Maestras de kinder y preparatoria, así como una estudiante de literatura ofrecen sus consejos para lograr acercar a niños y jóvenes a los libros en este verano, y que no pasen tanto tiempo “apantallados” en celular o computadora.
Ana María Ibarra
¿Qué encuentran los jóvenes en un celular o en los dispositivos para que permanezcan tanto tiempo frente a ellos, en lugar de aprovechar el tiempo para leer un buen libro?
Esta es la principal pregunta que la maestra de literatura María de los Ángeles García López sugiere plantearse, cuando se tiene el objetivo de lograr que los jóvenes de hoy dejen el celular y se adentren en los libros.
Entrevistada por Periódico Presencia sobre consejos para que los niños y jóvenes aprovechen este verano en lecturas, en vez de en celulares, tablets y computadoras, la profesora compartió su experiencia como egresada de la carrera Lenguas y Literaturas Hispánicas, en la UNAM y como maestra de Literatura en diversas instituciones.
La maestra María de los Angeles aclara: No hay una fórmula mágica para persuadir a los jóvenes a tomar la lectura por convicción y no por imposición.
Pero reflexiona sobre este planteamiento de la era de la tecnología.
Pregunta ineludible
María de los Ángeles ha sido maestra de Literatura desde que egresó de la carrera en la Ciudad de México y posteriormente en escuelas privadas en Ciudad Juárez, siendo su último lugar de enseñanza la preparatoria Pedro J. Maldonado del Seminario Conciliar.
Consciente de que hace décadas los mexicanos no leen a conciencia, la maestra dijo no tener una respuesta del por qué ni del cómo ha sucedido esto. Sin embargo, señaló que lo primero es saber ¿qué encuentran los jóvenes en un celular o en los dispositivos para que permanezcan tanto tiempo frente a ellos?
“No podemos eludir esa pregunta. La primera respuesta que viene a mi mente es que los jóvenes se encuentran con otros. Cuando los jóvenes están en las plataformas están buscando a otras personas, no de la mejor manera, buscan algo o esperan algo y no deja de ser mortificante el tiempo que los jóvenes que pasan frente al celular”, expresó.
Añadió que ese tiempo debería utilizado para las tareas o para leer lo que les dejaron en clase, y no perdiendo el sueño.
“Digo el sueño, porque llegamos a observar en el grupo a jóvenes que se están durmiendo y aunque jamás lo van a confesar, uno intuye que es porque se la pasaron con el celular hasta altas horas de la noche. Los jóvenes encuentran algo en esas plataformas que nosotros no hemos podido ofrecerles”, reiteró.
Pecado de omisión
La entrevistada señaló que es necesario revisar si los adultos han sido responsables de esta situación en la que se encuentran los jóvenes.
“Es fácil decirles que dejen de usar el celular y hagan algo útil, pero su mensaje no llega de manera agradable y el joven se cierra, porque para él lo que está haciendo es útil, se está comunicando con el mundo. Como no les hemos ofrecido otro tipo de experiencias, ellos caen en lo fácil, en lo que no les exige mucho”, afirmó.
Añadió que los jóvenes se aburren, y también los adultos, y cuestionó: “¿Por qué nos aburrimos?, ¿qué estamos esperando?”.
“Vamos a la expectativa y en ese estado de ánimo cualquier situación nos llama la atención. Ha crecido el uso de estos aparatos de manera exponencial, hasta los niños pequeños tienen uno. No quiere decir que el celular sea malo, es muy bueno, en él encontramos enciclopedias, diccionarios, artículos, libros”.
No obstante, añadió, al no saber leer de manera consciente y correcta, se elige lo más fácil: el vídeo, el Tik Tok, el personaje que habla en un lenguaje bastante deplorable y las personas se identifican con él y no los aburre.
“No sé cómo ha evolucionado esto, pero estamos aquí. Ha sido un descuido por parte nuestra. La escuela, el sistema educativo, los maestros, los padres de familia, somos responsables de esto. Cometimos un pecado de omisión y no hicimos bien lo que estábamos comprometidos a hacer”, señaló.
Amor por los libros
Resaltó que el tiempo de pandemia ocasionó que la gente, en especial los jóvenes se aislaran más y en lugar de caer en la lectura, se posicionó el celular.
“Mientras que los libros nos abren el mundo, estos aparatos lo reducen. Aparentemente, nos abren ventanas hacia otros mundos, pero no es exacto. Nos dan una cantidad de repeticiones que no ayudan a nuestra imaginación, como lo puede hacer un libro”.
Agregó que el libro es exigente, contriario al celular. Cuando utilizas el celular, puede haber gente hablando, o música alrededor y a la vez se puede estar atento al aparato, porque es superficial, no exige nada.
“Pero un libro me exige atención, me exige comprensión y retraerme para poder comprenderlo. La lectura no es fácil. El grave pecado de nuestro sistema es que no estamos enseñando a leer a nuestros muchachos. Hemos perdido el amor por el libro. Algunos creen que es sustituible por el celular, pero no es exacto”, reiteró.
Agregó que es importante persuadir a los jóvenes a leer, y esa es tarea para los padres de familia y maestros.
“Los jóvenes deben estar convencidos de que leer es necesario, importante, atractivo”.
Añadió que la lectura ofrece tres etapas: la mecánica, es decir, leer, pronunciar las palabras. La siguiente etapa es la comprensión. “Si no puedo comprender, no me va a gustar la lectura”, dijo.
Y la última etapa es la expresiva, que hace a la persona capaz de verbalizar por qué le gustó un texto o por qué no.
La maestra aconsejó a los padres de familia motivar a sus hijos comentando con ellos algún libro que les pueda ser atractivo e invitarlos a leer.
“Es tarea de los papás persuadir a sus hijos a leer. Darles los elementos necesarios para que sea atractiva la lectura”, dijo.
La maestra de literatura recomendó para leer este verano “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway y “El llano en llamas”, de Juan Rulfo.
Y finalmente ennumeró una serie de consejos que se pueden resumir de la siguiente manera (ver recuadro)
Algunos consejos
- El ejemplo arrastra. Que los jóvenes vean a sus padres leer.
- Estar conscientes de que estamos nadando contra corriente, pero no desalentarnos.
- Alejar a los más pequeños de la tecnología. Antes de los diez años un niño no debe tener un celular, y si va a la computadora, debe estar vigilando.
- Elegir con mucho cuidado los libros que uno quiere que los hijos lean.
- Comentar con los hijos los libros que leen.
- Saber cómo recomendar al hijo un libro. No prohibirles, sino dar argumentos válidos.
- Leer con los hijos.
- Juntarse con familias que lean.
- Acudir en familia a librerías que estén preocupadas por promover la lectura.
- Hacer ‘cuenta cuentos’ en la familia.