Ana María Ibarra
Recordar la Misericordia del Señor el primer domingo después de la Pascua, pero también mostrar misericordia al prójimo, fue una de las encomiendas que Jesús dio a Santa Faustina Kowalska.
Cuando la Iglesia celebra el domingo de la Divina Misericordia, compartimos esta reflexión alusiva, del padre Juan Manuel Orona, párroco de la comunidad El Señor de la Misericordia
Entender el amor de Dios
En toda la tradición de la Iglesia, la misericordia es clave para entender el amor de Dios ya que, en la escritura y sus enseñanzas Dios Padre se ha revelado a el mismo como misericordioso, compartió el sacerdote.
“En muchos libros de la escritura del Antiguo Testamento el Señor se presenta a sí mismo como misericordioso y compasivo. Cierto es que se muestra como un Dios justo, pero, por ejemplo, en el Salmo 103 dice, entre otras palabras: el Señor es lento para enojarse y generoso para perdonar”, citó el sacerdote.
De esta manera, señaló, Dios deja ver su rostro y su corazón misericordioso, como lo hace a través del profeta Oseas.
“Dios dice a través de los labios de este gran profeta: Yo los amo, aunque no lo merezcan, pues es solo un amor así, misericordioso. Reconocemos esta misericordia por todas las obras y acciones de Dios y todas las alianzas que ha hecho con su pueblo, desde la alianza con Noé”, mencionó.
Definir el corazón del Dios
Para el sacerdote, la expresión de misericordia más grande de Dios fue enviar a Jesús al mundo: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único”.
«La Pascua, la Resurrección de nuestro Señor es una obra de misericordia. Jesús nos dice a nosotros, sus discípulos: sean misericordiosos con su Padre es misericordioso. Podemos decir que Dios es bueno, que es paciente, que es justo, que es tierno, pero lo que define mejor el corazón de Dios es la misericordia”, dijo el sacerdote.
Recordó que la parábola más hermosa que contó Jesús sobre el Padre misericordioso, es la del “hijo pródigo”.
Apóstol de la Misericordia
Para dar a conocer su misericordia, Jesús eligió a Santa Faustina.
«Esta gran mujer, sor Faustina Kowalska, una monjita polaca, recibió las revelaciones precisamente de Jesús Misericordioso. A partir de ella se ha desarrollado esta hermosa devoción a la Divina Misericordia, que celebramos el domingo después de Pascua”, compartió.
En su propia persona sor Faustina experimentó la Misericordia de Dios en su vida, en sus propios pecados, incluso en su vocación de vida consagrada.
“La religiosa se convirtió -porque así se lo reveló también Jesús Misericordioso- en su secretaria de la Misericordia, así lo dice en su diario. Esta hermosa obra se titula “La Divina Misericordia en mi alma”. Ahí podemos ver todas esas revelaciones, mensajes y esa vida íntima que llevó sor Faustina con Jesús Misericordioso”.
El padre Juan Manuel resaltó que fue así como sor Faustina experimentó primero esa misericordia en su existencia y se convirtió en mensajera y apóstol de la Misericordia de Dios.
Testimonio personal
De manera personal, el padre Juan Manuel compartió que ha sido providencial su cercanía con la Misericordia del Señor, pues desde su etapa de seminarista tuvo la oportunidad de hacer apostolado en la parroquia dedicada a esta devoción y de la que hoy es párroco.
«Hago una lectura de esto en mi vida y veo que Dios quiere mostrarme su misericordia a mi primero como cristiano y como sacerdote. Sin duda que el Señor quiere que sea un sacerdote misericordioso. El testimonio de nuestros fieles de este apostolado en concreto de la Divina Misericordia me ha ayudado a amar más esta devoción y practicarla en mi vida”, señaló.
Compartió que la mayor oportunidad que tiene para llevar a cabo la misericordia es en las Confesiones, donde puede “ejercer el Ministerio de la Misericordia”.
“En el consuelo de la escucha Dios me llama a practicar la misericordia con mis hermanos”.
Para concluir su reflexión, el padre Orona reiteró e invitó a la comunidad a quedarse con dos frases, una de san Pablo y otra del mismo Jesucristo.
“San Pablo dice: donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Pudiéramos decir sobreabundó la misericordia. No dudemos nunca en nuestras caídas, en nuestros fracasos, en nuestras desesperanzas de la gran Misericordia de Dios por nosotros”.
“La frase de Jesús, ya mencionada, dice que seamos misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso. Así como él nos ha tratado tratar también a nuestros semejantes”, concluyó.
Coronilla de la misericordia, una poderosa devoción
La devoción a la Divina Misericordia incluye rezar la Coronilla, de donde brotan frutos abundantes.
“Es una devoción muy bella, muy sencilla de aprender, de rezar, de practicar. A veces creemos que las oraciones tienen que ser complicadas o complejas y no es así. Orar es un don de Dios, un don del Espíritu Santo y se ora con fe y con amor. Eso es la Coronilla del Señor de la Misericordia, una oración sencilla hecha con fe, con amor”, explicó el padre Juan Manuel.
Dijo que como todo en la vida cristiana y espiritual, el rezo a la Coronilla es primero que nada una gracia para el creyente.
«Entre más recemos la Coronilla de la Divina Misericordia, Dios nos va regalando un corazón como el suyo, va formando en nosotros un corazón misericordioso, nos va inspirando a actitudes de compasión, de misericordia”, manifestó el sacerdote.
Y agregó: “Es como en el Padre Nuestro. Jesús nos enseñó a llamar a Dios Padre y ahí nos dice que perdonemos como nuestro Padre Dios nos ha perdonado. Entre más rezamos el Padre Nuestro, más vamos a perdonar”.
Apostolado diocesano
En la diócesis, la devoción ha ido en aumento gracias a la difusión que hacen las personas que integran el Apostolado a la Divina Misericordia.
«Poco a poco ha ido creciendo, difundiéndose entre las comunidades y a nivel personal o en pequeños grupos. Aprovecho para dar un saludo y una felicitación a estas personas, que son la mayoría que difunden con alegría y entusiasmo la devoción al corazón misericordioso de Jesús”.
El sacerdote señaló que al igual que sor Faustina “todos deberíamos ser también apóstoles, promotores con nuestro testimonio de la Misericordia de Dios”.
Llevarlo a la famila
“Todos deberíamos promover esta devoción, porque todos hemos sido tratados con misericordia. Dice el Papa Francisco: hemos sido misericordiados. Dios es siempre el que da el primer paso en tratarnos con misericordia. Al mismo tiempo, nuestro Señor es muy firme en no juzgar, no condenar, porque nos trata con misericordia”, expuso.
Dijo que un terreno donde se puede difundir fuertemente esta devoción es en las familias.
“Sería bellísimo que los padres de familia enseñen esta devoción tan hermosa a sus hijos, y así se va transmitiendo también entre familias y de generación en generación”.