A propósito de Laudate et exsultate, nueva exhortación apostólica del Papa Francisco sobre la santidad de todos los cristianos, presentamos a los santos favoritos de algunos sacerdotes y cómo los inspiran…
Ana María Ibarra/Claudia Iveth Robles
Tras haberse publicado la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco, que es un llamado a la santidad para todos los cristianos, consultamos a algunos de los sacerdotes de la diócesis cuáles son sus santos favoritos, por qué y cómo les han ayudado a vivir su propio camino de santidad.
Esto con la esperanza de que, al conocer estas vidas, todos nos sintamos también inspirados.
Toma su valentía y ternura
Haciendo “justicia”, el padre Alberto Castillo enumeró entre sus santos favoritos a San Ignacio de Loyola, a quien conoció siendo muy joven; el joven beato Carlos de Foucauld, devoción que le nació en el Seminario y San Agustín, a quien lee a diario y no deja de tocar su vida, su espiritualidad.
“Mi amor por la poesía me lleva a Santa Teresa de Jesús, a San Juan; la santa del día de mi cumpleaños, Santa Teresita a la que he buscado mucho como intercesora. Sin embargo, definitivamente mi santo favorito es San José. Me ordené sacerdote un 19 de marzo y nunca creí que fuera casualidad”, compartió el padre Castillo.
San José ha inspirado de manera especial su sacerdocio y a 13 años de su ordenación, sigue siendo el santo al que más acude.
“San José es un ejemplo en mi vida sacerdotal. En la misa de inicio de su pontificado, el Papa Francisco dijo que San José es custodio de las cosas que le tocan en la tierra: la Familia de Nazareth. Custodia con entrega y afán porque contempla el amor de Dios y no es una contemplación que lo hace huir de los retos, sino que lo inspira y lo fortalece”, expresó.
Añadió que no quisiera vivir el sacerdocio como activismo inspirado desde sí mismo, sino como resultado de conocer y contemplar a Dios.
“No en una contemplación de huida de los retos de la realidad, sino como impulso de enfrentarlos a la manera que Dios me pide, con el amor que Dios lo hace”, dijo.
Por otra parte, dijo, el silencio de José lo lleva siempre hacia una sencillez de cumplir lo que Dios le pide, en silencio y dejando que sea Dios quien lleve la notoriedad.
“Finalmente la vida sencilla, familiar y solidaria que José vive en su ámbito natural de carpintero, de esposo, de padre, enfrentando grandes cosas como la peregrinación a Belén, que no los acogían, la persecución de Herodes, la hace con la confianza en Dios y con la fortaleza para enfrentar lo inesperado sin romperse, sin rehuir”.
Y agregó: “José es un hombre a quien la contemplación de Dios lo hace custodio tierno y hombre valiente ante las adversidades. Eso inspira mucho mi sacerdocio, es mi meditación cotidiana acerca de José. Quisiera vivir un sacerdocio tan normal, tan callado, pero a la vez inspirado en la contemplación y fuerte, firme ante la adversidad de los desvalidos”.
Pbro. Alberto Castillo/ ecónomo del Seminario Conciliar
Bendecido por Padre Pío
El santo padre Pío de Pietrelcina se cruzó en la vida del padre Luis Alcalá es su etapa de seminarista, y desde que lo conoció se dio a la tarea de hurgar más en su vida y leer sus escritos.
“Fue muy iluminador porque me di cuenta que su vida puede ser un camino que nosotros podemos imitar, sobre todo por su lucha, por su entrega, su generosidad, su adhesión y comunión con el Señor”, compartió el padre Alcalá.
Añadió que desde que lo conoció, el padre Pio siempre ha estado presente en su vida e incluso tuvo la dicha de visitarle en Italia.
“Me sentí más identificado con él por esas luchas que, en primera persona, palpaba para mantenerse fiel a su vocación, al llamado que el Señor le había realizado y que le realizaba todos los días: ser apóstol de su misericordia en el confesionario, en la lucha por la integridad de las personas, incluso en el combate que vivió en su comunidad religiosa y con otros miembros de la jerarquía de la Iglesia”.
