Diana Adriano
Con gran fervor y devoción, fieles fronterizos se congregaron en torno a la patrona de Ciudad Juárez en las Fiestas Guadalupanas celebradas en torno al 12 de diciembre en la Catedral puesta bajo su protección.
El pasado 11 de diciembre, se celebró la tradicional Misa de Gallo a las 11 de la noche, en un ambiente de alegría.
La ceremonia fue presidida por el obispo, José Guadalupe Torres Campos, acompañado por sacerdotes, seminaristas y ante un templo repleto de fieles.
Desde días antes los alrededores de la Catedral se vistieron de fiesta en torno a la Morenita, pero el miércoles 11 de diciembre todo estuvo abarrotado al marcarse el inicio de las festividades en honor a la Virgen de Guadalupe.
La misa de las 11 de la noche fue un momento de reflexión y oración para todos los presentes, que se postraron ante ka imagen de la Virgen, ubicada al interior del templo, la cual fue embellecida con cientos de rosas de colores en un majestuoso diseño que asombró a todos.
Los devotos, con profunda fe y devoción, se acercaron a la imagen para dejar ofrendas florales y veladoras como muestra de su amor y gratitud hacia la Madre de Dios.
Palpitaron los corazones
“Suenan los tambores, suenan los corazones, palpitan y todo el cuerpo, toda América y en otras partes del mundo», así comenzó el obispo su reflexión.
“Nuestros corazones se han llenado de gratitud, un latido de vida, un latido de amor. Nos alegramos porque celebramos la gran fiesta de Nuestra Madre Santísima, la Virgen de Guadalupe”, continuó.
Repitió luego las palabras del salmista ‘que te alaben, Señor, todos los pueblos, que las naciones con júbilo te canten, que los pueblos te aclamen y te bendigan’, para recordar que en esta fiesta todo México se une en torno al amor de la Madre.
“Porque nos has dado a nuestra Madre Santísima, nos has dado una mamá, esta hermosa presencia de María”, dijo el obispo.
Luego, reflexionando sobre el misterio de la Encarnación, monseñor Torres recordó cómo “en la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, María, para nosotros”.
Recordó que el acontecimiento Guadalupano representa «la plenitud de los tiempos», un momento en el cual “Dios viene a través de nuestra Madre Santísima, la Virgen de Guadalupe”, para hacer tangible su presencia en medio de los pueblos.
Mañanitas a la Virgen
Un momento especial marcó la culminación de la ceremonia justo a las 12 de la medianoche. En un gesto solemne, el obispo descendió del presbiterio para dirigirse, junto con los sacerdotes con celebrantes, al lugar donde se encuentra la imagen de la Virgen de Guadalupe.
En ese instante el coro comenzó a interpretar las tradicionales Mañanitas a la Virgen y todos los presentes unieron sus voces de alabanza.
Esa misma noche, por primera vez, se celebró una misa a las 2 de la madrugada, con una notable asistencia a pesar del clima frío y las complicaciones para llegar al centro de la ciudad.
Misa de las rosas
Al día siguiente la Catedral siguió recibiendo a los fieles que fueron a llevarle flores o veladoras a la Virgen de Guadalupe como acción de gracias o para pedir su intercesión.
A las 12 del mediodía el obispo celebró la Misa de las Rosas ante numerosos fieles que llegaron cumpliendo el precepto nacional en torno a María de Guadalupe.
El obispo recibió ese día felicitaciones por el día de su santo, y junto a los fieles agradeció a la Morenita por hacer presente su amor a los juerenses.