Comparte reflexiones del captítulo 9 de la exhortación apostólicoa Amoris Laetitia, que aborda el tema de las “situaciones irregulares”, entre estas la de los divorciados vueltos a casar y si es posible o no que comulguen.
Ana María Ibarra
Más que reglas canónicas, la exhortación del Papa Francisco, Amoris Laetitia es una búsqueda y una esperanza para aquellos que se han sentido excluídos de la Iglesia por ser divorciados y vivir con nuevas parejas.
Así lo explicó el padre Patricio Pelayo del Tribunal Eclesiástico Diocesano, quien además compartió el impacto que tiene en la diócesis no sólo este documento del papa, sino además las modificaciones que Francisco decretó para el proceso de nulidad matrimonial.
En busca de los excluídos
Refiriéndose a los divorciados en segundas uniones, el padre Patricio explicó que la exhortación es una búsqueda y una invitación que el Santo Padre hace a toda la Iglesia a ir a aquellos que la sociedad ha alejado con comentarios que nada tienen qué ver con la postura de la Iglesia y sus sacerdotes.
“Ante la cultura de exclusión que estamos viviendo, el Papa Francisco ha tenido una postura de Iglesia y nos está recordando que como Iglesia debemos acercarnos a aquellos que la sociedad ha ido alejando y, por comentarios, no de la Iglesia, viven alejados del sacramento”.
En este sentido, dijo el sacerdote, la exhortación es la búsqueda de hacer sentir a todos los católicos hijos de Dios, unidos en familia y participando de los dones de la Iglesia.
Comunión de los divorciados
Sobre la Comunión a los divorciados vueltos a casar, el padre Patricio dijo que estas personas están en una comunión teológica porque siguen siendo hijos de Dios.
“No es una Comunión sacramental porque no están recibiendo el sacramento, pero participan de la bendición y los planes de Dios. La salvación no solo es en la Comunión sacramental sino también en las buenas obras, en vivir la voluntad de Dios”.
Explicó que, según la exhortación papal, para recibir la comunión sacramental se necesita un verdadero acercamiento de la persona con Dios y que no sea un mero capricho.
“Cuando uno quiere estar cerca de Dios existe un dolor del alma y ahí es donde el papa nos dice que son situaciones particulares y es el párroco que conoce a la persona y sabe si está cercana a la comunidad parroquial, quien puede ayudarla dentro de la comunión teológica y saber si es posible que pueda participar de la comunión sacramental”.
Impacto en la diócesis
El sacerdote compartió que desde la reforma que dispuso el papa Francisco al proceso de nulidad matrimonial ha habido un impacto en la diócesis, a pesar de que se siguen las mismas exigencias en los procesos.
“No han cambiado las exigencias, solo se ha acelerado los procesos porque se han quitado algunos candados canónicos que históricamente no existían antes y no hubo dificultad en quitarlos”.
Con estos cambios se ayuda a las personas que necesitan un reencuentro y una verdadera evaluación de su situación matrimonial, la cual consiste en una reflexión basada en la cita “lo que Dios unió que no lo separe el hombre” que sigue siendo válida ya que es palabra del Señor.
“Hay que reflexionar si lo que Dios unió, esas dos personas, con su forma de ser, con su carácter, sus personalidades conflictivas, es una unión deseada por Dios y si está en la voluntad de Dios. Cuando la unión es conforme al plan de Dios es un matrimonio válido, pero cuando no, entonces se inicia el proceso de la nulidad”.
Y agregó “Dios nos creó para la felicidad, para vivir en el amor y no para lo que nos pueda destruir como personas, hay esposos que se destruyen entre sí por no vivir una buena relación”., dijo.
Atención y esperanza
Con estos documentos, las personas que buscan una evaluación de su matrimonio se acercan al Tribunal Eclesiástico con más esperanza y confianza en la Iglesia.
“Como tribunal nos da satisfacción cuando las personas encuentran aquello que buscan porque es algo meditado, incluso lo han puesto en las manos de Dios. Es una alegría para ellos cuando se les ayuda”.
En cuanto a la atención psicológica que ofrece el Tribunal, el padre Patricio dijo que ha sido una buena experiencia que ha ayudado a las personas a conocerse a sí mismas y han hecho un cambio positivo en su vida.
“Toda persona tiene que ser feliz, tiene que buscar su felicidad para poder dar felicidad a la otra persona, realizarse en sí misma para ayudar al otro a realizarse. Si la persona está frustrada va a frustrar a los demás. Buscamos que toda persona se encuentre, esté plena y que ya no haya dificultades, ni rompimientos, ni fracasos matrimoniales”.
El sacerdote invitó a todos los fieles a meditar seriamente los documentos del papa, que no son modificaciones a las costumbres o a la moral de la Iglesia, porque éstos son infalibles en la Tradición Apostólica que es el depósito de la fe que Jesús le dejó a la Iglesia para que custodie.
“Si se modificaran situaciones de estas serían en contra de Dios mismo. Cuando son situaciones de moral no es lo que la gente quiere, sino una verdadera interpretación desde el mismo conocimiento de la Iglesia porque se podrá ayudar pero a vivir en una moral que nos lleve a un encuentro con Dios”, puntualizó.