Con este texto del padre Francisco Galo Sánchez, ofrecemos una acción de gracias por nuestra Diócesis de Ciudad Juárez, que hoy celebra 60 años de vida.
Pbro. Francisco Galo Sánchez
¡Gracias Señor! por iluminar al Papa Pío XII, para que publicara la Constitución Apostólica: “In Similitudinem Christi”, el 7 de septiembre de 1957 con la cual nacimos como Iglesia Particular en esta región.
¡Gracias Señor! Por habernos concedido en la persona de don Manuel Talamás Camandari, un grande y santo pastor, quien inició su labor episcopal el 8 de septiembre de 1957.
¡Gracias Señor! Por el tiempo que nos concediste disfrutar con la presencia y sabiduría de Monseñor Carlos Francisco Enríquez y Merino, como Vicario General de la diócesis, siempre ejemplar y callado, pero con un amor muy grande por nosotros.
¡Gracias Señor! Por la dicha de contar desde el comienzo con la hermosa y valiosa colaboración de Mujeres Consagradas a Tí, sobre todo las Hermanas Misioneras de María Dolorosa, quienes nacieron y crecieron con nosotros desde los inicios, siendo un apoyo y baluarte inestimable.
¡Gracias Señor! Porque nuestra diócesis comenzó con 19 Parroquias en una extensión de 114,000 km2, contando con 390,000 habitantes en todo el territorio designado, para ser atendida por un pequeño grupo de 27 sacerdotes. Y porque hoy llegamos a ser más de 70 Parroquias, con 120 presbíteros, más de 180 miembros de la Vida Consagrada y cerca de 2 millones de habitantes.
¡Gracias Señor! Porque entre las primeras decisiones sobre nuestra vida cristiana, estuvo la de empezar por construir la Casa de formación sacerdotal, nuestro Seminario, mediante aquella Carta Pastoral de don Manuel Talamás, dejando como herencia una tradición de hacernos sentir que nuestro esfuerzo, trabajo y sacrificio, valían la pena.
¡Gracias Señor! Porque inspiraste a nuestro obispo don Manuel a realizar aquél Congreso de Moralización del Ambiente y Derechos Humanos, celebrado del 10 al 17 de mayo de 1959. Y porque con este evento demostramos que Ciudad Juárez no era solamente un sitio de pecado, sino también de Gracia y Libertad.
¡Gracias Señor! Por la participación de don Manuel en el Concilio Vaticano II, evento que lo marcó muy fuertemente en su ministerio y despertó en él la alegría y entrega por seguir impulsándonos como diócesis a aplicar los acuerdos aprobados.
¡Gracias Señor! Por habernos escogido como diócesis pionera en la aplicación de la reforma litúrgica conciliar y así tener la oportunidad de conocer los cambios tan importantes para lograr una mejor participación consciente, activa y fructuosa.
¡Gracias Señor! Por el tiempo en que nos concediste tener a la actual Diócesis de Madera hasta el 25 de abril de 1966 como parte de nuestro territorio; el Papa Paulo VI mediante la Constitución Apostólica: “In Christi Similitudinem” lo aceptó y durante este tiempo nos diste también la riqueza de aumentar al Clero y a la Vida Consagrada con excelentes miembros, cuyo testimonio seguimos recibiendo.
¡Gracias Señor! Por permitirle a don Manuel acudir a la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrado en 1969 en Medellín, Colombia, de donde regresó muy motivado y decidido a implementar las reformas ahí aprobadas.
¡Gracias Señor! Por la VI Carta Pastoral promulgada el 7 de septiembre de 1969, cuya motivación y acuerdos, nos siguen inspirando y animando a vivir más conforme al Evangelio.
¡Gracias Señor! Por el testimonio de compromiso social y entrega al servicio del Pueblo de Dios, que en 1972 inspiraste en nuestro presbiterio, en comunión con su obispo, para mostrar que el seguimiento de Jesucristo requiere saber tomar la Cruz con sus consecuencias.
¡Gracias Señor! Por el ejemplo de santidad y entrega que nos diste en la persona de Monseñor Baudelio Pelayo y Brambila, a quien llamaste en 1975 a recibir el premio de los obreros infatigables y fieles.
¡Gracias Señor! Por la experiencia Sinodal que tuvimos del 18 de octubre de 1976 al 5 de febrero de 1977; ahí supimos escucharnos laicos, consagrados y sacerdotes, en un diálogo intenso y fuerte, en el cual pudimos comprobar que podíamos caminar juntos.
¡Gracias Señor! Por el testimonio de los cristianos de Casas Grandes, que a partir del 7 de julio de 1977 iniciaron como Iglesia Diocesana y, de ese modo, comenzaron su propio andar.
¡Gracias Señor! Por permitir a don Juan Sandoval Íñiguez ser ordenado como obispo coadjutor de Ciudad Juárez el 30 de abril de 1988, y porque duró 4 años como tal y luego 2 como obispo titular de esta diócesis, tiempo en el que nos ayudó a consolidar más nuestros pasos y sobre todo a precisar mejor el rumbo por donde nos querías conducir.
¡Gracias Señor! Por la intensidad que se dio en la formación de catequistas, mediante el apoyo de don Juan Sandoval, preocupado por la seriedad en la preparación de los laicos.
¡Gracias Señor! Por ese 12 de diciembre de 1993 en que aceptamos el reto de publicar periódicamente las noticias de nuestra Iglesia en el Periódico Presencia, así empezamos a incrementar nuestras cualidades y recursos para mejorar la Evangelización.
¡Gracias Señor! Porque el 7 de octubre de 1994, nos llegó la alegre noticia de que recibiríamos a don Renato Ascencio León como III Obispo Diocesano.
¡Gracias Señor! Porque en 1995 iniciamos la elaboración del Plan Diocesano de Pastoral, siendo promulgado el 28 de noviembre de 1998; documento en el cual pusimos el énfasis en la necesidad de la formación para todos los sectores eclesiales.
¡Gracias Señor! Porque escogiste a un presbítero de esta diócesis para que fuera sucesor de los Apóstoles: Gerardo de Jesús Rojas López, quien fue ordenado obispo el 4 de agosto del 2004 , para encabezar la Diócesis de Nuevo Casas Grandes.
¡Gracias Señor! Porque el 12 de diciembre del 2008 salió al aire Radio Guadalupana; cuya transmisión todavía perdura en nuestro tiempo.
¡Gracias Señor! Porque el 22 de febrero del 2014, fue recibido don José Guadalupe Torres Campos, como IV Obispo Diocesano.
¡Gracias Señor! Por el hermoso regalo de permitirnos recibir al Papa Francisco en estas tierras fronterizas, ese 17 de febrero del 2016: Visita que marcó a todos los fronterizos y que nunca olvidaremos.
¡Gracias Señor! Por esos miles de laicos, que dieron su vida al servicio de la Iglesia y ahora en los actuales se proyecta en una entrega generosa y un testimonio motivante que son un estímulo para todos nosotros.
¡Gracias Señor! Por todas los Consagrados y Consagradas que fueron parte de este caminar y ahora forman más de 180 personas las que lo hacen, cuyos votos nos anticipan y animan a seguir esperando la dicha de participar eternamente contigo.
¡Gracias Señor! Por todos los Sacerdotes que han entregado su vida y ya se encuentran contigo esperando un día reuniros todos en la alegría de tu Pascua.
En fin ¡Gracias Señor! Por estos 60 años de devenir cristiano. Permítenos continuar y avanzar cada día, hasta que nos llames a vivir en la Eternidad, junto con todos los que se nos han adelantado.