cristo por el pueblo de Dios. Y como pastores conducir con amor, conducir con atención y con cariño, dando la vida como el pastor a sus ovejas, ejercer este triple ministerio: maestro, sacerdote y pastore.
Les he dicho que al asumir y al unirse al sacerdocio de los obispos, el presbítero Adrián y los diáconos permanentes Benjamín y Diego, han quedado consagrados para anunciar el Evangelio, santificar al pueblo de Dios, apacentarlo celebrando el culto divino especialmente en el sacrificio del Señor.
En el caso de los diáconos, casados, muy concretamente a ellos les dije que al acceder libremente al Orden del Diaconado, al igual que aquellos varones elegidos por los apóstoles para el ministerio de la caridad, también ustedes deben dar testimonio de estar bien llenos del Espíritu Santo y del gusto por las cosas de Dios.
Los he invitado a todos, llamándoles queridos hijos, en este caso a Adrián, como presbítero, debe cumplir el ministerio de enseñar en nombre de Cristo, ser maestro que anuncie a los hombres la Palabra de Dios que se les confía. Que enseñen con la vida, con el testimonio, con el gozo del Señor.
Ha sido una ceremonia muy bonita. El padre muy contento porque lo acompañaron varios sacerdotes de Francia, de Estrasburgo, su párroco, su rector y otros sacerdotes, algún compañero de los que serán o estarán por ordenarse en el mismo período.
Son dos acontecimientos muy importantes que vivimos y esto nos compromete a seguir trabajando.
Damos gracias a Dios por las vocaciones, pero les pido, queridos hermanos, seguir orando con mayor insistencia por nuevas vocaciones a la vida religiosa, y a la vida sacerdotal. Sobre todo para nuestro Seminario en familia, con nuestros niños, con nuestros jóvenes, con nuestros estudiantes. Seguir pidiendo un aumento de vocaciones y los jóvenes que se decidan a entrar.
Orar por las vocaciones
Por cierto, lo hablaremos en este mes de julio que será el PreSeminario, que ojalá que nuestros jóvenes que sientan la inquietud acudan a este Pre Seminario. Infórmense con sus párrocos para que se apunten y vayan, los que tengan cierta inquietud para ser sacerdotes. Queridos hermanos, hoy domingo el padre Adrián está celebrando su primera misa. Sabemos que una vez ordenado el presbítero elige un día para cantar su misa, para celebrar su primera misa. Hoy nos unimos con él en la parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús, que a mediodía estará con la comunidad parroquial celebrando su primera misa.
Les pido a todos su oración por él, que lo bendiga y que lo fortalezca, oración por los nuevos diáconos permanentes, que los bendiga a ellos, a sus familias, para que juntos, presbítero Adrián y diáconos permanentes Benjamín y Diego, sean testigos de Cristo, Maestro, sacerdote y pastor.
Vivamos esta fe con gran alegría y gozo en el Señor. Vivan la liturgia dominical de hoy en el amor a Cristo, en el amor a la Iglesia, en el amor a nuestros hermanos. Y compartan esta alegría con todos, anuncien el evangelio, proclámenlo con la Palabra, con el ejemplo, con la vida. Como siempre les agradezco su atención y les doy mi bendición. La bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo permanezca siempre con ustedes. Amén.