Frase…
Aunque san José jamás adoró a Nuestro Señor bajo las especies eucarísticas y jamás tuvo la dicha de comulgarlo (recibiendo la Santa Comunión), sí poseyó y adoró a Jesús en su forma humana. (San Pedro Julián Eymard)
San José vivió con Jesús durante 30 años, su vocación fue de adoración perpetua. De muchas formas, el hogar de la Sagrada Familia de Nazaret fue el primer monasterio cristiano.
San Pedro Julián Eymard escribió un increíble libro llamado The Month of St. Joseph (El mes de San José) que ofrece increíbles reflexiones sobre la vida de oración y adoración de San José en Nazaret. Es una obra de arte. He aquí un extracto del libro de San Pedro Julián Eymard:
San José fue el primer adorador, el primer religioso. Aunque él nunca adoró a Nuestro Señor bajo las especies eucarísticas y jamás tuvo la dicha de comulgar (recibir la Santa Comunión), sí poseyó y adoró a Jesús en la forma humana.
San José conoció a Nuestro Señor más profundamente que todos los santos juntos; él vivió sólo para Él. En eso reside su gloria especial, la clave de su santidad, y que por encima de todo, él sea nuestro modelo; en eso también consiste su incomparable grandeza.
Cuando vemos la gran cercanía que José tuvo con Jesús, la forma en que fue totalmente transformado en El, comprendemos su verdadera grandeza, su verdadera santidad. Encontramos en él (San José), el adorador perfecto consagrado completamente a Jesús, siempre trabajando cerca de Jesús, dándole a Jesús sus virtudes, su tiempo, su vida misma; y por eso él es modelo y nuestra inspiración.
Adorador de Cristo
Dondequiera que San José viajaba con su esposa e hijo, su hogar se convertía en una capilla de adoración. Nazaret, Belén y Egipto son lugares donde San José contempló la divina presencia de Jesucristo invitando a otros a hacer lo mismo. En ese sentido, San José es el fundador de las capillas de adoración y, con su esposa, es el primero en conducir una procesión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Junto con Jesús y María, San José le dio al mundo la capilla de adoración más grandiosa que haya conocido el hombre: la Iglesia Católica. Gracias a María y San José, cada iglesia católica en el mundo tiene un tabernáculo donde se reserva la Presencia Real de Jesucristo, Cristo presente en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
En Nazaret, meses antes de que el Ángel le revelara a San José que María estaba embarazada con un Niño divino, san José estaba a unas pulgadas de la presencia de Dios en el tabernáculo del vientre de María. La esposa de José era un tabernáculo caminante. El Dios encarnado estaba viviendo y creciendo dentro del vientre de la esposa de San José y ni siquiera lo sabía. Dios lo estaba preparando para ser el padre amoroso del tesoro más grande que el mundo haya conocido: el Hijo de Dios hecho carne.
Al cuidado de María
Como todo recién casado, San José no quería apartarse ni un segundo de su esposa. María tuvo que haber acudido a él y expresarle su deseo de visitar a su pariente Isabel durante tres meses, y esto habrá sido una gran sorpresa para san José. Cuando leemos este episodio en el Nuevo Testamento, tendemos a asumir que María no le pidió a San José que la acompañara con Isabel. Sin embargo, el texto sagrado no nos proporciona información de qué exactamente sucedió en esa ocasión, y sólo dice que María se fue presurosa hacia la zona rural montañosa. No se nos dice si San José fue o no.
Muchos santos y místicos Buenaventura, San Bernardino de Siena, San Francisco de Sales, Venerable María Agreda, Beata Ana Catalina Emmerich y otros creen que San José sí acompañó a María a visitar a Isabel. ¿Por qué no habría ido con ella? ¿Qué clase de esposo sería si hubiese dejado ir asa joven y hermosa esposa hacer un viaje tan largo sin la compañía de su esposo?
