Ana María Ibarra
A pesar de enfrentarse a distintas formas de discriminación, Verónica Palma Cruz, una mujer rarámuri radicada en Ciudad Juárez, ha sabido defender su dignidad como mujer y ha logrado alcanzar sus metas como corredora, disciplina que le otorgó la satisfacción de obtener el tercer lugar en la carrera de 550 kilómetros desde la ciudad de Los Ángeles hasta Las Vegas, en el evento titulado The Speed Project.
Este mes de abril, cuando el papa Francisco ha pedido orar “para que la dignidad y la riqueza de las mujeres sean reconocidas en todas las culturas, y para que cese la discriminación que sufren en diversas partes del mundo”, presentamos el testimonio de Verónica, que sin duda es ejemplo de esfuerzo y perseverancia.
En carrera de la Misericordia
Presente en la Tercera Carrera de la Misericordia, realizada en la Parroquia El Señor de la Misericordia por su fiesta patronal, Verónica Palma concedió una entrevista a Presencia para compartir su experiencia como corredora, disciplina que realiza desde hace doce años.
Aunque en esta ocasión Verónica no participó en la competencia, fue un valioso referente para los participantes, quienes se acercaron a felicitarla por el tercer lugar obtenido en Estados Unidos y para tomarse fotografías con ella.
“El año pasado quería venir a la carrera, pero no pude. Hoy me invitó Karla García, solo que todavía no puedo correr, necesito descansar. Mi hijo participó y vine a acompañarlo y a echar porras a todas las personas que corrieron”, dijo Verónica.
La mujer es parte de la comunidad rarámuri asentada al poniente de Ciudad Juárez, la cual, dijo, se encuentra muy bien organizada, aunque tiene algunas carencias.
“En mi comunidad hay una iglesia -templo católico-, un comedor, un salón comunitario donde hacemos reuniones, tenemos una biblioteca para que los niños hagan tarea, y va una maestra a ayudarlos”, dijo.
“Tenemos equipo de mujeres trabajando, pero también hay muchas cosas que faltan. En la iglesia hay cosas que se deben arreglar”, señaló.
Su gusto por correr
Con veinte años viviendo en Ciudad Juárez, Verónica reconoció que es difícil andar con huaraches todos los días.
“En mi trabajo anterior no me permitían usar huarache, por seguridad, ahí me acostumbré a usar tenis y comencé a correr con tenis y utilizo de los dos, huarache o tenis”, dijo.
Compartió que siempre ha sentido el gusto por correr y comenzó a hacerlo en las carreras que organizaba su comunidad como parte de la cultura rarámuri.
“Hacemos una carrera que se llama ‘de Arihueta’. Después vi que la gente hacía carreras en la calle y un día vi por televisión que habría una carrera por El Chamizal, y como ya conocía ese lado, fui. No me inscribí, solo me paré atrás de los corredores y corrí. Fueron tres kilómetros y se me hizo muy poquito”, relató.
La segunda ocasión en que participó en una carrera en la ciudad fue de diez kilómetros, lo que para la entrevistada fue increíble, según sus propias palabras.
“Fue mi primera carrera en la que logré subir al podio. No sabía lo que significaba eso, hasta que se acercó una persona y me dijo: ganaste, tienes que subir allá. Es algo que me emocionó mucho. No recuerdo si fue tercero o segundo lugar”, expresó.
Verónica siguió corriendo en eventos ya que, dijo, correr es parte de su vida.
“No es para querer ganar, simplemente me gusta correr, no pienso en el premio, pero si llego a ganar y subir al podio, ayudan mucho los premios que he ganado”.
Invitada a EU
Su desempeño le dio la oportunidad de ser invitada por la corredora mexicana María Angélica Guzmán Favela a la carrera de relevos estadounidense a la que acudió con cinco corredoras más de su comunidad.
“Al principio lo pensé mucho porque eran muchos días de dejar solos a mis hijos y a mi abuela que está enferma. Estando allá, sentía que mi familia estaba conmigo. Me sentí bien en todo el camino. Iba dispuesta a lograr por lo que íbamos. Llegamos en tercer lugar. Fue una carrera pesada, fueron dos días y dos noches”, compartió.