Resaltó que padre Pio sigue iluminando su vida y ha hecho suya una oración del padre Pio, misma que repite diariamente: “Señor, mi pasado a tu misericordia, mi futuro a tu providencia y mi presente a tu amor”.
“Padre Pio está presente en mi vida y allá, al sur oriente de la ciudad, le hemos dedicado una capilla y estamos propagando su devoción porque existe la promesa de que, aquel que propague su devoción, será bendecido por él mismo y Padre Pío no terminará de entrar al cielo hasta que el último de sus hijos espirituales lo haga”, compartió el joven sacerdote.
Ante esta promesa, el sacerdote agregó: “Sé que el padre Pío estará ahí, esperándome, para que después de mí él pueda entrar”.
El sacerdote dijo que padre Pío lo inspira para, en el día a día, buscar la voluntad del Señor. “Me inspira a adentrarme en un ejercicio de discernimiento para descubrir lo que es de Dios y lo que no es de Dios. Padre Pio se daba esa tarea y ayudaba a las personas a descubrirlo”.
Pbro. Luis Alcalá/ Párroco de Nuestra Señora de la Consolación
Un sacerdote providente y protector
En su adolescencia, al entrar al Seminario, el padre Daniel López adquirió su devoción a San José, pues en la casa de formación les dijeron que San José era el encargado del Seminario Menor porque de alguna manera formó a Jesús cuando era niño y logró hacer que Jesús fuera lo que es.
“En el plano humano, logró darle el cuidado, la protección y la ayuda para ser quien es. Nos ayudó mucho eso porque de alguna forma era saber que teníamos un santo, que siendo adolescentes nos cuidaba, nos protegía y nos estaba formando al modo de Jesús, eso fue muy valioso para mi”, compartió.
El padre Carlos Daniel dijo que como sacerdote, a imagen de San José, busca ser padre providente u protector.
“San José se santificó cuidando a María y cuidando a Jesús. Esa es mi motivación, cuidar lo que es valioso para nosotros: la devoción a María, el amor a Jesús, formar a la Iglesia, que es cuerpo de Cristo, para que sea como Jesús. En esa función de san José encuentro un camino de santificación. Él lo hizo lo que tenía que hacer en silencio y haciéndolo bien”.
Padre Carlos Daniel López/ párroco de San Pedro de Jesús Maldonado
Verdad, reflexión y discernimiento
San Agustín y San Ignacio de Loyola son dos santos que inspiran la vida del padre Jesús Manríquez.
“De San Agustín me gusta mucho su capacidad de reflexión y sobre todo su búsqueda de la verdad que fue lo que lo caracterizó para encontrar a Cristo. Sabemos por leyendas que era muy disoluto en su vida y tuvo un cambio, sabemos de su relación con su mamá, quien influyó en él”, compartió el padre Jesús.
Añadió que por esas razones: la influencia de su mamá, la búsqueda de la verdad y la reflexión, se siente identificado con el santo.
“Mi mamá tuvo mucho que ver en mi vocación y, aunque no lleve una vida disoluta, me gustaba la fiesta y de repente cambiar eso fue muy significativo. De San Agustín me motiva la búsqueda de la verdad”.
Por otra parte, dijo, que de San Ignacio le gusta la capacidad de discernimiento.
“El poder contemplar lo que está detrás de una acción es lo que me llama la atención, el no quedarme con la primera impresión, siempre buscar cómo se hace presente Cristo en el momento, en el tiempo. De San Ignacio me motiva el discernimiento ante las situaciones difíciles, tristes, aún alegres, buscar cómo se manifiesta Dios, ese es el discernimiento”.
Pbro. Jesús Manríquez/ Formador del Seminario
Sigue ideal franciscano
Desde joven, el padre Armando Delgado gustó de leer la revista “Vidas Ejemplares”, donde se narra la biografía de algunos santos.
