El 15 de mayo los maestros y maestras de México celebraron su día en medio de esfuerzos extraordinarios para realizar su labor en la pandemia… maestras de preescolar, primaria y secundaria comparten los retos y dificultades que han enfrentado.
Ana María Ibarra
Un común denominador experimentaron quienes ejercen la docencia en los distintos niveles educativos, al inicio de la pandemia que hoy se vive en México y el mundo: confusión e incertidumbre al irse a casa y desde ahí llevar a cabo su labor a través de clases virtuales.
Preescolar: Maestros 24/7
Con 30 años de servicio como educadora de preescolar, Guadalupe Gabriela Miramontes recibió la pandemia siendo maestra de grupo, aunque unos meses después fue nombrada directora de un jardín de niños.
Para continuar su labor frente a grupo, cuando inició la pandemia, adaptó un espacio en su casa, lo cual resultó complicado.
“En nuestras casas no todos tenemos lugar para esto. Hubo quienes tuvieron que adaptar su aula virtual con sólo un escritorio y computadora o celular”, dijo la maestra Miramontes, quien al igual que muchos pensó que en cuestión de meses todo volvería a la normalidad, aunque no fue así.
A lo largo del tiempo, ella y sus compañeras enfrentaron aún mayores retos, entre ellos convencer a los padres de familia a participar en las clases virtuales.
“Ellos se encontraban en conflictos más grandes porque no sólo tienen el niño de kinder, sino también de primaria y secundaria y le daban prioridad a los de nivel más alto”, señaló.
Ante esto, las educadoras buscaron estrategias para motivar a los padres y poder estar en contacto con los alumnos.
“Seguimos luchando para que respondan, ha sido difícil, muchos se quedaron sin trabajo, no cuentan con computadora, celular o Internet para enviar las evidencias de trabajo”, dijo.
Explicó que algunas estrategias no han funcionado, y sin embargo ellos se volvieron maestros y maestras 24/7, sin un horario fijo.
“Los papás pensaban que al tener nuestros números telefónicos podían mandar las evidencias a cualquier hora. Dimos tiempo extra, inclusive clases en la tarde o sábados y domingos, interesados en que los alumnos no desertaran”, compartió.
Frustración
Para la maestra Gabriela, las situaciones adversas no permiten ver reflejados sus esfuerzos, lo cual les causa un sentimiento de frustración, de tal forma que incluso hay tenido que tomar talleres para el manejo de sus emociones, mismos que comparten con los padres de familia, pero a costo propio.
“Este ciclo escolar no hubo cuota de sociedad de padres, lo que hacemos es juntar entre las maestras o entre dos escuelas para pagar los talleres”, dijo.
La maestra explicó que uno de los talleres recibidos fue sobre resiliencia y, aunque muchos no saben lo que es ser resiliente, reconoció que sus alumnos lo han sido en esta etapa.
“Tengo una nieta de cinco años y vi su angustia al tener que estar frente a la pantalla. Veía a mis alumnos en ella, pensando que estarán igual. Aunque el niño aprende a utilizar los dispositivos, necesita socializar, sentirse cerca de su maestra”, señaló.
Lo que más angustia a la maestra y sus compañeras es no saber cómo viven sus alumnos, y qué está pasando en su hogar.
“Veo a mi hija desesperada e incluso enojada con mi nieta, pero la veía detenerse. Pienso si en la casa de mis alumnos los papás se detienen o si les dan la nalgada. No podemos ir a verlos”.
El regreso
La maestra Gabriela vivió en carne propia el peor estrago de esta pandemia, pues su esposo falleció de Covid.
“Así como en mi caso, muchos familiares de mis alumnos fallecieron”, dijo con tristeza.
Reconoció que esto ha sido una realidad difícil, pero aseguró que esto le ha enseñado a valorar la vida.
“Antes hacíamos planes a futuro y ahora tenemos que vivir el día. Esto me ha enseñado a vivir el día de hoy lo mejor que pueda, sola o con mi familia, mis allegados. Nadie tenemos la vida comprada”, dijo.
De esta forma, para la hoy directora, en el regreso a las aulas uno de los retos más grandes será enfrentarse a toda la situación que hayan vivido sus alumnos.
