Ana María Ibarra
“Servir al Señor resucitado y a la Iglesia que rescató con su sangre”, fue el lema que el padre Celso Flores siempre tuvo presente para vivir su sacerdocio.
El fruto de su servicio y entrega, de su amor a Dios y a su pueblo, se hizo presente en el agradecimiento que cientos de fieles y sus hermanos sacerdotes le expresaron al ser despedido el pasado sábado 7 de diciembre.
Esto en la misa de acción de gracias que se celebró en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, donde el padre Celso fungió como párroco durante los últimos once años.
Mensaje del obispo
El obispo don J. Guadalupe Torres Campos presidió la misa de exequias repitiendo en su homilía el lema que guió el sacerdocio del padre Celso.
“Nos unimos en la fe para dar gracias a Dios por su amor que incorporó al padre Celso por el Bautismo y el orden sacerdotal. 80 años de vida, 55 de ministerio sacerdotal, de servicio a Jesús resucitado y a la Iglesia”, destacó el obispo.
Igualmente resaltó la entrega del sacerdote, quien, dijo, siempre vivió en comunión con Dios.
“Se entregó cada día, se fue desgastando cada día hasta el final en su parroquia, siempre fiel. Nos da alegría porque está con Dios”, añadió el obispo al recordar al padre Celso como un sacerdote sonriente, bromista, con la alegría de quien sirve, de quien construye el Reino de Dios.
Inhumado
Muchos de los fieles que asistieron a la misa, así como sus compañeros de ministerio, acompañaron al padre Celso hasta su ultima morada, en el Panteón Jardines Eternos, donde ya reposan sus restos.
“Llegó a este momento fortalecido, lleno de Dios y eso nos alegra. Él ha ido al encuentro definitivo con Dios. Pidamos a Dios que nosotros sigamos caminando en la fe, que aprendamos de él y sigamos su ejemplo con alegría, con gozo en el servicio por los demás”.
Mons. J. Guadalupe Torres Campos, Obispo de Ciudad Juárez
Como presbiterio, nos unimos a la acción de gracias. Un gran testimonio que nos dejó como hermano sacerdote. Como familia sacerdotal sentimos su partida. Este dolor es recompensado por la fe. Que su testimonio nos impulse como cristianos, como sacerdotes a servir más y mejor a nuestro Dios
Pbro. Benjamín Cadena, presidente del Presbiterio
Lo conocí en el Seminario. Cuando estuvo en la Divina Providencia fui durante 14 años a tocar. Era un cuate a todo dar. Fue mi director espiritual, mi confesor. Tenía amor a la música tradicional, al canto gregoriano. Siempre me dio mi lugar en la parroquia como organista y cantor. Me duele mucho su partida.
Felipe Sánchez. 52 años de organista en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús
Lo conocí cuando trabajé en el obispado. Después, al formar el grupo de Esclavos de María, que ora por los sacerdotes, hace cuatro años. En las convivencias del grupo el asistía, pero no comía, guardaba ayuno toda la tarde, era muy admirable. Admiré mucho que siempre daba la comunión en las dos especies. Cuando me veía me decía “alborota pueblos”.
Hna. Alma de Jesús Bueno, SJDA
Ha sido un privilegio conocer a alguien como él. Me acompañó por 50 años. El padecía mucho dolor, pero en silencio, nunca se quejó. Deja un hueco muy grande. Para mí, es un dolor muy grande. Le pedimos que interceda por nosotros y esta su comunidad. Lo recordaré con mucho amor.
Guillermo Lucero, feligrés de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús
Tuve una cercanía como párroco, pero también como hermano. Fue una amistad muy profunda, de fraternidad cercana, que se fue dando conforme fuimos avanzando en estos cinco años. Tenía una forma muy peculiar de mostrar el cariño a través de pequeños golpes. Fue un sacerdote muy alegre, siempre bromeando, me quedo con esa experiencia. Me siento con la tristeza y el dolor, pero fortalecido con la gracia del cristiano que es la fe en la vida eterna.
Pbro. Oscar González, Vicario de El Sagrado Corazón de Jesús
Doy gracias a Dios, porque el padre Celso Flores fue el medio por el cual Dios se valió para llamarme al Seminario. Fue el primer encuentro que tuve con Dios. Él me propuso entrar al Seminario y a partir de ahí nació mi vocación. Quiero darle gracia a Dios y al padre Celso por ese regalo que me permite experimentar ahora desde la vida sacerdotal.
Pbro. Guillermo Sías, formador del Seminario
Lo conocí recién ordenado. Era muy juguetón y brincaba de las escaleras. Era muy inquieto, pero ya como sacerdote era muy exigente. Tuve gusto de contar con su estimación hasta los últimos días que estuvo aquí. Era muy respetuoso y se hacía respetar. Tenía su carácter, pero era muy amable.
Sra. Josefina Reyna, feligresa
Nos venimos de la parroquia La Divina Providencia cuando lo cambiaron pues mi mamá creyía que debíamos acompañarlo. En el 2012 nació mi hijo y como un homenaje al padre se llama Celso Alejandro, tiene siete años. Admiré mucho su lucha diaria junto al dolor. Sus piernas no le respondían y así jugaba con los monaguillos, corría con ellos. Era un preocupado por su comunidad. Era un sacerdote incansable. Lo recordaré sonriente, su respeto, su amor, su energía, tenía un carácter fuerte. Le debemos mucho, pero sobre todo le debemos que nos predicó al Dios actual, santificante entre nosotros.
Javier Moreno, feligrés
Se me hizo muy bonito ver tanta gente. Todas las amistades del padre Celso reunidas, todos los sacerdotes, tanta gente reunida para rezar por él y su eterno descanso
Pbro. Juan Carlos López
Fue un hombre muy servicial, muy entregado, a veces muy terco. Llevamos una amistad de más de treinta años. Me llevaba 13 años de edad y fue para un gran soporte sacerdotal, un guía y sobre todo una espiritualidad que le debo a él. Bendito Dios que me permitió conocerlo y llevar una gran y profunda amistad. Lo vamos a extrañar mucho.
Pbro. Alfredo Abdo Rohana