Ana María Ibarra
Escuchar el llamado de Dios y emprender el camino vocacional del sacerdocio no se hace por gusto propio, sino tiene qué ver con la docilidad de ponerse en las manos del Señor y dejarse moldear por Él.
Así lo reflexionó el padre Alberto Castillo, formador y ecónomo del Seminario, en el tema “Tomados de entre los hombres”, que impartió a jóvenes del Pre Seminario mayores de 17 años.
Encuentro personal
Con una metáfora, el padre Castillo reflexionó sobre los motivos “insuficientes” para decidir ingresar al Seminario.
“Es bueno tener en la vida quien te apoye en la virtud. Mi familia, por ejemplo, es de misa diaria, pero es motivo insuficiente para venir a un encuentro vocacional”, expresó.
Ingresar al Seminario como única opción y por sobrevivencia, es otra motivación que el padre Castillo definió como insuficiente.
“Venir al Seminario porque yo necesito no va mucho con la vocación, pero se puede dar, puedo uno llegar a ponerse en el centro, ¿es esa la línea de tu discernimiento?”, cuestionó el sacerdote.
En este sentido, agregó, Cristo debe siempre estar en el centro de todo.
“Dios nos concede dones, carismas, características para su misión, pero al centro de todo no podemos estar nosotros, debe estar Cristo”, resaltó.
Por lo tanto, agregó, una transformación interior es lo que puede ser el llamado a la vocación sacerdotal.
En manos de Dios
El padre Alberto dijo que los sacerdotes son hombres frágiles y débiles, como todos los hombres, con los mismos miedos y egoísmos. Y agregó que enamorarse de Cristo es lo que hace la diferencia.
“El amor nos cambia los horizontes de nuestra vida. Ustedes y yo estamos hechos del mismo barro que todos los hombres, pero nuestro amor por Cristo guía nuestro camino”, afirmó.
El expositor dijo a los muchachos en discernimiento vocacional, que es importante y necesario permitir a Dios continuar su obra en ellos.
“No estamos acabados hasta que Dios culmine su obra en nosotros. Llega un momento en la vida en que descubres en tí otra identidad que se va construyendo cuando tú disminuyes y Él crece”.
Principal motivación
Para concluir, el padre Castillo motivó a los jóvenes a dejarse guiar por el Espíritu Santo y a escuchar la voz del Señor para darle una respuesta.
“Los sacerdotes no caemos del cielo, somos hombres tomados entre los hombres para el servicio del Señor. Lo que Dios logra a través de nuestro sacerdocio son las maravillas de la obra del Señor en un hombre frágil que confiadamente se pone en sus manos. Sigan el camino en relación con Jesús, lo que cuenta es que llegues a ser lo que Dios quiere que seas”, puntualizó.