“Vamos a tener que trabajar mucho en lo emocional, incluso nosotras mismas. No sabemos a lo que nos vamos a enfrentar hasta que estemos ahí”, reconoció.
La entrevistada señaló que, como maestras, tanto ella como sus compañeras han aprendido a ser más tolerantes y resilientes.
“Nos hemos dado cuenta de lo importante que es estar con los niños. La escuela es como su segunda casa, pasan la mitad del tiempo con nosotras, les hacemos más llevaderas las situaciones difíciles que puedan pasar en sus casas, les enseñamos a expresar sus emociones”.
Pero la educadora también advirtió que las maestras necesitan el esfuerzo de los padres de familia.
“Hemos sido empáticas con las madres de familia, queremos que los niños logren su aprendizaje y para eso necesitamos que les permitan jugar y que jueguen con ellos. Estos niños serán la historia de lo que fue esta pandemia”, dijo para concluir:
“Hay que ver las cosas con positivismo. Esto nos ha enseñado cosas buenas también, tenemos que seguir avanzando, no buscar culpables, esta situación se dio porque Dios así lo quiso, así tenía que pasar. Exhorto a los compañeros maestros a no desistir, esto nos cambió la vida, pero de estas experiencias se aprende mucho”.
Primaria: Vida y labor fracturadas
Con 23 años en la docencia a nivel primaria, la maestra Alma Teresa Valenzuela, compartió que, con el distanciamiento social, especialmente al estar lejos de sus alumnos, ha experimentado muchas emociones además de enfrentarse a distintos conflictos.
“La pandemia vino a fracturar nuestras vidas y rutina, a exponer nuestra fragilidad humana. Ha sido difícil que no en todos los hogares se cuenta con equipos o con Internet”, expuso.
La maestra dijo que en este tiempo se ha cuestionado la calidad de la labor docente, pero sin reconocer que loas maestros han estado atendido alumnos provenientes de familias conflictivas y en situaciones realmente difíciles.
Compartió que, de su grupo, la mayoría se conecta a la clase en línea y los que no pueden hacerlo, mantienen comunicación vía Whatsapp o correo electrónico.
“De una enseñanza presencial pasamos al uso de la tecnología, a la información y comunicación sin una capacitación adecuada. De la noche a la mañana nuestro hogar se convirtió en salón de clases, sala de juntas, centro de capacitación, oficina de asesoría y tutoría, apoyo psicológico y demás”, agregó.
Esto sin contar que algunos de sus alumnos han vivido de cerca los estragos de la pandemia.
“He escuchado numerosas historias de mis alumnos y sus familias que han perdido a sus seres queridos. El estar en casa ha llevado a un estrés en las familias porque se han tenido que hacer cargo de trabajos de enseñanza en el hogar. A través de las clases en línea se ha hecho más visible la desigualdad”, apuntó.
Los retos post pandemia
Teresa dijo que en la pandemia ha aprendido a replantear su práctica docente: promover el humanismo, el auto cuidado, impulsar la empatía, aprendiendo a educar en la era digital sin dejar de reconocer que el maestro es irremplazable.
“Considero que el futuro es un reto donde tendré que buscar estrategias para ayudar a mis alumnos, reconociendo el esfuerzo que muchos realizan a pesar de las condiciones y estado emocional en que se encuentran. Será necesario ayudarles a expresar sus pensamientos y sentimientos”.
Expresó que para continuar con su labor necesita seguirse capacitando para comprender las diferentes plataformas digitales que utilizan.
“Utilizo classroom, pero algunas las madres de familia aún tienen dificultad para utilizar la plataforma y con ellas me conecto por video llamada en WhatsApp. Al inicio fue complicado que se respetara un horario, pero en este momento ya no. Tengo buenos padres de familia que apoyan”, dijo.
Como mensaje dijo: “El maestro es irremplazable, pero se requiere el apoyo de los padres de familia para llevar a cabo su labor”.
Secundaria: Adaptarse al cambio
Como una experiencia de mucho aprendizaje y descubrimiento de capacidades, es como la maestra Dianet Núñez, orientadora educativa en escuela secundaria, define este tiempo de pandemia en el área educativa.
