Diana Adriano
En la temporada navideña, cuando las calles se iluminan, los hogares se decoran y las tiendas se llenan de compradores en busca del obsequio ideal, es fácil que el auténtico sentido de esta celebración pase a segundo plano.
En medio de ese ambiente, el padre Felipe Ramos, párroco de Nuestra Señora del Rosario, ofreció una reflexión sobre el valor real de los regalos en la Navidad, el peligro del consumismo y la importancia de redescubrir que el nacimiento de Jesús es el mayor obsequio que la humanidad ha recibido.
En entrevista con Presencia, el sacerdote subrayó que, aunque la tradición de intercambiar regalos es parte del festejo, esta práctica debe entenderse desde una perspectiva cristiana y no únicamente como algo material.
En su reflexión invitó a los fieles a detenerse a mirar más allá de las compras y recuperar la esencia espiritual de la Navidad.

Tradición antigua
Preguntado sobre el origen y el sentido cristiano de los regalos, el padre Felipe explicó que esta costumbre, lejos de ser una imposición moderna o comercial, tiene raíces profundas en la vida de la Iglesia.
“La costumbre de obsequiarnos alguna cosa entre nosotros viene desde hace bastante tiempo como tradición navideña y simboliza la alegría y el gozo de recibir al Señor en nuestro corazón”, expuso.
Recordó que los cristianos no celebran los misterios de la vida de Cristo como hechos del pasado, sino como realidades vivas que siguen actuando en la historia y en la vida concreta de cada persona. Por eso, señaló, un regalo navideño bien intencionado es expresión de la alegría por la presencia del Hijo de Dios entre nosotros.
Navidad vs consumismo
El sacerdote reconoció con tristeza que la fiesta cristiana por excelencia, Navidad, ha sido fuertemente afectada por tendencias que la han desvirtuado.
“Desafortunadamente, la Navidad es una fiesta muy golpeada por el marketing, por el consumismo y por una visión banal de la vida que se ha estado promoviendo últimamente”, lamentó.
Explicó que esta presión social lleva a muchas familias a vivir la Navidad desde la prisa, la comparación, la competencia y el gasto excesivo, olvidando que el centro es Cristo y no los objetos.
En ese sentido, insistió en la importancia de vivir el Adviento como un tiempo de preparación interior:
“Si recordamos que la Navidad es celebrar la encarnación del Hijo de Dios y su presencia salvadora en nuestra vida, podremos mantener un espíritu auténticamente cristiano.”
Regalos de valor
Al reflexionar sobre qué regalos pueden expresar de manera auténtica el mensaje del Evangelio, el padre Felipe explicó que más que fijarse en el valor monetario, se debe considerar la intención.
“Más que la cosa en sí, es la intención del corazón. Si hay un aprecio y un gusto por la otra persona, la intención se percibe y se recibe, independientemente de qué objeto se regale.”
Sin embargo, invitó a cada persona a examinar qué tipo de regalos ofrece y si estos realmente son apropiados para la ocasión.
“Hay cosas que quizá no son del todo adecuadas para regalar, no solo por la Navidad sino en general. Cada uno, en su conciencia, debe reflexionarlo. A veces, un objeto útil o algo que la persona realmente necesite puede expresar más amor que algo costoso, pero superficial.”
El sacerdote insistió en que la sencillez, cuando va acompañada de sinceridad, puede tener un valor espiritual inmenso.
Generosidad vs materialismo
Uno de los desafíos más grandes de estas fechas es enseñar a los niños a no reducir la Navidad a recibir juguetes. El padre Felipe reconoció que esta misión recae principalmente en los padres.
“Los papás son los principales catequistas de sus hijos. La Navidad es una oportunidad preciosa para enseñarles con el ejemplo que lo importante no es si el regalo es grande, pequeño, caro o barato, sino el gesto, el amor y la amistad”.
Señaló que los adultos pueden catequizar a los niños tanto con el ejemplo como con la palabra:
“Pueden explicarles el sentido de los regalos, y recordarles que hay más alegría en dar que en recibir, como dijo el Señor, y lo recoge San Pablo. Esa enseñanza puede marcar el corazón de un niño para siempre”, puntualizó.
Asimismo, invitó a las familias a incluir actos de caridad en sus celebraciones, como visitar a personas solas, donar juguetes o alimentos a comunidades necesitadas, o simplemente dedicar tiempo de calidad a quienes a menudo se sienten olvidados.
En este sentido destacó la importancia de gestos que no implican gasto alguno, pero sí requieren entrega personal.
“Un abrazo, la presencia, la escucha… Aunque no cuestan dinero, sí cuestan tiempo, energía y disposición, pero son regalos que transforman vidas”, afirmó.
Explicó que muchas personas, especialmente aquellas que sufren soledad, duelo, enfermedad o dificultades económicas, necesitan más estos regalos que cualquier objeto envuelto en papel.
“La presencia amorosa hacia un amigo, un familiar o alguien que nos necesita es un obsequio inmenso en Navidad. Un gesto de cercanía puede iluminar a alguien que se siente en la oscuridad”, puntualizó.
Aprovechando el espacio, el padre Felipe dirigió este mensaje a toda la comunidad:
“Deseo que todos pasen una muy feliz y santa Navidad, vivida desde su sentido cristiano genuino y auténtico”.


































