El Nuevo Testamento no nos dice explícitamente que San José acompañó a María, pero tampoco nos dice específicamente que no lo hizo. Desde una perspectiva marital, ¿cómo podría haber soportado alejarse de ella durante tanto tiempo? De hecho tiene mucho sentido que san José hubiese acompañado a María con Isabel, y quizás incluso quedarse allí con ella tres meses. Es un viaje muy largo desde Nazaret a la zona rural montañosa en donde vivía Isabel (casi 100 millas). Cosas horribles podrían haberle sucedido a la hermosa esposa de San José en el viaje. ¿Qué recién casado no se habría preocupado por un viaje así, especialmente uno que involucrara caminar y dormir en lugares peligrosos? Ningún hombre cuerdo se hubiese quedado atrás.
José en la Visitación
Aunque San José no se hubiese quedado con María en la casa de Isabel durante tres meses, es muy probable que al menos haya acompañado a su esposa con su prima Isabel para cuidar a María de los asaltantes y hombres con malas intenciones. Y con toda seguridad acompañó a su esposa de regreso a su casa en Nazaret. Si estas cosas sucedieron, San José, sin saberlo, condujo la primera procesión con el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor! Para efectos de la meditación, digamos que San José al menos acompañó a María a la casa de Isabel. ¿Qué habrá experimentado al llegar con Isabel? Bueno, seguramente habrá escuchado el saludo lleno del Espíritu Santo que Isabel le dio a María:
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; ¿de donde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! -Lc 1,42-45
¿Qué habrá pensado San José del saludo de Isabel? Sus palabras le habrán parecido extrañas. No hay manera de que él haya comprendido su significado teológico, porque no tenía ni idea de que su esposa estaba encinta. Sin embargo, como un hombre de profunda oración, habrá ponderado sus palabras llevándolas a la oración. En ese momento no habrá comprendido su significado, pero meses después, cuando se percató de que María estaba embarazada, habrá recordado las de Isabel. Recordando que Isabel llamó a María «madre de mi Señor,» los ojos de San José se habrán abierto a la plena realidad de lo que estaba sucediendo en el vientre de su esposa. Siendo un judío devoto, San José no ignoraba las Escrituras que afirman que una virgen daría a luz al Mesías (ver Is 7,14). Comprendiendo esta gran maravilla, se habrá sentido totalmente indigno de ser el esposo y padre de tal mujer y el Niño.
La posibilidad de que San José haya acompañado a María y escuchado el saludo de Isabel lleno del Espíritu Santo nos ayuda a entender por qué San José jamás dudó de María o quiso divorciarse de ella.
Primera capilla de Adoración
Por otro lado, si San José no acompañaba a su esposa a la casa de Isabel, imagínate la soledad que había sentido al estar sin María durante tres meses. Una separación tan larga hubiese sido una tortura para su corazón, que habría anhelado reunirse con su amada. Escuchar su voz habría estado en su mente día y noche, y de que manera le habría saltado el corazón de gozo con el regreso de su reina después de tres meses de separación.
Y ya sea que haya acompañado a María con Isabel o no, es muy probable que haya viajado con su esposa e hijo a ver a Isabel, Zacarías y su hijo, Juan (el Bautista), en posteriores «visitaciones.» Ese tipo de visitas familiares son normales. La intuición católica siempre ha sabido esto y ha representado estas visitaciones en el arte. Las escenas de María, San José, el Niño Jesús y Juan el Bautista son diversas en el arte católico alrededor del mundo. Después de todo, Jesús y Juan eran parientes. Habrán jugado y rezado juntos durante las muchas visitas que tuvieron lugar a lo largo de los años. San José y San Juan Bautista tuvieron que haberse conocido.
Si la primera procesión con Jesús fue a la casa de Isabel, la segunda tuvo lugar cuando San José viajó con su esposa embarazada a Belén para apuntarse en el censo. En esta procesión, San José estableció la primera capilla de adoración del mundo: Belén.
Qué conveniente que esta primera vista pública del Pan vivo bajado del cielo tuviese lugar en Belén. Nuestro Jesús, el verdadero Pan bajado del cielo, nació en la pobreza y fue colocado en un pesebre por una razón: Nuestro Señor es un Rey humilde, y quiso que San José lo pusiese en un pobre pesebre porque ese lugar es donde se alimentan los animales. En inglés, la palabra pesebre «manger» se relaciona con la conocida palabra en italiano mangiare, es decir, comer.
¡Un Atrevido en procesión!