Esa carrera la realizó con huarache y tenis.
«Primero corrí con huarache, luego con tenis. Como llovió bastante, se mojaron los tenis y volví a correr con huarache. Esa experiencia en Estados Unidos fue algo diferente: saber que una mujer puede lograr lo que se propone. Una mujer lucha hasta donde quiere llegar. Me dejó mucho aprendizaje”, señaló.
Padecer discriminación…y superarlo
Con esa satisfacción y el deseo de seguir alcanzando sus metas, Verónica reconoció que no ha sido fácil, pues en varios momentos se ha sentido discriminada.
“Cuando empecé a correr la gente me miraba raro. Que me digan comadre o María es discriminación, porque no todas nos llamamos María, no todas somos sus comadres. Les he dicho: no soy tu comadre, no has bautizado a mi hijo ni he bautizado a tu hijo, ¿por qué me tienes que decir de esa manera?. La gente está acostumbrada a decir cosas que no debe”, expresó.
Verónica añadió que ninguna mujer rarámuri debe permitir ser discriminada y debe defender sus derechos.
“En mi anterior trabajo fui despedida por ser corredora, me dijeron que no podían apoyarme en eso. Es importante para todas las mujeres de los pueblos originarios no dejar que nos discriminen, ni con diferentes palabras, ni con el simple hecho de ver las caras que hacen cuando nos ven. No debemos dejarnos”, insistió.
Actualmente, Verónica trabaja en la Dirección de Desarrollo Social del gobierno municipal, en el área de atención a pueblos originarios.
«En Juárez hay catorce comunidades y me doy cuenta de la discriminación. Hay muchas mujeres que nos cuentan lo mismo, que a donde van a pedir un apoyo, no son escuchadas, se sienten discriminadas porque no tienen facilidad de palabra”, dijo.
“Es importante lo que dice el papa Francisco sobre no discriminar a la mujer”, reflexionó.
A diferencia de su trabajo anterior, en Desarrollo Social a Verónica le han permitido participar en las carreras, incluso al regresar la recibieron con felicitaciones.
«Sentí que estaba soñando, creí que perdería el trabajo”, contó.
Fortalecida en la fe
A pesar de los ratos amargos que pudiera pasar siendo discriminada, Verónica experimenta también el cariño de la gente.
“Se siente bonito que todos los demás me den ese cariño, recibir ese abrazo de personas que no me conocen, me siento contenta”.
Dado que correr es parte de su vida, Verónica motivó a las mujeres que les guste correr a que empiecen hacerlo y se atrevan a sentir bienestar pues, dijo, correr es bueno para la salud.
“La carrera es parte de mí. Correr es bueno para la salud, nos ayuda cuando nos sentimos solas, estresadas. Me ha ayudado mucho a tener amor propio. Correr es todo para mí”.
Además de correr, algo muy importante para Verónica es la fe, que antepone en todo lo que hace.
“Como decía mi abuelo: nunca hemos visto a Dios, pero siempre está con nosotros y debemos creer en Dios, rezar por nosotros y por aquellas personas que tienen dificultad en su vida”, concluyó.
Para saber…
La Carrera de Arihueta (Rohueliami) es auténticamente de origen tarahumara y exclusiva del sexo femenino. Tiene profundo impacto social. Las niñas la practican en forma recreativa corriendo de 4 a 8 km y personas adultas expertas recorren de 30 a 35 km. Se emplea una vara de 80cm a 1m de largo y un aro hecho de ramitas de tascate, encino o palmilla, de 12 cm de diámetro y 1.5 cm de grosor, forrado con lana o hilachos de tela; se le saca un poco de punta, se pone sobre el fuego para que se caliente y posteriormente se presiona el extremo para que forme un gancho y así esté listo para la carrera. Las corredoras van lanzando el aro con la vara, se traza la ruta lineal o en círculo hasta de 5km. Las corredoras acordarán cuántas vueltas darán.
Cuando el evento es de gran importancia se programan las competencias entre pueblos, asiste mucha gente para participar en la fiesta.