El obispo don Guadalupe Torres Campos encabezó al grupo de sacerdotes que, como cada Semana Santa, llevan misericordia a los presos de Ciudad Juárez a través del sacramento de la Confesión.
Con un gran deseo de recibir la absolución de sus pecados, internos del Cereso número 3, aprovecharon la visita del obispo José Guadalupe Torres Campos y 19 sacerdotes quienes acudieron el pasado viernes 18 de marzo para impartir el sacramento de la Reconciliación.
Convocados por el padre Alberto Meléndez, capellán de la Pastoral Penitenciaria, los sacerdotes llegaron a las instalaciones que el Papa Francisco visitó el pasado 17 de febrero.
“Hemos venido a administrar el sacramento de la reconciliación, a experimentar con los presos la misericordia del Padre”, dijo el obispo antes de comenzar las confesiones.
“Haré lo posible por venir más ocasiones”, dijo el obispo al agradecer a los sacerdotes que acudieron a ofrecer su servicio para impartir el sacramento.
Mientras algunos sacerdotes fueron guiados para confesar en algunas de las áreas del penal, el obispo se dirigió a la capilla donde el Santo Padre dirigió un mensaje a los agentes de la Pastoral Penitenciaria, y dejó como regalo un crucifijo de Cristal.
En la capilla el obispo don Guadalupe Torres bendijo una cruz misionera elaborada por internos del Cereso de Chihuahua, la cual fue recibió la bendición del Santo Padre y visitará cada uno de los centros penitenciarios de la República Mexicana.
Enseguida el obispo se dispuso a impartir el sacramento de la reconciliación a algunos de los internos, quienes pasaron uno a uno con el obispo, quien fraternamente los escuchó y absolvió.
Visita del papa los animó
En entrevista, el padre Alberto Meléndez recordó que cada año los sacerdotes apoyan a la Pastoral Penitenciaria en este servicio, principalmente en la Semana Santa.
Dijo que cuatro de los 19 sacerdotes participantes ingresaron al área femenil, y los demás, junto con el obispo, al área varonil.
Dijo que los internos valoran mucho esta participación de los sacerdotes que les permite reconciliarse con Dios y participar en las celebraciones católicas que se realizan en el penal.
Destacó que a raíz de la visita del Papa muchos internos han presentado un cambio en sus actitudes y se notan más emocionados a la hora de participar en las actividades que realiza la Iglesia Católica al interior del penal, a través de la Pastoral Penitenciaria.
En el área femenil la situación es similar, pues ahora las internas participan con más entusiasmo en las visitas que se realizan semanalmente por parte de los agentes de pastoral, además de que tienen una actitud de mayor alegría, dijo Mónica Sernas, una de las integrantes de la Pastoral Penitenciaria
Vivió su conversión al interior del Cereso y visita del papa lo reconfirmó en la fe
Enrique Escamilla es un interno del Cereso 3 que participó en el servicio de confesiones que llevaron los sacerdotes el pasado viernes 18 de marzo.
Está preso desde hace dos annos y medio y vivió un proceso de conversión a raíz de su encarcelamiento, el que pudo reforzar con la visita del Santo Padre al penal.
“Cuando tenía la edad de 17 años recibí el sacramento de la Confirmación. me invitaron a ser coordinador y acepté, pero Satanás estaba enojadísimo por mi decisión y empezó a lanzarme una serie de tentaciones que no pude resistir”, relató el interno mediante una carta, ya que se esta vez se impidió realizar entrevistas a los presos.
En su carta, Enrique cuenta que esas tentaciones incluían “dinero, drogas y mujeres”, por lo que finalmente cayó preso
Bancarrota espiritual
“Estaba en la bancarrota espiritual. No podía y no sabía pedir perdon a Dios, pero Él en su infinita misericordia encontró la manera y me trajo a este lugar, la cárcel”, relató Enrique.
Dijo que hace dos años y medio llegó al Cereso “derrotado, sin mujer, sin hijos, sin familia, totalmente solo” y a los cuantos días de estar preso se enteró de una comunidad católica que existía en el penal.
“Un compañero me invitó a asistir a la comunidad y a misa y acepté. Hoy tengo más de 2 años asistiendo y mi vida ha dado un giro total”, compartió el interno quien se siente plenamente identificado con las parábolas de “la oveja perdida” y “el hijo pródigo”
“Dios me ha encontrado y me ha devuelto a su rebaño. Y como el padre del hijo pródigo, así fue Dios conmigo, porque cuando un pecador se arrepiente Dios hace fiesta en el cielo. Dios aborrece el pecado pero ama al pecador y no quiere que el pecador muera, sino que se arrepienta y tenga vida eterna”, reflexionó Enrique.
Hoy, Enrique reconoce con orgullo estar preso físicamente, pero libre en su espíritu y tomado de la mano de Dios.
“Sé que el Señor me sigue purificando y preparando para el día en que me abra las puertas pueda salir con dignidad y con la firme convicción de segur sirviendo”, dijo quien actualmente es el coordinador de la comunidad católica en el Cereso 3.
Enrique compartió que vivió la visita del Santo Padre como una gracia única e inexplicable, pues pudo incluso abrazarlo.
“Fue una gran emoción que viví y sigo viviendo porque esto no termina aquí. El papa como representante de Dios en la tierra me dejo una gran enseñanza y seguiré también su ejemplo, que es seguir predicando el evangelio”, concluyó Enrique.