Con motivo del inicio del año, y como una manera de reflexionar a la Luz del Evangelio sobre el paso del tiempo, el padre Juan Manuel Orona, rector del Seminario, nos ayuda a reflexionar sobre el tiempo, como el espacio en el el que el hombre, como pueblo de Dios, construye la historia de Salvación.
Claudia Iveth Robles
En entrevista con Periódico Presencia, el sacerdote Juan Manuel Orona invitó, en este año que recién comenzó, a tener una actitud de no preocuparnos demasiado por las realidades terrenas y, al contrario, disfrutar las cosas buenas que ofrece la vida, la existencia de cada día y reconocer que, si el tiempo es un don de Dios, entonces está en sus manos.
- ¿Qué es el tiempo?
Me viene a la mente para empezar unas palabras de San Agustín muy simpáticas y las que dicen: “Todos sabemos qué es el tiempo, pero cuando alguien nos pregunta qué es el tiempo, no sabemos cómo explicar. Siguen siendo muy actuales sus palabras. Partiendo de ahí, en las Sagradas Escrituras el tiempo está relacionado con el hombre como un ser histórico; en otras palabras, está relacionado con la historicidad del hombre, ya que el hombre es criatura que vive en el tiempo, en la historia.
Usando estas categorías de espacio y lugar, el tiempo, en la Sagrada Escritura, es donde Dios sale al encuentro del hombre para entrar en una relación de amistad con él, para darle su palabras, sus mandamientos. Es en el tiempo donde el hombre construye, como pueblo de Dios y como Iglesia, una historia de salvación. - ¿Qué nos dice la Biblia sobre cómo usar el tiempo para agradar a Dios?
Lo primero es que la Escritura nos enseña que si bien el tiempo es don de Dios, es una gracia que ese tiempo ha llegado a su plenitud con la venida de Jesucristo, con el nacimiento, la entrada de Dios en la historia del hombre. Partiendo de ahí las Sagradas Escrituras nos enseñan que la primera actitud (respecto al tiempo) debe ser la gratitud: todo es don de Dios.
Regresó a las palabras de San Agustín que nos dice: “mira a tu alrededor y ve si encuentras un mérito de tu parte y verás que todo es gracia, incluso el tiempo”.
Todo el tiempo que vivimos en este mundo, todo es don de Dios y todo lo que se involucra en el tiempo y la historia, la actitud frente a ello, sería el agradecimiento.
Segundo, también el tiempo es una oportunidad para que nos convirtamos. Al inicio del Evangelio de San Marcos, capítulo uno, 14 y 16, por ahí, San Marcos pone en labios de Jesús estas palabras «el tiempo ha llegado, el tiempo se ha cumplido conviértase y crean».
Ahí está una actitud fundamental: la conversión y otra actitud fundamental, es la fe.
La conversión nos ayuda a recibir el tiempo como don de Dios y a buscar en él santificarnos, hacer su voluntad, y la fe nos permite descubrir en el tiempo, que es nuestra historia y nuestra vida, la presencia de Dios.
También otra actitud para usar el tiempo es la actitud del discernimiento ¿Cómo usarlo?: con discernimiento, es decir, descubrir los signos de la presencia de Dios enmedio de nosotros. Por eso se habla actualmente en la Teología, de los “signos de los tiempos”, en estos acontecimientos, en este momento de la historia, en el hoy de nuestras vidas ¿qué nos quiere decir el Señor? ¿A qué nos compromete?, ¿Cómo nos interpela?.
- En la Sagrada Escritura, ¿cuáles serían algunos consejos que comparten los apóstoles sobre el tiempo?
Aquí creo que un maestro es San Pablo. Por ejemplo en la carta a los Gálatas, el capítulo cuarto nos dice algo muy hermoso, que al llegar la plenitud de los tiempos Dios nos envió a su hijo nacido de una mujer, bajo la ley. Aquí Pablo nos habla del acontecimiento de la Encarnación, que es lo que acabamos de celebrar en estos días y el apóstol Pablo nos enseña eso: con Cristo llega la plenitud de los tiempos.
El mismo San Pablo nos enseña que lo que verdaderamente dura en el tiempo y permanece, es el amor, es decir, el tiempo vivido en la caridad, en el servicio, en la búsqueda del bien de los demás; cuando dice San Pablo, pasará la fe, pasará la esperanza, pero la caridad nunca pasará, ahí está, lo que permaneces es el amor.
Por eso cuando se crean relaciones de amor fraterno como al amistad, el amor de los esposos, el amor del sacerdote por una comunidad, eso es lo que permanece, las personas somos pasajeras, pero el amor que hayamos sembrado, ese permanecerá para siempre. Por eso cuando una persona muere, la seguimos recordando porque el amor de su presencia permanece. - Y los profetas ¿Qué dicen?
Cuando ellos hablan de la venida del Mesías, del Juicio final, nos invitan a prepararnos con la conversión, con la práctica de la justicia, con la ayuda al huérfano, a la viuda, al desvalido, porque la mejor manera de prepararse para la venida del Mesías es eso, practicar la justicia. Nos invitan también a descubrir en los acontecimientos históricos una llamada de Dios, a vivir en la rectitud, en la solidaridad, a ser un pueblo, y a no separar la vida de la fe.
- Según la Biblia, ¿a que debemos dedicar el tiempo?
El tiempo, según las Escrituras, es para cultivar, alimentar una relación con Dios, con el prójimo, para caminar en la fe, para santificarnos, para ayudar a otros a santificarse, a salvarse, como que en el hoy de nuestra vida, construimos también nuestro futuro.
En ese sentido la Biblia habla también de diferentes maneras de concebir el tiempo, por ejemplo el tiempo propicio, que es el tiempo de la salvación, el llamado Kairós. Pero cuando se ha vivido y se ha aprovechado este tiempo propicio que es el tiempo de la Salvación, entonces construimos nuestro futuro para participar del tiempo de la Eternidad.
El Kairós, el tiempo de la salvación, se vive en el tiempo cronológico que podemos cuantificar.
- ¿Qué nos dice la Biblia sobre la expresión “todo tiene su tiempo”?
Aparece en libro del Eclesiastés, nos quiere decir, tener una actitud humana de no preocuparnos demasiado por las realidades terrenas, disfrutar de las cosas buenas que tiene la vida, la existencia de cada día. El reconocer que al fin de cuentas el tiempo, si es un don de Dios, está en sus manos; la vida de cada uno de nosotros esta en las manos de Dios, eso nos llevará también a dar lo mejor de nosotros en todo lo que emprendamos, pero al mismo tiempo teniendo la confianza de que todas las cosas están en las manos misericordiosas de Dios, y si los planes de Dios no salen como queremos, en todo nos habla Dios.
- ¿Cómo se debe ubicar un católico ante el tiempo?
En la gratitud por la existencia, el aprender a ver nuestra historia, nuestro tiempo con ojos de fe, de humildad; ver la historia y el tiempo en que Dios nos ofrece su amor, su amistad. También en el compromiso: un católico asume su tiempo, lo cuida, lo valora, lo usa como un compromiso para hacer el bien y construir el Reino de Dios.
Don Manuel Talamás, primer obispo de Ciudad Juárez, solía decir que tiempo perdido ya no se recupera.