Ana María Ibarra
El ministerio de evangelización de la parroquia El Señor de la Misericordia realizó un retiro de reavivamiento con el fin de motivar a servidores parroquiales, a descubrir lo que Dios quiere de ellos para el 2025. Fue el pasado primero de febrero cuando aproximadamente 80 personas se congregaron en la capilla de la Casa de Jesús, de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús (IFCJ).
Aunque fue dirigido principalmente a integrantes del equipo de evangelización de la parroquia, el evento recibió también maestros del Instituto Bíblico San Jerónimo, del equipo de caridad, ministros extraordinarios de Eucaristía y servidores de la parroquia San Miguel Arcángel.
Reflexiones
Lucy Padilla, coordinadora del ministerio, explicó que el lema del retiro fue “Jesús. Mi corazón. La esperanza”, con reflexiones dirigidas por tres distintos sacerdotes.
En un primer momento, el padre Alberto Rodríguez, vicario de El Señor de la Misericordia, compartió la reflexión al tema “Mi corazón”, poniendo como ejemplo al corazón de María, que guarda todas las cosas.
El siguiente tema estuvo a cargo del padre David Hernández, titulado “Jesús”, a quien presentó como centro de la vida de todo cristiano.
El padre Eduardo Hayen fue el encargado de compartir el último tema “La Esperanza”, en el cual reflexionó sobre la crisis social y la crisis en la Iglesia, concluyendo que ante un mundo desesperanzado, llega la esperanza.
El coro ‘Sembradores’, de la parroquia La Virgen de la Luz, acompañó el retiro con cantos durante los momentos de meditación, de alabanza y de adoración.
El retiro concluyó con la Eucaristía presidida por el padre Juan Manuel Orona, párroco de El Señor de la Misericordia, quien saludó gustoso a la comunidad de San Miguel Arcángel, donde surgió su vocación, así como a los integrantes del Instituto Bíblico San Jerónimo y al coro invitado.
El sacerdote puso en el altar toda la reflexión del día y las actividades a realizarse en este año 2025, así como reflexionó sobre tres puntos: gratitud, fe y comunión.
“Gratitud a Dios que nos dio la fe. Si no tuviéramos fe, de qué serviría celebrar la Eucaristía. Por eso, gracias por el don de la fe”, expresó.
El padre Juan Manuel reflexionó sobre el trabajo que realizan los laicos, sin quienes “los sacerdotes haríamos poco o casi nada. Ustedes son la fuerza de la Iglesia”, dijo.
En ese sentido agradeció por el servicio que ofecen a la Iglesia.
“Los aprecio, los quiero, los valoro”, les dijo, para luego invitarlos a nutrirse y profundizar.
“Una persona de fe, antes de hablar de Dios, habla con Dios. Un servidor tiene que cuidar su fe, estar reconciliado, alimentarse de la Eucaristía y la oración”.
Finalmente resaltó que la discordia es un antitestimonio, por lo que los motivó a vivir siempre en unión, comunión y fraternidad.