“Me emocionaba imaginarme cómo había sido en la vida real, los problemas que enfrentaron y cómo ellos, confiando en Dios, salieron adelante. Muchos Santos han sido una gran fuente de inspiración para mí para crecer como cristiano y responder al llamado a la vocación sacerdotal”, compartió el padre Armando.
El sacerdote recordó que estudiando la secundaria asistió a un retiro para jóvenes, con el tema de “La Eucaristía” que impartió un fraile franciscano y quien les platicó un poco sobre la vida de San Francisco de Asís, el fundador de los Franciscanos.
“En ese momento me imaginé yo misionando en la Sierra de Chihuahua, yendo a Comunidades Rurales, compartiendo con ellos la vida”, compartió.
Añadió que ese deseo se acrecentó cuando vio la Película “Hermano Sol, Hermana Luna”, de la vida de San Francisco de Asís.
“Quedé fascinado ver cómo Francisco hizo un cambio total en su vida, dejando lujos, comodidades, posición económica por seguir el llamado que Jesús le estaba haciendo, ayudar a los más pobres”.
Esa historia, explicó el sacerdote, le ayudó en su etapa de seminarista a buscar el rostro de Dios en el rostro de las personas a donde era enviado para hacer apostolado.
“Me ayudó a ir pensando qué tipo de sacerdote quería ser cuando llegara el momento de la ordenación. Y sigue siendo modelo y fuente de inspiración ahora en mi ministerio sacerdotal, pues he logrado poner en práctica el ideal franciscano, la opción preferencial por los pobres”, resaltó.
El padre Armando afirmó que esa opción por los pobres se cristaliza en su sacerdocio al vivir la espiritualidad Del Prado.
“La Espiritualidad Del Prado me invita a buscar y a escuchar a Dios en mi vida, en la vida de la gente, haciendo de los pobres, parte esencial de mi vocación sacerdotal y pradosiana”, finalizó.
Pbro. Armando Delgado/ Párroco de Jesús Príncipe de la Paz
Eucarístico y misericordioso
El padre Jesús Salinas Lucero se encomienda a San Pedro de Jesús Maldonado, primer santo chihuahuense, quien le llama la atención, además de por ser local, por su intensa vida eucarística.
“Me asombra mucho de San Pedro de Jesús Maldonado que al lugar a donde iba, promovía mucho la devoción a Jesús Eucaristía”, dijo el sacerdote.
Señaló que san Pedro Maldonado es una guía para todos, ser hombres y mujeres de Eucaristía diaria y de contemplar al Señor en el Sagrario.
San Pedro tenía tanta devoción a Jesús Eucaristía que Dios le permitió poder comulgar antes de su muerte.
“Para mí es un ejemplo de saber estar con el Señor, porque era compasivo con quien sufría, tenía gestos de caridad con el más necesitado y detrás de todo eso estaba el amor a Jesús Eucaristía. Eso le permitió darse a los demás”, dijo.
Para el padre Jesús, la clave que que nos ofrece san Pedro de Jesús Maldonado para el diario vivir, es ser hombres y mujeres de Eucaristía y oración.
Pbro. Jesús Salinas/vicario en San Pedro de Jesús Maldonado
En manos de Dios
El santo favorito del padre Humberto Gurrola es San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, a quien constantemente en sus oraciones.
Lo que más le llama la atención de este santo es su amor a la Santísima Virgen y a la Santa Eucaristía y principalmente su tenacidad para lograr su vocación a pesar de muchos obstáculos y limitaciones humana, pues aunque no contaba con la aprobación de la gente y de sus compañeros sacerdotes, se puso en manos de Dios, y Él hizo maravillas con él.
El padre Humberto dijo que conforme más lee su biografía, se siente más inspirado, pues enfrentó a una comunidad parroquial que no tenía mucho conocimiento de Dios y con muchos vicios.
Señaló que algo que lo impacta es que el Santo Cura de Ars, antes de hablar con la gente de Dios, hablaba con Dios, iba al Sagrario y ahí oraba por la conversión de su comunidad.
“Todos los santos son inspiraciones que nos pueden enseñar que la santidad es posible también para nosotros”, puntualizó.
