Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Nuevamente les saludo con un gran afecto. Hoy hemos amanecido con un esplendor maravilloso, la naturaleza es signo de las grandes bendiciones que Dios nos da y hoy quiero seguir comentando con ustedes los temas de con “Francisco a mi lado”.
Hoy toca el tema: Diversidad
La diversidad nos habla de la variedad, pluralidad, diferencias en todos los sentidos, en toda la creación y más en particular con los seres humanos.
Dice el papa: es una bolsa llena de golosinas, caramelos, todos son tan ricos, pero cada uno tiene un color, un sabor, una textura. Así somos las personas, cada una tiene una distinción, una cualidad que lo distingue por algo, hay una gran diversidad en todos los seres humanos; cada ser humano es único e irrepetible.
Eso es maravilloso, se manifiesta la sabiduría y el poder de un Dios creador tan grande, hacernos a cada uno distinto, único e irrepetible, pero al mismo tiempo en comunión.
«La diversidad no se contrapone a la comunión, a la unión, sino que la diversidad hace la unión»
En ese sentido Pablo hace esa figura del cuerpo: el cuerpo tiene muchos miembros, la cabeza, las manos, los pies, las rodillas, los distintos órganos internos, cada uno por su cuenta es maravilloso, pero para darle sentido, solamente el cuerpo unido, la armoniosidad del cuerpo.
El papa nos invita a descubrirnos cada uno como único e irrepetible. Es importante saber que nuestro mundo es tan hermosamente hecho por Dios gracias a esta diversidad.
El papa habla concretamente: vivimos un mundo plural y es un tema de mucha actualidad por los medios de comunicación, donde ya rápidamente las noticias se saben al segundo, casi al mismo tiempo que suceden los hechos, ya son noticia. Anteriormente no y esta nueva era de tecnología hace de nuestro mundo un mundo plural.
El papa ante esta nueva era siempre está, desde el inicio de su magisterio papal, pidiendo la oración por él y por todos, dice el papa: se ora por todo el mundo, incluso por los enemigos y por los perseguidores.
La oración rompe cualquier barrera, cualquier división y une esa diversidad tan rica, la une en la comunión.
¿Qué actitudes debemos tener para que esa diversidad dé frutos abundantes?
Tres verbos utiliza el papa:
- Reconocer al otro. Cristo sale y reconoce al niño, reconoce al joven, a la mujer pecadora, al rico, al centurión, los reconoce, se detiene, los mira, los ubica, sabe quiénes son. Esa es la primera tarea que tenemos que hacer ante esta diversidad: reconocer al otro, salir de nuestra ceguera, de nuestro individualismo, de nuestras cuatro paredes mentales o virtuales que construimos para reconocer al otro.
- Aceptar al otro, así como es, diverso a mí, distinto a mí por su cultura, por su color, por su religión, por sus cualidades, por su edad, por su condición social etcétera. Decir “Te acepto porque, aunque somos diversos, somos hermanos. El papa el jueves, en su reflexión que tenía en el Congreso en Estados Unidos, insistió mucho en eso, en que cada uno desde su propia condición debe abrirse al otro, no ver en el otro a un enemigo o un obstáculo, sino un hermano y aceptar al otro.
- Y la tercera actitud que tenemos que vivir en esta diversidad, dice el papa, es convivir. Te reconozco, reconozco que vales, que eres persona, te acepto… y convivimos. Cada uno tiene su modo de pensar, respeta al otro, podemos convivir, trabajar juntos, podemos relacionarnos, podemos dialogar. El papa también en este discurso en el Congreso dice:
«Ante tanta guerra, ante tanta persecución ha faltado convivir, dialogar, aceptar al otro, ver por el otro»
Entonces son tres tareas que tenemos que hacer a diario: reconocer, aceptar y convivir con todas las formas de pensar, pero eso no implica renunciar a las propias creencias.
En el plano de la religión es importante también reconocer que hay una gran diversidad de pensamientos y que todos estamos siempre en relación con Dios de una u otra manera, y que es muy importante, dice el papa, un diálogo interreligioso, ese diálogo interreligioso es una condición necesaria para la paz en el mundo.
Vuelvo a citar algunas palabras del papa ante el Congreso de Estados Unidos, que ninguna religión está excenta de caer en actitudes fundamentalistas que lleven al genocidio, que lleven a la violencia, al odio; todos estamos expuestos y lo estamos viviendo los últimos años.
Hay que dialogar, hay que reconocernos, hay que aceptarnos, hay que trabajar por la unidad para conseguir todos juntos la paz en el mundo, a pesar de que haya una gran diversidad de religiones, entre los hombres y también, dice el papa, a pesar de la diversidad de etnias, de sociedades y culturas, vemos sembrada la vocación de formar una comunidad. La diversidad nos tiene que llevar a la comunión, al bien común.
También el papa en estos días en su visita a Cuba y Estados Unidos, en el Congreso, les pidió que cada hombre tenemos que decidir en función del bien común. No en función del dinero, no en función del ego, no en función del bien propio, sino en función de los demás.
Utilizó aquella frase del Evangelio ‘haz a los otros, lo que quieras que te hagan a ti’ o ‘No hagas a los otros lo que no quieras lo que te hagan a ti’, entonces buscar siempre el bien común entre todos y fomentar la amistad, fomentar el amor entre nosotros. Sobre todo entre los más pequeños. Nosotros como adultos tenemos una gran responsabilidad de dar buen ejemplo a los niños y adolescentes para que crezcan con una apertura de sencillez, de aceptación por el otro.
Que crezcan de una manera natural y que vean en el otro que a pesar que físicamente o socialmente puedan haber diferencias por la diversidad, sin embargo que los niños y los jóvenes crezcan con naturalidad, con una convivencia sana para que estos niños, adolescentes y jóvenes de hoy, el día de mañana sean los constructores de un mundo de paz, de armonía, de comunión fraterna entre todos.
Así que te invito, me invito a mí mismo, los invito a todos a que valoremos la diversidad, nos valoremos unos a otros, nos reconozcamos todos en el barrio, en el trabajo, en la oficina, en el apostolado, en la parroquia, en donde sea nos reconozcamos como diversos, pero también como personas con valores para unir esfuerzos.
La semana pasada hablábamos del esfuerzo, entonces que unamos esfuerzos para seguir construyendo la comunión, seguir construyendo la comunidad siempre a favor del bien común.
Que Dios los bendiga siempre, les envió mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.