La primera capilla de adoración fue visitada por pastores locales, seguida muy de cerca por los hombres sabios o «magos» que llegaron de tierra lejana a rendir homenaje al recién nacido Dios-Rey recostado en un comedero (pesebre). Pero San José no sólo estableció la adoración en la Tierra Santa, sino que estableció la segunda capilla de adoración en territorio pagano: Egipto. ¡San José es atrevido!
Cuando Jesús nació, Egipto era tanto un territorio pagano, como la canasta de pan del mundo. ¡Qué apropiado que Dios mandara a San José a Egipto! Allí San José fue responsable de educar a la Hostia viva que nutriría al mundo. El José del Antiguo Testamento había salvado a su pueblo de la hambruna enviando grano fuera de Egipto. El nuevo José le ofrecería al mundo el «grano» que amorosamente ayudó a crecer en Egipto, ¡el pan vivo que da la vida eterna!
Después de haber permanecido un tiempo en Egipto, San José y María caminaron de regreso a Nazaret con Jesús. Esta larga caminata era, y sigue siendo, la procesión más grande del Cuerpo y Sangre de Cristo que se haya conducido; ¡una procesión que cubrió más de 120 millas!
Una vez en Nazaret, San José y su esposa adoraron la divina presencia de Jesús en su casa durante décadas. En cierto sentido era una casa de adoración perpetua e ininterrumpida contemplación, aun cuando llevaban a cabo todas las tareas cotidianas y responsabilidades de la vida doméstica. ¡La adoración duró décadas!
María, Tabernáculo viviente
Aun cuando Jesús estaba fuera de casa, trabajando o de viaje San José seguía en la presencia de Dios al permanecer cerca de su esposa.
Permíteme explicar.
¿Has oído hablar de microquimerismo fetal, algunas veces también llamado microquimerismo fetomaternal? Es un término largo y complicado, pero revela algo maravilloso sobre la conexión biológica entre una madre y el hijo. El microquimerismo fetal es el término científico que describe un proceso en el que las células vivas del feto permanecen en el cuerpo de la madre después del final de su embarazo. A finales del siglo XX, los científicos descubrieron que cuando una mujer se embaraza, y después de haber dado a luz, hay células de su bebé que permanecen en el cuerpo de la madre. ¡Muchas de estas células permanecen en su cuerpo por el resto de su vida! Los científicos e investigadores también han descubierto que el intercambio celular también ocurre a la inversa; las células de la madre son intercambiadas con los hijos y permanecen en los cuerpos de sus hijos de por vida. ¡Esto es increíble!
Aunque San José no sabía nada de microquimerismo fetal, Dios siguió bendiciéndolo con la presencia de Jesús dondequiera que él estaba en presencia de su esposa. Estar cerca de María es estar cerca de Jesús, porque ¡Él vive en ella! La esposa de San José es un tabernáculo viviente, una custodia caminante, un templo velado. No es de sorprender que los demonios no se atrevan a acercarse a María: jamás está desprovista de la divina presencia. ¡Dios vive en su cuerpo!
María, el tabernáculo de Dios, es replicado en cada tabernáculo de una iglesia católica. Sin embargo, lo que casi siempre falta en frente de estos tabernáculos, son almas que se parezcan a San José, almas que adoren a Jesús presente y escondido en el tabernáculo. La Iglesia necesita más personas como San José.
Ser como san José
Para ser como San José, tú también necesitas adorar a Cristo. Puedes ir a la iglesia católica más cercana en donde Jesús está presente, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el Santísimo Sacramento. La Eucaristía es Jesucristo. El Santísimo Sacramento es la fuente y culmen de la fe cristiana, y San José quiere conducirte a una relación más profundo con Jesús en la Eucaristía.
Dedica un tiempo para estar en la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento. Si en la iglesia de tu localidad hay Adoración Perpetua, anótate para una hora santa a la semana. La adoración cambiará tu vida. Si no hay una iglesia que tenga Adoración Perpetua cerca de tú área, algunas veces la parroquia tendrá Adoración durante algunas horas al día o un día en particular a la semana. ¡Ve! Si no puedes encontrar una iglesia que ofrezca exposición del Santísimo Sacramento simplemente visita cualquier iglesia católica y reza ante el tabernáculo. Jesús está allí día y noche y te está esperando. ¡Sé otro San José para Jesús y María!