Es una tradición popular en México que el 2 de febrero, día en que se celebra la fiesta de la Presentación del Señor y de la Virgen de la Candelaria, se “vista” una imagen del Niño Jesús y se lleve a bendecir.
El 2 de febrero termina el ciclo de la Navidad en el país y se celebra la presentación del Señor en el templo porque se cumple la cuarentena exigida por la tradición judía desde el parto de Santa María. Ese día María es celebrada como la Virgen de la Candelaria, cuyo nombre viene de la bendición de las velas, también llamadas candelas, se hace ese día para simbolizar que Jesús es la luz de todos los hombres.
Historia
Para los antiguos mexicanos el 2 de febrero marcaba el inicio de año. Luego de la conquista española se comenzó a celebrar en esa misma fecha la Presentación del Señor.
En este día se guardan las figuras del Pesebre y la “madrina” que colocó allí al Niño Jesús en Nochebuena lo “levanta” y se le viste con ricos ropajes. Después es llevado a la iglesia para que lo bendiga el sacerdote y al regresar a casa lo guardan hasta la próxima Navidad.
Un error
Actualmente los mercados ofrecen una gran variedad de prendas, pero la bonita costumbre de vestir al Niño Dios corre el peligro de desvirtuarse porque hay personas que cometen el error de “disfrazar” la imagen como si fuera un santo, como el Papa, el “Niño de la Abundancia”, como charro, futbolista o incluso como la “Santa Muerte”, un culto pernicioso y completamente contrario a la fe católica.
P ara que no se cometan equivocaciones, dejamos un lista de consideraciones publicadas en el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME):
1.- El Niño no es un “muñeco”
El Niño Jesús no es un muñeco. La imagen representa a Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre encarnado en el seno de la Virgen María, que irrumpió en la historia de la humanidad para salvarla del pecado y abrirle las puertas del cielo a todos los hombres. Por ello merece un especial respeto.
2.- No se enoja si no le cambian el guardarropa
Es absurda la creencia de que el Niño “se enoja” si no se le coloca ropa nueva. En primer lugar, se trata de una imagen hecha de cerámica, resina u otro material que no ve, no siente ni escucha.
En segundo lugar, hay que recordar que el Niño Jesús nació en un establo, un lugar humilde; fue colocado en un pesebre, donde comen los animales; y fue envuelto en pañales (Lc 2,7). No se “molestará” ante el hecho de que le cambien o no la ropa.
3.- Es un recién nacido
Hay que recordar que esta imagen representa a Jesús como un recién nacido y por lo tanto no hay ningún problema en vestirlo con ropa de bebé.
4.- Vestirlo de acuerdo a su dignidad de Hijo de Dios
Al tratarse de Jesucristo, Dios hecho hombre, se le puede vestir con alguno de los atributos que celebra la Iglesia Católica como el Señor de la Divina Misericordia, el Sagrado Corazón, Cristo Rey, el Buen Pastor, etc.
5.- No vestirlo como algún santo
En otro artículo del SIAME, el P. José de Jesús Aguilar explicó que vestir al Niño Jesús de Santo, como San Juan Diego o San Juditas, por ejemplo, no es adecuado porque “son los santos quienes buscan parecerse a Jesús y no al revés”.
6.- No se debe usar esta tradición solo para ganar dinero
El sacerdote indicó que no hay que dejarse llevar por el interés económico ofreciendo “novedades” que pueden ser contrarias al respeto religioso, como las vestimentas de equipos de fútbol, charros o incluso de la «santa muerte», cuyo culto es incompatible con la fe católica porque es satánica.
7.- No convertirlo en un amuleto
Vestir la imagen como “Niño del éxito y la prosperidad”, “Niño de la suerte”, con moneditas de oro; “Ángel de la abundancia”, “Ángel del Amor”, etc. es convertirla en una especie de amuleto.
Esto es caer en superstición y es pecado porque pretende manipular a Dios. “Tampoco debe convertirse en motivo para que los católicos seamos criticados como idólatras», aconsejó el padre Aguilar.
8.- Tratar la imagen con reverencia
El P. Aguilar indicó que «la Iglesia siempre ha enseñado que las imágenes del Niño Dios deben ser bellas, dignas y tratadas con decoro, porque nos recuerdan que Cristo nació, fue niño y creció entre nosotros». (Con información del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México)