Padre Humberto Gurrola/ vicario de San Pedro y San Pablo
Un paisano
San Pedro de Jesús Maldonado, es el santo al que hoy en día el padre Roberto Ríos se encomienda, porque es un santo muy cercano de la región, cercano a abuelos, tíos, familiares y de gran arraigo en tierra chihuahuense.
“Me inspira por su sencillez, dedicación, servicio y valentía, me guía tratando de alcanzar los premios de la vida eterna, desde la sencillez, el servicio y el compromiso con Cristo”, expresó.
Pbro. Roberto Ríos/ Párroco de san Marcos Evangelista
Regalo de una santa
San Miguel Arcángel es uno de los santos favoritos del padre Felipe de Jesús Juárez, pero reconoce un especial afecto por Santa Rita de Casia, una santa llena de abnegación y mujer de vida ejemplar.
De acuerdo al padre Felipe, Santa Rita de Casia tomó el sentido de la Cruz en su propia vocación matrimonial, dentro del hogar, con sus hijos de una manera alegre y hermosa hasta su ingreso al convento para entregar la vida por Jesús.
“Tengo que confesar que yo no la tenía como una santa de devoción, pero ella me buscó”, dijo el sacerdote al relatar que le pidió una gracia y de alguna forma le mostró su cercanía: en una ocasión realizó un viaje a Casia (Italia) y llegó al monasterio donde estuvo santa Rita, donde pidió a una de las hermanas le permitiera comprar algo para tenerlo como recuerdo.
Esta monja lo pasó a una habitación y el padre le explicó que era de Chihuahua y lo que necesitaba. Luego lo pasaron a otra habitación, pero el padre Felipe empezó a sentirse confundido, pues pensaba que no lo estaban entendiendo. Así hasta que llegó el momento en que se encontró con la superiora del convento, quien le dijo que Santa Rita le iba a dar un regalo. ¡Era una reliquia de santa Rita!.
“No la busqué, ella llegó a mí, por eso le tengo mucho cariño”, dijo.
Pbro. Felipe de Jesús Juárez / párroco de San Felipe de Jesús
La santidad desde abajo
San Felipe Neri es el santo que ha animado la vocación del padre Istibal Valenzuela, párroco de San Isidro Labrador, en el Valle. El sacerdote explicó que le atrae que buscó la santidad desde abajo: “mientras la Iglesia se preocupaba de construir la nueva basílica de San Pedro, él se preocupaba de construir la nueva manera de ser Iglesia, atendiendo a los más pobres”, explicó el padre istibal.
“Y mientras unos discutían sobre las indulgencias, San Felipe buscaba cómo hacer más felices a los niños y mientras unos hacían carnaval, el santo realizaba peregrinaciones con niños y jóvenes.
El padre Istibal recordó que san Felipe inició la devoción de la visita a los siete templos, que se realiza en la Semana Santa y que el santo procuraba jugar con niños y jóvenes, una experiencia que luego hizo surgir los oratorios de San Juan Bosco.
Otra razón es que junto a San Felipe Neri fueron canonizados San Isidro Labrador, San
Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Ávila.
“Eso me da a conocer que la santidad puede ser para todos: intelectuales y labradores, para los que reforman la Iglesia como santa Teresa y para los que reforman la manera de ser Iglesia atendiendo a los más pobres”.
“San Felipe es un santo muy alegre, pensar en San Felipe me hace pensar en la carta a los Filipenses 4, 4, “Alégrense siempre en el Señor. Llevo grabada una frase de él cuando lo quisieron hacer cardenal: ‘No Su Santidad, yo prefiero el paraíso’, dijo”, explicó el sacerdote.
El padre Istibal trata de vivir a ejemplo de este santo comunicando que Dios siempre tiene una carta mejor, un ‘as’, un acto de misericordia más grande que el peor pecado que tenga una persona.
“Dios me conceda tener junto a San Isidro Labrador, en mi parroquia, a sus compañeros de canonización”, finalizó.
Pbro. Istibal Valenzuela/ párroco de San Isidro Labrador