“Me adapté a muchas circunstancias. La intención es que el joven esté lo más cerca posible de su escuela ahora con el distanciamiento y reconociendo la necesidad de que el alumno tiene de socializar en su salón de clases, que para muchos era su espacio de desarrollo, su lugar seguro, incluso”, dijo la también tutora.
La docente, quien imparte formación cívica y ética, resaltó que esta ha sido una experiencia de grandes retos y aprendizajes de vida.
“Nos hemos adaptado a un ritmo de trabajo diferente. Fuimos innovando, improvisando, el apoyo tecnológico es fundamental, no podemos descartar el apoyo de los padres de familia y la resiliencia de los chicos para hacer lo que se tenga que hacer”.
Añadió que los maestros siempre han sido muy adaptables ante las reformas educativas y nuevos sistemas, por lo que esta vez no fue la excepción.
“No fue un sistema político la razón del cambio, fue por salud. Considero, en voz de mis compañeros, que lo hemos hecho muy bien en cada nivel”.
Capacidad de adaptación
La orientadora compartió que como resultado de la pandemia tuvo que hacer cambios paulatinamente en su labor docente.
“Al inicio fue una comunicación por WhatsApp porque se pensó que sería un corto tiempo. Esto avanzó y me di a la tarea de adecuar mi equipo de cómputo, un micrófono, iluminación, bajar la plataforma, buscar tutoriales para compartir a los papás y alumnos, hacer espacio para alumnos rezagados”.
Y como psicóloga de profesión y orientadora escolar, Dianet hizo espacio en su agenda para atender a aquellos alumnos con crisis de ansiedad o que habían perdido a algún ser querido.
“Era hacer llamadas de contención, dar seguimiento, todo en línea, videollamada o teléfono. Mis compañeros me canalizaban los casos como se hace en la escuela. Hubo incluso cuestiones de conducta, jóvenes que faltaban a clases en línea y se tuvo que hablar con ellos y con los papás, no se ha dejado de hacer esa tarea”, aclaró.
Después de todo este trabajo inicial, la maestra reconoció que los alumnos se han adaptado a esta nueva forma de trabajar.
“La capacidad y habilidad que tienen en el área de la tecnología les ha favorecido mucho, han sido en gran parte nuestros maestros”.
Primer grado, caso especial
La maestra agregó que los alumnos de primer grado se han visto disponibles para acatar la forma de trabajo, al ritmo marcado por un horario. Sin embargo ellos se han perdido la experiencia de transición de primaria a secundaria, además no han conocido a sus maestros de manera personal.
“Están tomando otras experiencias de vida y los invito a escribirlas como sobrevivientes de pandemia, además muchos se encuentran solos en casa y necesitan apoyo y seguimiento”, dijo.
Con todas estas vivencias, señaló, la escuela no se ha detenido, sino que sigue y se ha podido avanzar.
“Hicimos una ligerita pausa, pero seguimos avanzando. La tecnología es inherente a nuestra actividad diaria y así será. Daremos valor a la convivencia, los espacios que antes eran poco significativos. Estamos valorando el organizar actividades, las sonrisas de los chicos, de aquel que era el inquieto, el serio, el que no vino, todo lo estamos valorando”, aseguró.
Lo que se avizora
Agregó que se avizora una nueva organización, revalorar el estado emocional y la resiliencia que los alumnos están demostrando.
“Viene el continuar dignificando nuestro trabajo. Este momento no ha sido en vano, hay dolor, hay pérdidas, pero valoramos el sentir la mano de nuestros alumnos, el verlo y escucharlo. He ido a mi aula por algún material y se extraña el bullicio, el batidero de los trabajos en equipo. Lo que venga esperemos que sea para bien de todos, los muchachos ya necesitan regresar”, sentenció.
Para finalizar, la maestra agradeció la confianza que las familias tienen en los docentes para seguir formando a sus hijos y, aunque aseguró que lo presencial jamás será sustituido por lo virtual, en lo virtual han podido hacer mucho.
FRASE…
“Gracias al papá, a la mamá que apoya y supervisa, mi reconocimiento total a mis compañeros maestros, a todo personal de las escuelas que se adaptan día a día, sobre todo a los alumnos por esa capacidad de resiliencia. Esto es una experiencia de vida que los está haciendo más fuertes y podrán tomar mejores decisiones”.
Psic. Dianet Núñez